El Capitán América se ha convertido en una de las caras más visibles del potente universo cinematográfico de Marvel. Sobre las espaldas del héroe de las barras y estrellas han caído los cambios de rasante de esta propuesta en las pantallas, capaces de remover los cimientos de las distintas franquicias enmarcadas en la idea general. Soldado de Invierno y Civil War han sido dos puntos de inflexión en el UCM, y todos esperamos ver las consecuencias de ese encontronazo que dividió a los Vengadores en futuras entregas.
Pero, claro está, que a veces se nos olvida, el bueno del Capi tiene décadas de historias a sus espaldas, incluso antes de que siquiera existiese el concepto de Marvel en las cabezas de sus creadores. La colección del Centinela de la libertad ha sido pilar fundamental de La Casa de las Ideas, aunque no siempre ha brillado la cabecera como se merecía este icono del noveno arte. Hoy nos trasladamos a principios de los años 80 del siglo XX, en aquella Marvel en plena resaca de la impredecible década anterior, que tantos cambios había propiciado en la editorial. Nacieron formatos, se practicaron experimentos suicidas, decenas de personajes de lo más variopinto vieron la luz, y, sobre todo, dejaba para el recuerdo una época de creatividad, valentía y experimentación que, posiblemente, nunca se ha visto en Marvel.
No todos los personajes pasaron con aprobado aquella locura, y, de hecho, la colección del Capitán América había caído en un pequeño caos; Cambios constantes de equipos creativos, una coordinación algo descabalada, y el hecho de que el último gran autor que había pasado por la cabecera era nada más y nada menos que la leyenda, Jack Kirby, creador del personaje. Los creativos que continuaron la labor de Kirby no acertaron con el tono, ni con las formas, y acorralaron al personaje en una serie de contradicciones que rebajaron las perspectivas de los lectores sobre un cómic que, pocos años antes, era un indispensable.
Al empezar la década, Jim Shooter entra como una apisonadora para poner algo de cabeza en la movida Marvel consecuencia de esos años locos. A estas alturas, nadie puede dudar de la eficacia de las decisiones de aquel joven editor, que se plasmaron en alguna de las etapas más brillantes de los personajes más conocidos de la casa (de los últimos años de Shooter, mejor hablamos otro día, que da para libro). Cómo no, Capitán América también sufrió un buen golpe de efecto con la llegada de un equipo creativo de lujo, que pondría al Vengador en perspectiva para la siguiente década.
Roger Stern y John Byrne no eran precisamente unos desconocidos. Habían colaborado en el mundillo de los fanzines antes de entrar en Marvel, y conocían perfectamente los métodos de trabajo mutuos. Sobre todo Stern, tenía muy clara la línea a seguir con sus ideas para el personaje, y es que había mucho lío que solventar. Las etapas anteriores habían desdibujado el origen del Capitán América, hasta el punto de que hechos planteados se contradecían con otros momentos presentados en la continuidad del personaje. En el momento de la aparición de Stern y Byrne como responsables de la cabecera, Steve Rogers exigía una buena revisión, como el tipo que hay detrás de la máscara, con una existencia paralela a la del héroe enmascarado.
Roger McKenzie, anterior guionista de la serie, dejaba a Rogers en una nueva situación personal, más centrada que otros intentos de dar contenido a la identidad secreta del Capi. Se había instalado en Brooklyn, y dedicaba sus esfuerzos profesionales a la búsqueda de un hueco como dibujante de publicidad. Al ser autónomo, podía compaginar su ajetreada vida heroica con el no menos exigente (como comprobará una y otra vez) mundo laboral. En esa tesitura se encuentran los nuevos autores al personaje, adoptando con entusiasmo esta nueva realidad, convertida desde el principio en idea básica del personaje.
Lo cierto es que Steve Rogers, el hombre real tras el mito, es fundamental en esta etapa de Stern y Byrne, encargados de dar coherencia definitiva al pasado del héroe. Los primeros compases de su aportación a la mitología del personaje consisten, precisamente, en poner en orden esas contradicciones sobre los orígenes, despejando toda duda acerca de esos años perdidos en la memoria del Capitán América. Sus años en la nevera (nunca mejor dicho) dejaron sus recuerdos bailando claqué, pero por fin descubrimos la verdad, principios que se amoldan perfectamente a la continuidad de la colección y convertidos en canónicos hasta la fecha.
Además, integran a Rogers en un ambiente más mundano, introducido con acierto en la vida vecinal de su nuevo lugar de residencia. Incluso seremos testigos de la aparición de nuevos personajes, como la entrañable Bernie Rosenthal, convertida con el tiempo en interés romántico del héroe. El buceo por los recuerdos del Capi tendrá colofón en el viaje de éste a Inglaterra, donde se enfrentará a un terrible villano de su época como integrante de Los Invasores, el grupo de héroes de la Segunda Guerra Mundial.
Otros enemigos que aparecen por las viñetas de este volumen, el Barón Strucker (resolviendo así otra de esas rarezas de continuidad), el Hombre Dragón, o la extraña pareja formada por Mr. Hyde y Batrock, uno de mis villanos favoritos de siempre. Por desgracia, la estancia de esta pareja creativa no duró demasiado al frente de la colección, apenas nueve números, pero de vital importancia para entender el pasado del personaje en perspectiva con el fenomenal futuro que esperaba a las puertas. Como complemento, se incluyen los episodios inmediatamente posteriores, dibujados por Gene Colan, siempre eficiente. Quizá su línea dura y oscura no pega del todo con un personaje tan brillante y colorista como el Capitán América, pero siempre es un gustazo disfrutar del arte de este legendario artista.
Extra jugoso para los más exigentes, un número dibujado por Frank Miller, que en su momento no se publicó, y que se recupera para los lectores españoles en esta edición. Un caramelo para disfrutar de ese Miller primigenio, antes de sus extravagancias visuales y experimentos con la forma que tanto aplauso han generado.
Stern y Byrne dejaban el camino libre para el amanecer de la colección del Centinela de la Libertad en la década de los 80. Eran el primer peldaño de ese momento genial que se firmó con la estancia de DeMatteis como responsable de la serie. Muchos, como el que suscribe, tuvimos el primer contacto con el héroe de las barras y las estrellas en aquellos números magistrales de principios y mediados de los 80, con el Capitán América viviendo un tiempo que pertenece por justicia a los clásicos de Marvel. En este volumen está la semilla, firmada por dos artistas inigualables.
La primera luz del amanecer recopila la etapa al completo de Roger Stern y John Byrne al frente de la colección del Capitán América. Recopilalos números del 247 al 257 USA, complementados por Marvel Fanfare 18 y el Anual número 5. Se edita dentro de la línea Marvel Gold de Panini, esto es, un libro con solapas que se acompaña con numerosos artículos que sitúan historicamente esta recopilación. Al precio de 30 euros, os esperan 320 páginas de pura leyenda.
Roger Stern comenó a trabajar para Marvel a mediados de los años 70, y por sus manos han pasado los personajes míticos del sello. Deja para el recuerdo etapas memorables en Los Vengadores o Spiderman, e incluso la creación de un grupo tan entrañable como Los Vengadores Costa Oeste (Nuevos Vengadores en España). También ha colaborado, aunque en menor medida, con DC, formando parte del equipo que desarrolló La Muerte de Superman.
John Byrne nació en 1950 en Inglaterra, pero se considera a sí mismo un canadiense de adopción. Sus primeros trabajos en el mundo del cómic los realizó para la Editorial Charlton, entrando poco después en Marvel, donde se encargo de Iron Fist entre otros, hasta que poco después, a finales de la década de los setenta, saltó a la fama por su buen trabajo en la serie Uncanny X-Men que realizó junto a Chris Claremont. Después de crear al grupo de héroes canadiense Alpha Flight y tras un tiempo en La Casa de las Ideas entró a trabajar en DC Comics, donde se le encomendó el relanzamiento de Superman, creando una de las mejores series sobre el personaje. Años después volvería a crear un grupo de héroes, pero esta vez con un estilo más adulto, como fueron los Next Men.
[note]Contiene Captain America 247-257, Marvel Fanfare 18 y Annual 5 USA
Un volumen que contiene la mítica etapa del Capitán América realizada por dos de las más grandes leyendas de la Marvel de los ochenta. Roger Stern y John Byrne redefinieron al Capitán América en un puñado de episodios donde aparecen nuevos villanos, y otros ya conocidos cambian por completo. [/note]