Termina el viaje de Sophie en Promethea Libro tres convertida en el avatar de la imaginación, en el recipiente de la parte mágica del pensamiento humano. A lo largo de estos tres volúmenes, asistimos a la transformación de una adolescente en mujer adulta, con la dificultad añadida a ese complejo momento en la vida de tratar con su faceta superheroica, adquirida de manera un tanto accidental. Después de dos reseñas (las puedes leer aquí, y aquí ) hablando de manera encendida sobre las maravillas de este cómic, me asalta la duda…¿Qué os cuento que no os he dicho ya?
¿Digo otra vez pero más alto que Alan Moore es un genio que ha contribuido a hacer más grande el medio que amamos? ¿Que se puede hacer un cómic de género fantástico adulto, trascendente y hermoso a partes iguales, a pesar de las directrices marcadas por la realidad editorial? ¿U os comento por enésima vez el absolutamente hipnótico trabajo de J.H. Williams III, que me deja con la boca abierta en cada página?
Creo que, en esta ocasión, os hablaré de emociones, del impacto interno que implica la lectura de algo como Promethea Libro tres. Porque esta entrega final de sus aventuras es una rubrica magistral, plagada de intenciones por parte de Moore, que, como dije en la reseña del tomo dos, se muestra en esta ocasión como una especie de maestro, de gurú. Nos invita a su viaje a través de la demencial perspectiva que tiene de la realidad, un todo desconcertante donde magia y ciencia se dan la mano. Moore, cuando deja de lado el cinismo y la oscuridad, es un guía portentoso, capaz de mostrarnos la mejor cara de nuestro universo. La humanidad que destilan las páginas de Promethea nos regalan la sensación de que Moore, cuando se relaja, puede ser un autor amable, empeñado en que, cuando cerremos la última página de su cómic, seamos un poco mejores.
Podríamos hablar hasta el cansancio de esas arremetidas del reconocido escritor contra el propio cómic, pero si leemos atentamente Promethea, imagen de viaje místico y revelador, es normal que el de Northampton entre en ira furibunda de cuando en cuando. Moore se ha empeñado en trascender el medio, puesto que reconoce como pocos la falta de límites y fronteras que el cómic posee como herramienta narrativa. En esta colección, Moore saca lo mejor de sí, porque busca un cómic que escape de los convencionalismos, que someta al lector a una experiencia auténtica, diferente, desafiante. No me extraña que, con lo conformista y, en ocasiones, conservador que es el fandom, explote cuando el periodista de turno le hace por enésima ocasión la eterna pregunta facilona sobre La Broma Asesina.
En Promethea se muestra libre, inmerso en la historia en la que cree hasta sus últimas consecuencias, armado de erudición y referencias que nos obligarán a más de una búsqueda en la red. Pero, al mismo tiempo, Moore no pierde de vista lo cotidiano, aunque sea de manera tan desquiciada como lo plasmado en el extravagante mundo donde se desarrollan las aventuras de Sophie y su alter ego. Ahí reside la maestría de Moore, con la creación de esta realidad reconocible, pero plagada de imaginación y maravillas, o de horrores criminales. Es capaz de meter en la misma poción las referencias pulp, la vuelta de tuerca a los clichés del cómic de superhéroes al uso o las obsesiones mágicas de las que hace gala en cuanto le dejan. El resultado es divertido, emocionante y esperanzador, puesto que, a pesar de que en este volumen las cosas se ponen muy feas para la heroína, el pensamiento que prima a lo largo de la obra es el de que las cosas saldrán bien, porque Promethea es la imagen viviente de todo lo bueno que hay en el ser humano.
En el anterior volumen asistimos absortos y sobrecogidos al paseo alucinado de Promethea a través de los diferentes planos de la realidad, a medio camino entre el rito de iniciación y la epopeya clásica, al estilo de la Comedia de Dante. Pensábamos que el maravilloso estilo de Williams III había llegado a su culmen. Pero otra de las cosas geniales de Promethea es la capacidad de este vibrante artista de investigar sin descanso sobre las posibilidades de su propio trabajo. El viaje de Moore se complementa con la aportación de este genial dibujante, que explora el arte secuencial, siempre atento a las necesidades narrativas, pero abrazado con pasión a la libertad creativa que otorga esta historia que, efectivamente, en un canto a la imaginación libre de ataduras.
Si bien encontramos los episodios más oscuros de la saga en Promethea Libro tres , el arte de Williams crece en luminosidad cuanto más nos acercamos al final, y llega al paroxismo en el episodio final, donde recorremos, página tras página, lo más parecido a un sueño que alguien pueda plasmar nunca sobre un papel. Explosión de color, de luz, de magia, donde se produce la alquimia perfecta entre la reflexión final de Moore y el delirio visual de Williams III. La complejidad del resultado es la mezcla perfecta de la sencillez de concepto, de la unión magistral de sus partes. Las emociones mutan en colores, figuras, palabras, extirpadas de lo más profundo del cerebro humano, ese reino donde conviven los monstruos con los dioses. Moore y Williams nos descubren que todavía hay capacidad de sorpresa en el cómic, que siempre hay barreras a derribar. Y consiguen dejarte sin aliento.
Cierran el círculo con el homenaje al laberinto onírico de Nemo, la inmortal creación de Winsor McCay. Moore tiene su propio pedestal lleno de genios, claro.
Acaba la aventura en Promethea Libro tres, y cuando cierras el libro, tienes la sensación de plenitud, la llegada al hogar, el confortable sentimiento de haber sido partícipe de algo grande. Muy pocos cómics consiguen ese triunfo. The Sandman, quizá, o el magnífico final de Starman, de James Robinson. Pero hay pocos autores que nos regalen la impagable experiencia de cierre. Moore conoce cada paso, ama a todos los personajes, respeta al lector. Por eso Pormethea Libro tres consigue, por encima de todo, la paleta de emociones al completo. Por eso, no me queda más que recomendaros su lectura, y relectura, porque en un medio en el que se cae con tanta facilidad en el frío proceso industrial, ocurre algo fantástico en nuestro interior cuando nos recuerdan lo que es la pasión.
Promethea Libro tres significa el fin de las aventuras de la creación de Alan Moore. Como en las ocasiones anteriores, hablamos de un lujoso libro en tapa dura de 336 página, complementado con gran cantidad de extras. Edición de lujo para una obra maestra, que encontrarás en tu librería favorita al precio de 31,50 euros.
Alan Moore necesita pocas presentaciones. El de Northampton ha escrito con letras de oro su nombre en la historia del cómic. Fue punta de lanza de la invasión de escritores británicos que invadieron el mercado USA a principios de la década de los 80, y obras como La cosa del Pantano descubrieron al mundo las posibilidades narrativas del cómic, más allá de los supuestos inamovibles de los grandes sellos editoriales. Watchmen, La Broma Asesina o From Hell son muestras del poder de la narrativa de este genio, tan fascinante como polémico.
J.H. Williams III es uno de los artistas más personales del cómic actual. Ha trabajado con autores de la talla de Warren Ellis o Grant Morrison, aunque en los últimos tiempos ha ganado notoriedad por la celebrada etapa al frente de Batwoman junto a Greg Rucka o la impresionante colaboración con Neil Gaiman en The Sandman: Overtura.
[note]La última entrega de la épica historia concebida por Alan Moore y J.H. Williams III trae de vuelta a Promethea tras su odisea dimensional. ¿Que habrá sucedido en su ausencia? ¡Bienvenidos a una historia sobre el fin del mundo, los últimos días antes del Apocalipsis! ¡Con la participación especial del héroe Tom Strong, co-creado por el inigualable Chris Sprouse (Batman: El regreso de Bruce Wayne)[/note]