Panini continúa la labor de recuperación de una época dorada en la vida del trepamuros favorito de niños y niñas. Durante los años 80, Spiderman brillaba con luz propia más allá del eterno carisma del personaje, protagonista de algunos de los episodios emblemáticos de su carrera. Ya se han paseado por las librerías la mayor parte de las aventuras del cabeza de red durante esta década, y el último material que pudimos disfrutar fue el tomo ‘Punto de ruptura‘. En esas páginas se paseaba otra de las cabeceras con el nombre de Spiderman en la portada, ‘Peter Parker’. Pero, como siempre tiene que haber una tercera en discordia, damos otra vuelta por la nostalgia para hablar de ‘La telaraña de Spiderman’, colección que llegó a manos de los lectores en el ya lejano 1985.
‘Web of Spiderman’, título original de esta cabecera, nace a mediados de los años ochenta del siglo XX como maniobra comercial de lo más descarada. Su lanzamiento es consecuencia del cierre de la mítica ‘Marvel team-up’, serie que había alcanzado gran popularidad en años anteriores, pero que perdía el interés de los lectores por su fórmula agotada. En Team-Up, los lectores no habituales podían tener una buena ración del trepamuros sin complicaciones, puesto que eran aventuras autoconclusivas, sin mucho que ver con la enrevesada continuidad del resto del universo Marvel. El reclamo era ver a Spiderman compartiendo viñetas con el resto de héroes de la casa, pero esta idea que tan bien marchaba no superó los cambios de paradigma y actitud en los lectores tras los convulsos años 70.
Claro está, había que encontrar la fórmula para que la gallina de los huevos de oro siguiese generando sus buenas cantidades de dólares, así que la búsqueda de la cabecera sustituta fue la comedura de cabeza de la editorial durante un tiempo. Había que encontrar las tecla adecuada para reclamo de esos lectores perdidos, dentro de los parámetros de esa generación que ya había crecido y buscaba novedades en la viñeta.
La apuesta de Jim Shooter, en principio, era la creación de un título que ahondase en las vicisitudes del Daily Buggle, el famoso periódico donde Peter Parker trabajaba como fotógrafo. Con especial hincapié en los secundarios de esta faceta de la vida del joven, el día a día de la redacción se convertiría en el escenario principal de La telaraña de Spiderman. Como suele ocurrir en esto de los devaneso editoriales, esa idea principal pronto quedó traspapelada, y la colección tomó derroteros un tanto distintos.
La encargada de poner en marcha la nueva etapa fue Louise Simonson, que había abandonado su faceta como editora para dedicarse a la escritua de guiones. Ella misma había dado finiquito a Team-Up, así que era la sucesión lógica de acontecimientos. Para aquella aventura inicial, Simonson recuperó al siniestro simbionte extraterrestre que durante meses fue el traje oficial de Spiderman. Esto lo pudimos ver en el fabuloso tomo ‘La era del traje negro’, que, cómo no, también se revisó en La casa de El. En esa tesitura, Parker pensaba que el peligroso engendro, recuerdo de las Secret Wars originales, permanecía bajo custodia en el laboratorio del edificio Baxter. Pero nosotros, afortunados lectores, sabíamos que escapó de aquella prisión, y tarde o temprano volvería a la vida de Spiderman.
Efectivamente, ‘La telaraña de Spiderman’ comienza por todo lo alto gracias a este enfrentamiento, donde además se enfrenta a unos simulacros de El Buitre. Simonson ponía la semillita para que en el futuro disfrutásemos de Veneno, aunque para la aparición del famoso villano quedaban unos años.
Por lo demás, la serie se adentraría en los lugares comunes de la historia del personaje: problemas económicos, problemas con las chicas, las broncas con la tía May… esa clase de situaciones que nos dejaron al Peter Parker más humano y entrañable de la existencia del personaje, puesto que era una etapa crucial para cualquier ser humano. En esos años, Parker ya no era un adolescente, y enfrentaba como podía las sacudidas de la vida adulta. A la falta de claridad normal de cualquier persona en esos años de formación, se une el detalle de ser un justiciero enmascarado con no pocos enemigos a la espalda.
Por suerte, ‘La telaraña de Spiderman’ no se quedó en esos ingredientes básicos. Con el tiempo, ganaría una identidad incuestionable entre las colecciones dedicadas al trepamuros, aunque para eso se necesitó mucha experimentación y bailes constantes en el equipo creativo. Louise Simonson cedió la batuta a David Michelinie, y entre medias tenemos algunos episodios escritos por Peter David en sus contundentes comienzos como guionista. Gente como Bill Mantlo o Tom DeFalco, entre otros, también ponen sus habilidades en el procesador de textos al servicio del arranque de La telaraña de Spiderman.
En el aspecto visual, no son pocos los invitados. El tomo empieza con el arte de Greg LaRocque, un tanto desfasado a esas alturas de la historia. Pasan por sus páginas leyendas del estilo de Sal Buscema (dibujante siempre a reivindicar y que me gusta más cada vez que recupero algo de su material clásico), pero si hay un gran reclamo en este tomo es la presencia de Marc Silvestri.
Este dibujante había llamado la atención del público tras su paso por Conan. Estilizado, elegante, extremadamente dinámico y portentoso en la definición de los personajes, se ganaba mayores responsabilidad editorial incluso a pesar de su evidente periodo de formación de aquellos años. En ese estado previo a sus trabajos mayores, ya contamos con un dibujante de enorme personalidad y brillante estilo. Su trabajo en estas páginas de Spiderman es sobresaliente. El desafío físico de dibujar al protagonista es sorteado con intuición y habilidad, y deja para el recuerdo alguno de los episodios memorables del trapmuros en cuanto a ejecución gráfica.
También hay que decir que mucho del poderío visual del Spiderman de Silvestri está en la figura del entintador Kyle Baker, una de las figuras más innovadoras y personales del mundo de la viñeta. El equipo formado por Silvestri y Baker nos dejan una sofisticación no muy común en el cómic book tradicional, experimentando con la línea, las tintas, los fondos y la dinámica de los personajes de manera atrevida y sin complejos. Espectacular.
Esa línea de búsqueda de nuevas vías también se focalizó en los guiones de Michieline para ‘La telaraña de Spiderman’. Embarcó a Peter Parker en una aventura de tintes periodísticos que le llevó a escenarios tan escabrosos como la Irlanda del IRA. El roce con el tema político sugería el paso a tramas adultas, o por le menos con un contenido de tono realista. El experimento se saldó con una amenaza de bomba en las oficinas de Marvel, que quedó en un susto. Eso sí, el tema del terrorismo, por lo menos desde cierta perspectiva, fue vetado durante mucho tiempo en el Bullpen.
Durante ese viaje los lectores tuvieron también su dosis habitual de tensión sexual no resuelta entre Peter Parker y la inevitable señorita de turno: Joey Mercado, periodista bastante guerrera que no tenía ningún problema en poner los puntos sobres las íes al siempre despistado Parker. En mi opinión, de los mejores caracteres femeninos que han pasado por las páginas de Spiderman, independiente, cañera y con una habilidad pasmosa de meterse, y solucionar ella solita, en líos a la búsqueda de la noticia.
Otro de los momentos impagables, y que tengo que reseñar por pura nostalgia, es la aparición del Entomólogo, posiblemente, el villano más torpe y patético de la historia de los enemigos de Spiderman. Silvestri diseñó al personaje de tal manera que su disfraz fuese una versión en viñetas de lo que daría un uniforme de maloso en la vida real. El enfoque es ya la divertida vuelta de tuerca al concepto tradicional, pero la ejecución del diseño de Silvestri es de esos momentos de humor característicos del mejor Spiderman, inevitables y necesarios en ‘La telaraña de Spiderman’
Más cosas bonitas que incluye el tomo: el anual de 1986, que cuenta con dos historias de Ann Nocenti. Así de primeras, lo mismo tampoco es para tanto, pero si añadimos a la fiesta a Arthur Adams y Mike Mignola como invitados, lo mismo la cosa se pone más interesante. Dos dibujantes siempre a tener en cuenta.
Más nostalgia ochentera, justificada de sobra por la calidad del contenido de este tomo de Panini. Silvestri saltaría a la fama absoluta tras su paso por la franquicia X-Men, y con el tiempo transformó la industria a lo bestia junto con otros rebeldes fundando Image. Pero eso es otra historia. Hoy nos quedamos con esos magistrales inicios, parte fundamental de esta época dorada del cabeza de red. ‘La telaraña de Spiderman‘ es ideal para lectores veteranos, claro. Pero no sabes la envidia que me das si es la primera vez que lees este puñado de cómics. ¡A por ellos, tigres!
La telaraña de Spiderman: Ley y orden, hace el número 77 de la colección Marvel Héroes. Libro en tapa dura de 680 páginas, recopila Contiene Web Of Spider-Man 1-24, Annual 1 y 2, The Amazing Spider-Man 268 y material de Marvel Age 24 USA. Una buena oportunidad para reencontrase con un clásico, que podrás encontrar en tu librería favorita al precio de 39,95 euros.
David Michieline
David Michelinie es un autor de larga trayectoria en el mundo de los cómics. Ha trabajado para DC o Valiant, pero, sin duda, es recordado por su estancia en Marvel. Ha revitalizado a personajes como Iron Man, en una de sus más recordadas etapas, y también forma parte de la historia del trapamuros y Los Vengadores.
Marc Silvestri
Dibujante de estilo muy personal e impactante, se hizo popular entre los fans tras su paso por la franquicia mutante, donde se hizo cargo de los lápices en Patrulla-X y Lobezno. En 1992 fue uno de los protagonistas de aquella famosa espantada de dibujantes que terminó en la fundación del sello Image. En esta marca, y en su propio estudio, Top Cow, lanzó series de bastante éxito como Cyberforce o Witchblade. Con el tiempo ha regresado a Marvel de manera ocasional, al mismo tiempo que mantenía su perfil fuera de los grandes sellos editanto material para Top Cow.
[note]
Primer tomo dedicado a la recopilación de las historias contenidas en Web Of Spider-Man, la tercera colección arácnida por excelencia de los años ochenta y noventa. Desde el aparente fin de “La saga del traje negro” a la etapa a reivindicar que desarrollaran David Michelinie y Marc Silvestri. Incluye material inédito.[/note]