Merecerse el apelativo de leyenda no está al alcance de muchos. Si tu nombre aparece ligado de manera indivisible a un medio es porque has introducido en esa forma de expresión los suficientes cambios como para hablar de auténtica evolución de ese campo al que te dedicas. Creo que a estas alturas, tanto Frank Miller como John Romita Jr. son dos nombres escritos con letras de oro en la historia del cómic americano. Leyendas. Y si hay un personaje que forma parte de su escalada al éxito es, sin duda, Daredevil. Hoy vamos a hablar del Diablo Guardián, y de lo que ocurre cuando dos maestros unen sus talentos. Vamos a hablar de ‘El Hombre Sin Miedo’.
En Daredevil, John Romita Jr. había afianzado su estilo, alcanzando un grado magistral de madurez. Su trazo dio forma a una etapa complicada, dirigida con inteligencia por Anne Nocenti como escritora principal de la colección. Siempre a la sombra de sobresaliente rúbrica de Miller a su etapa al frente del Cuernecitos, ‘Born Again’, Nocenti y Romita dejaron para el recuerdo una etapa a reivindicar. Pero el dibujante no se conformaba. Pretendía dejar para el personaje una herencia al nivel de otros artistas, al unir su habilidad con el lápiz al auténtico artífice de la resurrección de Daredevil como clásico indiscutible: Frank Miller.
Romita es un autor acostumbrado a los retos. El más complejo, superar la presencia del padre, el mítico John Romita, y el desarrollo de un estilo propio e indiscutible a la hora de entender la creación de cómics. En las páginas de Daredevil dio sus primeros pasos a esa concepción única, extravagante, valiente y dinámica. Sentía la necesidad de volcar esa evolución en algo distinto, poderoso, que dejase un poso en los lectores para que, con los años, fuese considerado imprescindible en la historia del guardián de la Cocina del Infierno. Buscaba su nombre en la leyenda de Daredevil junto a su pilar maestro, Miller, de la misma forma que David Mazzuchelli y Bill Sienkiewicz lo habían logrado con ‘Born Again’ y ‘Elektra Asesina’.
Para la ocasión Miller decidió poner el foco de su trama en el origen de Daredevil, infancia incluida, tramo temporal nunca tratado a lo largo de su carrera junto al alter ego de Matt Murdock. La revisión de aquellos primeros días servían como una puesta a punto del héroe, presentado como un campeón en ciernes, con muchas lecciones que aprender por el camino.
Frank Miller hizo de Daredevil en sus comienzos un laboratorio de experimentación, tanto a nivel visual como narrativo. Mezcló todas sus filias en las páginas de un cómic distinto a cualquier cosa que se encontraba en las estanterías de las tiendas. El ambiente callejero, la ciudad entendida como jungla opresiva, regalaba al lector elementos de la serie negra, combinada perfectamente con el mundo de los superhéroes. Los matices de gris alejaban a la colección de los evidentes y maniqueos planteamientos del género. Por si eso fuera poco, Miller introdujo su pasión por lo oriental en imprescindibles como La Mano o la invención de Elektra, el gran amor perdido de Matt Murdock.
En ‘El Hombre Sin Miedo’ retoma muchos de estos grandes éxitos, puestos al servicio de la renovación del mito, incidiendo en los pasos que llevaron a Murdock a enfundarse el traje del Diablo Guardián. Miller nos empuja a una ciudad podrida, llena de recovecos oscuros donde la corrupción campa a sus anchas. Las sombras de esta pesadilla urbana sirven de refugio a auténticos monstruos ansiosos de poder. La codicia y la ambición hacen que la vida humana valga menos que nada, y el fuego se combate con fuego.
Como es habitual, Miller utiliza esta tétrica reconstrucción urbana para contarnos un episodio más de su particular concepción del héroe; un hombre surge del lodo de la corrupción y se enfrenta en una cruzada solitaria. Eso sí, el Matt Murdock que vemos en ‘El Hombre Sin Miedo’ es una variación de Daredevil que causó no poca polémica en su momento. El héroe de esta obra es expeditivo, violento, y no tiene ningún reparo en dejar algún cadáver por el camino. Responde el giro a esa vertiente tan popular en los 90 de oscurecer a los personajes de cómic, escuela iniciada por el propio Miller en sus revisiones de Batman en la década anterior.
En todo caso, la actitud de Murdock tiene mucho que ver son su juventud y el largo camino que le espera como Héroe. En las páginas de ‘El Hombre Sin Miedo’ vemos a un protagonista más impulsivo y descontrolado que en sus encarnaciones habituales. Hablamos de un justiciero incipiente, con mucho que aprender y emociones que controlar.
Por supuesto, si se tratan esos primeros días del personaje, es inevitable que por las páginas de El Hombre Sin Miedo aparezcan imprescindibles como Stick, Elektra, o Kingpin, en pleno ascenso a la cumbre del crimen. Este último aparece más sombrío que nunca, implacable en sus ambiciones y sin un atisbo de humanidad.
Miller construye un gran relato, aunque bastante por debajo de otras acometidas al personaje, falto de matices respecto a obras maestras como ‘Elektra Asesina’. En absoluto significa que ‘El Hombre Sin Miedo’ sea un mal cómic que desmerezca del guión, pero sí que es cierto que el escritor americano había dado muestras de mucho más impacto de su reconocible estilo, que en esta ocasión parece una versión simplificada de si mismo. Eso sí, su contundente prosa, directa como un puñetazo, está presente en cada página.
El gran protagonista de esta entrega es, sin género de dudas, John Romita Jr. El nivel que muestra el reconocido dibujante es la eclosión de un estilo, la apuesta de un artista por la personalidad y libertad por encima de todo. El diseño de personajes marca de la casa integra a los caracteres en la magistral ambientación que Miller esboza, pero que Romita dota de vida. Toma riesgos en el planteamiento de sus recursos narrativos, y deja páginas que quitan el aliento cuando desata las sobrecogedoras escenas de acción. El dramatismo y la fuerza que lanza a la retina del lector es, veinte años después de que vieran la luz, toda una lección de las posibilidades del arte secuencial para contar historias.
Con los años, Romita Jr. experimentaría sobre su propio estilo con polémicos resultados. En ‘El Hombre Sin Miedo’ somos testigos de la explosión de un dibujante osado, inteligente y perspicaz, maestro a la hora de escoger siempre la mejor opción visual para resolver su apuesta. Auténtica delicia para la vista.
Es de justicia la recuperación de este clásico, puesto que gran parte de lo que vimos en la serie de Netflix dedicada al Cuernecitos se sacó de esta obra de Miller y Romita Jr. El imaginario visual de Romita Jr. bien merece una nueva lectura de otro de esos cómics que son ejemplo de calidad y al mismo tiempo hijos de su época, con muchos de los clichés de los 90 incustados en sus páginas. Eso, no lo dudéis, no es un impedimento para disfrutar de ‘El Hombre Sin Miedo’, el bautismo de fuego de un justiciero único.
‘Daredevil: El hombre sin miedo’ vuelve a las librerías gracias a la atractiva edición de Panini. Como está siendo norma en la recuperación de la obra de Frank Miller dedicada a Daredevil, se presenta en la famosa encuadernación holandesa, y recoge los 5 números que formaron la edición USA. Presenta textos que ponen en contexto la obra, así como las portadas originales y páginas descartadas dibujadas por Romita Jr. El precio que recomendamos para su compra es de 22 euros.
[note]El origen definitivo del Diablo Guardián narrado por el autor que mejor le conoce y por uno de los mejores dibujantes que han pasado por su serie. Un fuego arde en lo más profundo de Matthew Murdock, el hijo de un boxeador asesinado por la mafia al que un accidente cambió su vida para siempre. Pronto, un justiciero enmascarado vigilará las calles más oscuras de la ciudad. Pero, antes de que eso ocurra, un niño ciego tendrá que recorrer el camino que le llevará a convertirse en el guardián de la Cocina del Infierno. [/note]