La brisa marina me mece el pelo suavemente mientras el capitán chilla alto y claro: “¡A estribor, gañanes!, ¡he dicho que viréis a estribor!” Se pasa el día chillando, con esa vocecita que ni mucho menos es un sonido curado por el ron y ensuciado por el tabaco. Al contrario, cualquiera diría que se ha pillado los respetables con la escotilla. ¡Y el tío sigue gritando! “…a istribir giñinis…mimimi”. ¡Pesado, déjame apurarme el cigarrillo y ya voy!
Llevamos ya más de dos lunas navegando, y el ansia empieza a ser peor que la sed. Partimos de Puerto Moore con un objetivo concreto. Capitaneados por Hergé el Pirata, la tripulación de gran buque navío Sandman, conocidos como los Watchmen, zarpamos hacia un destino muy concreto, ¡Isla Ansia!
Según cuenta la leyenda, un gran tesoro fue enterrado allí hace muchos, muchos años, por uno de los piratas más famosos habidos y por haber. Ibáñez el Creador, dicen que enterró en un punto concreto del islote un cofre que contiene algo más valioso que todos los cómics que os podáis imaginar. Y eso es mucho decir.
Aunque muchas son las apuestas, nadie sabe qué es lo que nos vamos a encontrar una vez abramos el cofre. Hergé, nuestro capitán, consiguió el mapa tras empeñar un par de originales de Spirou que encontró tras el abordaje a un navío franco-belga. Por lo visto Goscinny, uno de los mercaderes del puerto, le dijo que un tal Lee, de nombre Stan, le regaló lo que él decía era un mapa del tesoro.
“¡Tierra a la vista!”, grita Dalton el avisador. Si pudieseis ver lo que estoy viendo yo alucinaríais, pero tranquilos, para esto estoy aquí. Atentos, una montaña gigantesca con un forma que me resulta muy familiar ocupa el centro de la isla. Parece un perro con la nariz redonda extremadamente grande, con cara un poco de bonachón tontolaba y un collar del que cuelga una estrella. ¿Quién será (minipunto a quien acierte) y quién se habrá matado a esculpir semejante perrazo en la piedra? Incógnitas de la ficción, ¿verdad?
Ya llevamos varias horas caminando y cortando vegetación salvaje. Abriéndonos camino hacia lo que el mapa indica como el punto clave donde se encuentra nuestro ansiado cofre. Maltés, el geógrafo del grupo y Bruce Wayne, el multimillonario que ha pagado los gastos del viaje, marcan el paso, y yo la verdad, me aburro. Quiero leer algo, ¡ya!
Sigue caminando, camina un rato más, nos perdemos. Indigestión de Obelix que nos obliga a parar, encontramos un templo. Las letras MARVEL se leen en él. Entramos, bajamos, subimos, torcemos. Idefix ladra, ha encontrado algo: ¡El tesoro!
Chan, chan…lo abrimos y… ‘EL PUERTO PROHIBIDO’. Nos encontramos un tomo espectacular de 306 páginas, cubiertas en cartoné, editado por Dibbuks. ¡Qué maravilla! La obra maestra de Teresa Radice y Stefano Turconi, en nuestras manos, impoluto. John Blacksad, el orador guaperas de la expedición lo coge, y nos lee la contraportada, para que nos hagamos una idea de qué maravillas se esconden en él.
Tenemos (dice John) en nuestras manos una obra de teatro, una ópera, una película, un tebeo, dividido en 4 majestuosos actos. En ella conoceremos la historia de un misterioso chico llamado Abel, que acaba de salvar la vida milagrosamente de un naufragio, pero no se acuerda de absolutamente nada. Estamos en 1807 y tiene mucha suerte, pues la fragata británica HMS Explorer lo rescata y le permite un lecho donde recuperarse de tan cercana muerte.
El viento y el timón le llevarán a establecerse en una posada en Plymouth (Inglaterra), donde tres muchachas jóvenes, huérfanas del ex capitán del mismo barco que le salvó, le acogerán. Abel, que sigue sin recordar quién es, empieza a sentirse extrañamente familiar en Plymouth… ¿quién será verdaderamente este chico, y por qué si mira al horizonte es capaz de visualizar entre la neblina un extraño puerto que solo él parece poder ver? Ah, amigos. Como a nosotros, ahora os tocará leer.
Poesía, música, unos grandes personajes, una historia misteriosa… sin duda estamos frente a una de las GRANDES OBRAS (así en mayúsculas) del cómic BD actual, que ha ganado premios tan prestigiosos como el Premio Micheluzzi al Mejor Cómic 2016, entre otros. A través de un guion magnífico, Radice nos lleva como quiere a través del misterio que envuelve al protagonista con el puerto prohibido. Con un vocabulario muy rico en palabras técnicas sobre navegación y lleno de canciones originales que cantaban los marineros de la época, la sensación de estar en medio del océano, oliendo a sal y a pescado, es inevitable.
Para cerrar esta magnífica orquesta, nada mejor que un director como es Stefano Turconi. Con su lápiz es capaz de dibujar batallas navales, tempestades, y todo lo que os podáis imaginar que pueda pasar en una historia de marineros como esta. Con un impoluto blanco y negro, solo con el trabajo a lápiz es capaz de transmitir incluso más que si esta obra tuviese color. Como mucho me imagino toques de color con acuarela. Qué gustazo encontrarse de vez en cuando una obra sin el coloreado digital. ¡”Old school”, grumetes!
No me quiero enrollar mucho más, que el capitán ya vuelve a gritar. Zarpamos de nuevo hacia casa con la misión cumplida. Nos llevamos el tesoro, y el ansia está saciada. No me gustaría irme sin recomendaros cositas con las que acompañar esta deliciosa y salada lectura.
Por lo que a cine se refiere, obligado ver ‘Tiburón’ (Steven Spielberg, 1975), ‘La reina de África’ (John Huston, 1951), ‘Moby Dick’ (John Huston, 1956) y ‘Buscando a Nemo’ (Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003).
Si queréis acompañar la lectura, tenéis dos opciones. O bien seguir las canciones que proponen los autores en los extras de la obra, o hacerme caso cuando os digo que el grupo Explosions in the Sky le va que ni pintado al mar.
TERESA RADICE
Teresa Radice (Milán, 1975) ha estudiado idiomas y realizado cursos de escritura creativa. En uno de ellos fue Barbara Slade, guionista de Disney, quien le aconsejó que continuara su carrera como escritora. Después de trabajar en el sector de la animación obtuvo el diploma en Comunicación y luego realizó un curso de guiones en la Academia Disney. Tras el curso se unió a la redacción en 2002, donde trabajó para publicaciones como ‘W.I.T.C.H.’ y ‘X-Mickey’, para la que escribió varios episodios. Siendo en esta última donde conoció a su marido, el dibujante Stefano Turconi. Juntos crearon ‘Pippo Reporter ‘que actualmente sigue publicándose y que está ambientada en los años 30.
STEFANO TURCONI
Stefano Turconi (Castellanza, 1974) es un dibujante e historietista de renombre en su país de origen, Italia. Estudió en la Academia de Bellas Artes Brera y en la Escuela Superior de Artes Aplicadas del Castello Sforzesco en Milán. Posteriormente entró como alumno de Alessandro Barbucci en la Academia Disney de Milán. Al final de los años 90 comenzó a trabajar para Walt Disney Italia, donde ha trabajado en los cómics tradicionales con Minnie y Mickey. También ha colaborado con ‘PKNA’, en la revista ‘Mickey Mouse Mistery’ y ‘W.I.T.C.H.’ En 2001 funda junto a Giovanni Gualdoni el Studio Settemondi, creando ‘Akameshi’, ‘Fantaghenna’ y ‘Wondercity’, todos con guion de Gualdoni. Pese a su clara influencia de la Academia Disney, se observa en Turconi una influencia del cómic francés y la pasión por los paisajes y entornos orientales; sobre todo japoneses.
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Abel, un náufrago que fue perdonado por la mar tras engullirle sin compasión, es recogido por una fragata al servicio de su Majestad Británica. Sin pasado, sin recuerdos, sin memoria y sin familia, intentará saber quién es y qué le ha ocurrido allende los mares. Ayudado por los habitantes del pueblo de Plymouth, Abel comenzará un viaje sin retorno a su interior que le llevará a descubrir sentimientos que no creía posible experimentar. Vive y siente esta historia de amor tan puro que desgarra el velo de la muerte… y el corazón de aquel que la lea.
El puerto prohibido es la primera obra publicada por una joven pareja de autores acostumbrados a trabajar en edición y animación con Disney. Tan épica como poética, nos trae a la mente películas como Master and commander, los versos de William Blake, Shakespeare o Wordworth o las páginas de aventuras de Robert Louis Stevenson. La maestría del dibujo a lápiz del italiano prescinde totalmente del color para contarnos esta saga marítima.
Autor: Teresa Radice & Stefano Turconi
Formato: Cartoné
Tamaño: 17 x 24 cm
Páginas: 320 págs.
ISBN: 978-84-16507-08-5
PVP: 22 €
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