En diferentes ocasiones se ha declarado la fecha del 11 de septiembre de 2001 como “El día que cambió el mundo”, afirmación que incluso da nombre a un documental que conmemoró el décimo aniversario del atentado terrorista con el que amaneció Nueva York aquel día.
No sin razón, a raíz de esa catástrofe muchas cosas tomaron un cariz diferente y no solo se declaró la guerra entre Estados Unidos y Afganistán e Irak, sino que el mundo cambió en diferentes aspectos: desde la evolución de las medidas de seguridad hasta significar un punto de inflexión para la narrativa estadounidense (algo sobre lo que se puede profundizar más en ‘Los héroes están muertos’, coordinado por J. J. Vargas). Pero sobre todo, difuminó las barreras que delimitaban el campo de batalla y las extendió al mundo en general. En cualquier lugar. En cualquier momento.
“Normalmente camino durante varias horas para adentrarme en territorio de guerra, pero aquí no me hizo falta ningún pasaporte. Me bastó con subir las escaleras”.
Con estas palabras Steve McCurry, cuyo portafolio ya incluía instantáneas de catástrofes antes del 11-S, nos adentra en su experiencia durante este ataque, tanto profesional como personal. Aunque la novela gráfica naciera como un homenaje en el decimoquinto aniversario de la caída de las Torres Gemelas, llega en un momento en el que Europa tiembla con el impacto de los atentados terroristas.
El primero en causar una reciente conmoción en el viejo continente tuvo lugar en París, en noviembre de 2015, donde varias explosiones dejaron a su paso más de un centenar de fallecidos. La casualidad quiso que McCurry formara parte de los miles de espectadores del estadio de ‘Stade de France’, atacado por una de las bombas. Con estos hechos da comienzo una narración centrada en la complicada biografía del fotógrafo. De esta forma, el relato se basa en la conexión que va estableciendo entre los recuerdos de sus trabajos, cuyo eje central siempre acaba siendo el 11-S. Y es que su experiencia en territorio hostil se encontraba tristemente reflejada en lo que vivió aquella mañana en Nueva York.
Entre los diferentes ejemplos que nos ofrece cuenta con asombro el momento en el que se fijó en el cielo mientras se aproximaba al lugar que hoy en día conocemos como Zona Cero. “Parece…que se ha solidificado. Me recuerda a Kuwait, en 1991”. A esta viñeta le siguen una serie de fotografías de aquel pasado con el que se reencontraba, junto a una cartela en la que “pensaba que jamás volvería a ver un cielo así…”. Como esta encontramos otras reflexiones sobre el nuevo ‘territorio hostil’, conexiones que se van estableciendo a lo largo de la novela gráfica y que no hacen sino hincapié en este cambio de papeles que anticipábamos antes, en el que el horror y la tragedia pueden sacudir en la actualidad cualquier punto del mundo.
McCurry se centra también en la importancia que tiene para él lo que Cartier-Bresson acuñó como ‘instante decisivo’.
“Tan solo procuro encontrarme en el lugar adecuado en el momento adecuado y adaptarme a lo que venga”.
Lugar y momento. Composición y Tiempo. Aspectos que ya destacaban en los trabajos de Cartier-Bresson y en los que McCurry se centra de nuevo como podemos ver en la selección de imágenes incluidas.
Pero la reflexión más destacable de este relato es la importancia que tiene para él documentar la realidad, especialmente la más cruda y difícil de digerir. Esa incómoda que nos lleva a apartar la mirada pero que, en sus propias palabras, “alguien debe contar esas historias y difundirlas o la humanidad las ignoraría por completo”. Ya décadas antes se dice que Eisenhower pidió retratar los campos de concentración cuando fueron descubiertos para evitar que nadie negara su existencia años después. McCurry insiste de nuevo en el valor histórico de las fotografías, a pesar de las acusaciones de ganarse la vida a costa de estas desgracias.
Sin embargo, la línea que separa el sensacionalismo y amarillismo de lo que podemos considerar documentación es tan delgada que la polémica está servida. Sin ir más lejos, a raíz de los recientes atentados terroristas de Barcelona (agosto de 2017), la publicación de imágenes impactantes protagonizadas por las víctimas volvió a sacar a colación el eterno debate. En este, conceptos como la moralidad, el contexto en el que se enmarque esa fotografía o la manera en la que son presentadas juegan papeles fundamentales.
En cuanto a otros aspectos de la obra, cabe destacar la perfecta combinación que se establece entre los lápices de Jung Gi Kim y la fotografía de Steve McCurry. Aquello que ha quedado fuera de cámara es recreado artísticamente con diferentes estilos en función de la necesidad narrativa que requiera la historia, siendo el abuso de las líneas el motivo protagonista de los dibujos de Kim. Esta técnica consigue transmitir al lector un sentimiento de angustia y desasosiego que dialogan magistralmente con las fotografías y los textos.
En ‘McCurry, NY 11 Septiembre 2001’ la etiqueta de “novela gráfica” no puede ser más acertada, pues encontramos destacados ambos aspectos. Por una parte, en las páginas finales tenemos acceso a un amplio texto redactado a varias manos a partir de dos entrevistas a Steve McCurry (del que nació el guion de la novela gráfica, firmado por Jean-David Morvan y Séverine Tréfouël). Por otra, el aspecto gráfico no solo recoge el dibujo de Jung Gi Kim y el color de Walter Pezzali, sino las fotografías del propio McCurry, como ya hemos comentado. Este apartado gráfico se ve reforzado con la inclusión de un portafolio con 12 reproducciones de McCurry, entre las que podemos encontrar 8 inéditas. Estas se suman a las 64 fotografías que se encuentran repartidas a lo largo de la obra. Un eje cronológico, a modo de breve biografía y reseña de trabajos del fotógrafo cierra este título.
La edición, de grande dimensiones, ayuda a la presentación de las fotografías aunque alguna de ellas se ve perjudicada con el lomo de la encuadernación, al coincidir este con el motivo principal de la imagen. En España está disponible desde abril de 2017 a un precio de 23,95€ de la mano de Diábolo Ediciones, en colaboración con la prestigiosa agencia Magnum Photos.
Jung Gi Kim
Artista especialista en el dibujo sin referencias o bocetos, y con gran capacidad para las escenas complejas. Además cuenta con un espectacular control de la técnica con la que adorna sus dibujos hasta el más mínimo detalle. En ocasiones hace creaciones en vivo con público dibujando sobre una gran superficie, como vimos en el 35 Salón del Cómic de Barcelona. Entre 2007 y 2016 ha publicado una serie de tomos en los que recoge miles de páginas de su arte. Otro de sus trabajos es ‘SpyGames’, anterior a esta novela gráfica, en el que también trabajó con Jean-David Morvan como guionista. También cuenta con portadas para Marvel y DC Comics.
Steve McCurry
Fotógrafo especializado en fotoperiodismo en el que destacan sus trabajos en territorio hostil. Su dilatada carrera incluye multitud de galardones, como el de la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa o cuatro primeros premios del World Press Photo, entre otros. El trabajo que realizó en Afganistán en la década de los 80 le valió la Medalla de Oro de Robert Capa, y sus imágenes en este conflicto fueron de las primeras en mostrarlo. Su obra ha estado presente en las revistas más prestigiosas del mundo y con frecuencia se le puede encontrar en National Geographic. En esta la imagen de portada de la niña afgana Sharbat Gula terminó de consagrarle como fotógrafo especialista en captar tragedias en los rostros de los inocentes.
En 2016 se desataron unas investigaciones sobre posibles imágenes manipuladas y el fotógrafo se declaró como un ‘contador de historias’, pese a haber ejercido como fotoperiodista durante su carrera. Desde entonces, la sombra de la duda está presente entre sus compañeros y seguidores.
[note] 
Steve McCurry estuvo presente en Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Manhattan es su isla, la base de operaciones desde la que parte a sus viajes por todo el mundo.
Para él, las Torres Gemelas formaban parte de la línea del horizonte. Aquel día las vio derrumbarse a lo lejos, pero después se adentró en la zona para fotografiar el sinsentido e inmortalizar con su cámara las cicatrices de la ciudad y de sus habitantes.
Quince años después de esta dolorosa tragedia, rememoramos los acontecimientos a través de los ojos del fotógrafo y de la pluma del talentoso dibujante coreano Jung Gi Kim.
Este relato se ha entretejido para evocar los numerosos viajes de McCurry y los lugares que ha recorrido. Reportero de guerra «por casualidad», las múltiples catástrofes a las que se ha enfrentado Steve McCurry con su cámara no han cambiado nunca su juicio benevolente de la humanidad.
A través de una combinación de épocas y lugares y una original mezcla de dibujo y fotografía, en este libro se nos presenta el testimonio de un hombre que ha contemplado el drástico cambio de siglo del mundo y de sus habitantes. [/note]
McCurry, NY 11 Septiembre 2001
