En el mundo del anime, las producciones originales no suelen ser las más abundantes ni las que mejor reconocimiento obtienen (si bien existen ciertas excepciones). Como norma general, los animes son producciones realizadas para popularizar o aprovechar una obra original, ya sean novelas (especialmente, novelas ligeras), mangas o videojuegos. Sin embargo, lo cierto es que las adaptaciones de videojuegos suelen ser bastante decepcionantes, aunque hay algunas series que, como siempre, les gusta desafiar tendencias y no hay ninguna que lo haga mejor que Steins;Gate.
A pesar de tener un comienzo, cuanto menos, confuso, es muy fácil empatizar y conectar con los protagonistas y seguir la historia. Dicho lo cual, evidentemente, si no habéis visto ningún anime o, al menos, no sois fans de la ciencia ficción, seguramente Steins;Gate no sea la serie indicada para introducirse en el mundillo. La serie nos presente a Rintaro Okabe un autodenominado científico loco, a lo que acompañan importantes dosis de paranoia. Vive con un amigo pirata informático, Itaru ‘Daru’ Hashida, en un pequeño apartamento sobre un taller de reparación de televisores, que hace igualmente las veces de laboratorio secreto. Allí, en compañía de su amiga, Mayuri Shiina, una simpática e ingenua fanática del cosplay que a menudo pasa por allí, funda el Instituto de Investigación de Artefactos del Futuro, dedicando su tiempo al desarrollo de artilugios de última tecnología.
Las cosas comienzan a ponerse extrañas cuando Rintaro y Mayuri asisten a una conferencia a cargo de un científico muy reconocido, en la que tiene intención de desvelar los resultados de su investigación sobre viajes en el tiempo. Rintaro, muy versado en el tema, reconoce todo lo que expone el investigador como una copia del trabajo de una misteriosa persona, muy activa en las redes unos años atrás, conocido solo con el nombre de John Titor. Tras montar una escena y desacreditar en público al profesor, Rintaro abandona la charla y se encuentra con una chica, llamada Makise Kurisu, quien le pregunta qué quería decir cuando habló con ella hace unos minutos, a pesar de que es la primera vez que Rintaro ve a esta chica. Creyendo, con razón, que se trata de una desequilibrada o, quizá algo más descabellado, un agente de una facción enemiga, escapa de ella a la carrera, solo para encontrarla muerta unos instantes después. Aún sorprendido, envía un mensaje a su amigo Daru para contarle lo sucedido… tan solo para darse cuenta de que la realidad a su alrededor ha camibiado. En primer lugar, resulta que la conferencia del científico se canceló. En segundo, resulta que, en la mayor de las coincidencias, esto salvó la vida de los potenciales asistentes, pues un satélite cayó del espacio y se estrelló sobre el edificio. Para más inri, vuelve a encontrarse con Kurisu, quien sigue sorprendentemente viva y sin señas de haber sido atacada instantes atrás. Como colofón, nadie recuerda haber oído hablar jamás sobre John Titor.
Nadie aparte de Rintaro parece darse cuenta de que el mundo ha cambiado. Tan surrealista es todo, que resulta que Daru recibió el mensaje de texto sobre el asesinato de Kurisu, pero lo recibió cinco días antes de ser enviado. Jugueteando con el móvil de Rintaro y su microondas, descubren que han inventado una máquina del tiempo que les permite enviar información en forma de mensajes de texto cortos en el tiempo (tal vez os recuerde a la película Deja Vu). El único problema es que cada vez que hacen eso cambian el pasado, lo que a su vez altera el presente. La única persona capaz de identificar estos cambios en el tiempo es Rintaro. A medida que exploran las posibilidades de su máquina del tiempo, se topan con una teoría de la conspiración que afirma que SERN (una suerte de parodia del CERN) ha estado generando agujeros negros en secreto y que están intentando usarlos para crear su propia máquina del tiempo.
La producción de la serie corresponde al estudio White Fox, con muy pocos títulos propios hasta la fecha y que logró hacerse un nombre, en gran parte, gracias a su acierto con esta serie, así como por la irremplazable labor de su director, Hiroshi Hamasaki. Por su parte, el diseño de personajes en Steins;Gate corre a cargo de Kyuuta Sakai (rol que repetiría años después en la adaptación de Re:Zero), partiendo de los originales de la visual novel de 5pb. y Nitroplus.
En lo que a las actuaciones se refiere, Steins;Gate no contó con grandes estrellas en su momento, siendo Kana Hanazawa la única reconocible en el momento, en el papel de Mayuri. Junto a ella, otros actores que posteriormente han ganado reconocimiento, como es el caso de Mamoru Miyano o Tamokazu Seki, eminentes secundarios hasta la fecha, cuyo número de roles protagonistas empezaba a ser importante.
En lo referente a la música, en esta ocasión se corresponde a Takeshi Abo, quien no suele prodigarse en exceso en el mundo del anime y tiende a centrarse en la composición musical para videojuegos. Este estilo está muy marcado en la estructura de la serie y hace que sea en muchos elementos muy similar a la original de la novela visual, también obra de Abo.
Tras su estreno en 2011 y tras ser reclamada sin cesar por los fans nacionales, llega a nuestras tierras la esperadísima Steins;Gate. Por un lado, tenemos la edición Blu-ray First Print, que incluye los doce primeros episodios de la serie, con audio original en japonés y audio y subtítulos en castellano, tráileres, teasers y el opening y ending en formato textless, así como un libreto de 32 páginas sobre la serie a un precio de 67,99 €. Por otro, también está disponible en edición sencilla en DVD, que incluye los doce capítulos con audio original en japonés y audio y subtítulos en castellano a 36,99 €.
Como conclusión, a pesar de que Steins;Gate no es una serie fácil de seguir para todos los públicos, es indiscutible que, dado el tiempo suficiente para presentar la premisa principal y partiendo de la base del caos que rodea a cualquier adaptación de novelas visuales, se trata de uno de los mejores trabajos que nos ha dejado la industria desde el cambio de milenio.
[note]Cuando el joven Rintaro Okabe inventa un móvil de microondas capaz de enviar e-mails al pasado, su mundo cambia para siempre… literalmente. Akihabara, verano de 2010. Rintaro Okabe es un brillante estudiante universitario tan seguro de sí mismo como inconsciente de su falta de madurez.
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