Pocas publicaciones de cómic en este país han sido tan longevas como la mítica TBO. Iniciada en 1917 la revista estuvo en activo con interrupciones hasta 1998, y entre sus páginas se configuró el fenómeno del cómic patrio. Su importancia puede verse en un hecho tan determinante como que ayudará a acuñar el termino español tebeo. Cualquier persona que trabajará en esa revista ha tenido un papel en la historia del cómic, y por eso es una gran pérdida que el último superviviente de la generación del TBO se haya ido. Hablamos de Josep Maria Blanco Ibarz, que ha fallecido en Barcelona a los 92 años.
Inició su carrera en el TBO en 1950 y trabajó en sus páginas hasta los 80 en historias como la conocida La Familia Ulises, heredada de Marino Benejam. La magia del humor de Josep Maria Blanco Ibarz era que estaba basado en lo cotidiano, ciudadanos corrientes enfrentados a situaciones poco previsibles. Era un gran admirador de Ricardo Opisso, y eso se nota en la preferencia por dibujar grandes multitudes. Pero una vez fuera de la publicación continuó trabajando y en 2015 publicó Otto el cañón, obra en color donde dejó patente lo mejor de sí mismo.
Toda esta vida entre viñetas le supuso ganar el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona hace 3 años. Como ya se ha dicho antes Blanco era el último superviviente de la generación que trabajó en TBO, ya que compartió revista con grandes autores como Josep Coll, Manuel Urda, Salvador Mestres o Antonio Ayné. Una gran pérdida para el mundo del cómic español, ya que se va el último representante del cómic nacional durante el franquismo y la posterior Transición, su contribución es inabarcable y desde aquí le damos el pésame a sus familiares y amigos, Sit tibi terra levis.
