Descubre el trato que recibió Rafael López Espí como portadista de Vértice
Vértice y Marvel
A finales de la década de los sesenta, Vértice tomó la iniciativa de publicar las aventuras de los cómics de Marvel en España, una iniciativa que ninguna otra editorial de nuestro país había tenido hasta el momento.
Gracias a ello, muchos hemos podido crecer devorando las aventuras de estos poderosos y carismáticos personajes, que siguen resultando tan interesantes, en sus ediciones actuales de Panini, como lo fueron en sus inicios. Sin embargo, los tomos con los que Vértice dio a conocer Marvel entre los lectores españoles contaban con la peculiaridad de lucir unas increíbles portadas llevadas a cabo por Rafael López Espí, un gran ilustrador, que solía inspirarse en dibujos del interior de los cómics para realizar unas cubiertas espectaculares, tal y como ya hemos mencionado en alguna ocasión.
Rafael López Espí en Vértice
Cabría suponer que Rafael López Espí gozaba de gran estimación en las altas esferas de Vértice, pero la cruda realidad era que Josep Torra, propietario de la editorial, siempre se comportó de un modo descortés y desagradable con el ilustrador. Afortunadamente, otros compañeros de redacción, tales como Tunet Vila o Fernando Sesén, le otorgaban un trato radicalmente distinto.
Por si esto no fuera suficiente, el verdadero problema que tenía Rafael López Espí en la editorialera el de la retribución económica, lo que llevó al artista a idear formas de realizar su trabajo de una manera más fluida. Para ello, dado que en aquella época no era fácil hacerse con una fotocopiadora, Rafael López Espí se sirvió de tácticas como la de usar una ampliadora mecánica, gracias a la cual podía utilizar pequeños bocetos como bases para las ilustraciones finales, las cuales contaban con el tamaño deseado.
Por desgracia, la idea de buscar el efecto necesario para que la cubierta resultase lo suficientemente atractiva para el lector ocupaba gran parte del tiempo del artista. Además, también le preocupaba el uso excesivo de técnicas pictóricas que se veía obligado a utilizar. En sus comienzos, Rafael López Espí había sido entintador y, en los inicios de la década de los setenta, comenzó a añorar dicha época.
Finalmente, el dibujante creyó encontrar el diseño ideal para las portadas Marvel, el cual consistía en colocar un personaje como figura principal (que solía ser el protagonista o un miembro del equipo en cuestión) y un fondo perfectamente delimitado, lo que permitía al lector situar al héroe en un entorno determinado. No se trataba de una técnica que no hubiese utilizado antes, ya que había realizado algo similar en algunas de sus antiguas portadas pintadas, como es el caso de Namor nº 13, cuya cubierta acompaña a este párrafo.
La colección designada para probar la efectividad del nuevo diseño fue Selecciones Marvel, ya que parecía correcto realizar la prueba en una cabecera de temática genérica. El experimento resultó tan satisfactorio que no tardó en trasladarse al resto de las cubiertas de las colecciones de la Casa de las Ideas. Entre finales de 1972 y principios de 1973, los lectores españoles pudieron comprobar el resultado de primera mano.
Sin embargo, Rafael López Espí no dudó en continuar experimentando, ya que el diseño se prestaba a diversas variaciones, como el hecho de integrar al protagonista dentro del fondo o dibujarlo como elemento aislado, entre otras ideas.
El espectacular trabajo de Rafael López Espí llamo la atención de la editorial Rollán, que no dudó en contactar con el dibujante con la intención que llevara a cabo portadas similares paras sus colecciones, como fue el caso de Rock Vanguard. Un simple vistazo a la imagen que acompaña a este párrafo nos demuestra cómo el estilo de este artista resulta tan espectacular como inconfundible.
Pero, tal y como comentamos en el título del artículo, Rafael López Espí no era valorado por Josep Torra en su justa medida. De hecho, el propietario de Vértice comentó al artista que debía hacerle un descuento, dado el gran número de portadas de las que se encargaba, lo que significaba que, en lugar de aumentarle el sueldo, tenia la intención de bajárselo. Como es de suponer, aquello no agradó nada al dibujante, que tomó la determinación de abandonar Vértice.
Sin embargo, dando muestra de una gran integridad profesional, Rafael López Espí no dejó la editorial en la estacada, sino que presentó a un dibujante llamado Javier González como su sustituto, una idea que encantó a Josep Torra, ya que estaba seguro de que ganaba con el cambio. No tardó en darse cuenta de su error.
Javier González demostró que no se hallaba a la altura de su predecesor. Ante esta situación, el propietario de Vértice no tuvo más remedio que dar marcha atrás y pedir a Rafael López Espí que regresara a la editorial y volviera a hacer aquello que tan bien se le daba, a cambio de una sustancial mejora en su sueldo. No cabe la menor duda de que Josep Torra debió darse cuenta de que hay que valorar y cuidar lo que tienes mientras aún te pertenece, ya que esa situación puede cambiar en cualquier momento.