Una característica importante que deben cumplir todos los superhéroes enmascarados es la de saber guardar secretos, empezando por el de su propia identidad. No obstante, en ciertas ocasiones, la información que se desea mantener oculta es de una magnitud mucho mayor de lo que se pueda imaginar, tal y como puede demostrarnos el caso de Peter Parker que se detalla en este artículo.
Es información conocida que, en 1971, el Departamento de Salud de Estados Unidos pidió a Stan Lee que escribiera un cómic que denunciara el tema de las drogas. Así, con Gil Kane a los lápices, vio la luz el cómic The Amazing Spider-Man nº 96, pese a que la censura de la época no lo aprobase, tal y como ya comentamos en su momento.
Sin embargo, aquella no fue la única vez que Marvel publicó un cómic de denuncia social, bajo petición externa, ya que en 1984, la Casa de las Ideas aunó esfuerzos con el comité estadounidense para prevenir abusos infantiles, lo que quedó reflejado en el cómic gratuito y didáctico Spider-Man and Power Pack.
Pese al título, este cómic, cuya portada aparece reproducida a la izquierda de este párrafo, no contiene una sola aventura protagonizada por todos estos personajes, sino dos historias, con Spiderman como protagonista de la primera, por obra de Jim Salicrup, Jim Mooney y Mike Esposito, mientas que los integrantes del grupo Power Pack son los personajes principales de la segunda, creada gracias a Louise Simonson, June Brigman, Mary Wilshire y Bob Wiacek.
Mientras que, en el caso de los cuatro hermanos con poderes, se nos narra cómo Julie Power descubre que una amiga suya está siendo víctima de abusos sexuales por parte de su padre, la historia de Peter Parker resulta más personal para el protagonista del cómic, ya que él es la víctima.
Si eres un fan habitual de las aventuras de Spiderman, habrás oído hablar de sus compañeros del Midtown High School: Flash Thompson, Liz Allan, Sally Avril, Jason Ionello, Tiny McKeever y Steven Wescott. ¿O acaso el último nombre no te resulta familiar? La verdad es que existe una clara explicación al respecto de por qué es muy posible que no lo recuerdes.
Sabemos que Peter Parker nunca fue un alumno popular en el ámbito estudiantil. Sin embargo, hasta los más empollones suelen acabar por encontrar a alguien con quien conectar. Así, Steven Wescott, más conocido como Skip, un chico algo mayor que el protagonista, aunque no tanto como para lucir la cabellera blanca que se puede ver a la derecha de este párrafo, se ganó la confianza de Peter Parker, lo invitó a su casa, le enseñó revistas eróticas y le realizó tocamientos indebidos, aunque no se vea ninguna imagen explícita al respecto. Al menos, así es como se lo confesó Spiderman a un vecino suyo, al tratar de tranquilizarlo, cuya niñera estaba llevando a cabo un comportamiento similar con el pequeño.
Quizás se tratase de un argumento bastante transgresor para la década de los ochenta, pero la verdad es que el cómic Spider–Man y Power Pack estaba patrocinado por la red de distribuidoras y librerías especializadas en cómics, por lo que su tirada inicial fue de un millón de copias. No obstante, se realizaron varias reimpresiones posteriores, una de ellas destinada a los diarios de prensa, por lo que se estima que la cifra final fue de un total de quince millones de ejemplares, un récord que ninguna otra publicación de Marvel ha logrado alcanzar hasta la fecha.
En 1987, vio la luz un cómic de Spiderman, que Marvel había llevado a cabo en colaboración con la cadena comercial 7-Eleven, en el que volvía a tratarse el tema de Peter Parker y Skip Wescott, por obra de Louise Simonson, John Buscema y Tony DeZuñiga. Aún así, no queda claro que estas historias formen parte de la continuidad oficial de Marvel, ya que no se ha hecho referencia a ellas en ninguna biografía arácnida. No obstante, no sería la primera vez que un hecho considerado canon es silenciado con posterioridad, muchas veces debido a la reacción de los lectores al respecto, como sucedió cuando descubrimos que Gwen Stacy había muerto después de dar a luz a los hijos de Norman Osborn.
En cualquier caso, tal y como comenta Jim Salicrup, la intención de estas historias no era otra que la de servir de ayuda a cualquier lector que pudiese encontrarse en una situación similar o que conociese a alguien que la padeciera. Otra cosa es si el tema se había abordado de la mejor manera o que la historia se considerara demasiado floja, pese a estar dirigida, principalmente, a niños de entre cinco y doce años.
No conviene finalizar el artículo sin comentar que el propio Stan Lee se basó en la historia original de Jim Salicrup para un relato aparecido en las tiras de prensa de The Amazing Spider-Man. Además, uno de los temas de la banda de rock The Black Lips es Spidey’s Curse (que puede traducirse como La maldición de Spidey), en la que se alude a los abusos sexuales infantiles sufridos por Peter Parker.
Por tanto, ¿dicha historia se puede considerar como continuidad oficial o no? Quizás nunca conozcamos la respuesta a dicha pregunta, pero no cabe la menor duda de que se trata de un relato que se convirtió en la fuente de inspiración de diferentes productos posteriores. Solo por eso, ya se merece su propio reconocimiento.