Desde que Spiderman hizo su primera aparición en Amazing Fantasy nº 15 (1962), gracias a los guiones de Stan Lee y a los dibujos de Steve Ditko, su éxito ha llevado a posicionarlo como uno de los personajes icónicos de Marvel. Por eso, es muy comprensible que el hombre araña haya participado en casi todos los eventos importantes de la Casa de las Ideas y que sea recurrente contar con él como personaje invitado en cabeceras protagonizadas por otros personajes, sobre todo si tenemos en cuenta que, cuando se formuló la idea, no parecía una creación destinada a triunfar. Una clara muestra de su éxito es lo relevante que fue el hombre araña en enero de 1985, tal y como puedes comprobar si continuas leyendo este artículo.
A primeros de dicho mes, una época en la que Marvel poseía los derechos de los cómics de los Transformers, a Jim Salicrup se le ocurrió que la mejor manera de que estos peculiares robots fueran reconocidos como parte del elenco clásico de la Casa de las Ideas era que otros personajes populares aparecieran en las aventuras protagonizadas por Optimus Prime y sus compañeros. Así, Nick Furia, Dum Dum Dugan, Joe Robertson y el propio Spiderman, que contó con una importancia argumental bastante notoria, se dejaron ver por el tercer número de la serie limitada The Transformers, con guiones de Ralph Macchio y dibujos del ya citado Jim Salicrup, cuya portada, realizada por Michael Golden, puedes ver a la izquierda de este párrafo.
Hasta ahí todo bien. El problema es que, desde el mes de mayo del año anterior, Marvel estaba publicando las Secret Wars originales, con Jim Shooter como guionista y Michael Zeck como dibujante, gracias a las cuales tenía un acuerdo con Mattel para sacar al mercado una serie de muñecos basados en algunos personajes de la colección, incluido Spiderman. Para Hasbro, que era la compañía encargada de los juguetes de los Transformers, aquello generaba un conflicto de intereses, cuya resolución fue que el hombre araña vistiera su traje negro en la aventura vivida con Optimus Prime y sus compañeros, ya que el muñeco de las Secret Wars lucía el uniforme rojiazul clásico. Lo curioso del caso es que Mattel también acabó sacando una figurita de Spiderman ataviado con el traje negro, dato del que no se informó a Hasbro durante las negociaciones. Ignoramos si la compañía juguetera llegó a darse cuenta de que le habían tomado el pelo. No obstante, como todos sabemos, en la actualidad, es fácil encontrar a la venta packs de muñecos en los que franquicias y editoriales se mezclan sin ton ni son.
Por otro lado, en ese mismo mes, la colección The Amazing Spider-Man abordaba su número 260, a cargo de Tom DeFalco y Ron Frenz, cuya portada puedes ver a la derecha de este párrafo, en cuyo interior se narraba un explosivo enfrentamiento del Duende contra Spiderman y Harry Osborn. Se trata, sin lugar a dudas, de un cómic que contaba con un equipo creativo que sentía un gran cariño hacia el protagonista de la cabecera, sobre todo en su identidad civil. Además, el propio Ron Frenz se lamentaba de que la frase “un gran poder también debe conllevar… ¡una gran responsabilidad!“, de Stan Lee, hubiera acabado retocada como “un gran poder conlleva una gran responsabilidad“, en la que, según él, se perdía el matiz del lema original.
Sin movernos del mes de enero de 1985, nos encontramos con el segundo número de la colección Questprobe, a cargo de Al Milgrom, en la que Spiderman vivía una desenfadada aventura mientras se hacía un lío al tratar de distinguir al Exterminador Jefe del villano Mysterio, ya que ambos portaban un casco similar. Dado que no nos extenderemos más en este caso, porque ya lo hicimos en su momento, si quieres saber algo más al respecto de esta peculiar colección, haz click en este enlace.
Y llegamos al final de nuestro repaso de la relevancia de Spiderman en enero de 1985 con el número 62 del primer volumen de Rom. La mayor peculiaridad de este comic, con Bill Mantlo a cargo de los guiones, radicaba en que su dibujante no era otro que Steve Ditko, que había regresado a Marvel con la condición de no volver a encargarse de Spiderman ni del Doctor Extraño, los únicos superhéroes de la editorial en cuyo debut artístico había estado implicado. Por tanto, ¿cómo era posible que el rostro del hombre araña apareciera en dos viñetas, pertenecientes a sendas páginas consecutivas de dicha colección?
La solución a este enigma es bastante sencilla. Los entintadores Ian Akin y Brian Garvey habían sido los encargados de añadir a Spiderman, ataviado con su traje negro, en dichas viñetas, sin informar a Steve Ditko de ello, tal y como se puede comprobar en la imagen que hay bajo este párrafo, por lo que es de imaginar que el dibujante se llevaría una desagradable sorpresa cuando el cómic apareció publicado.