Kurt Vonnegut, hace ya muchos años, escribió una novela imposible, inclasificable y desquiciada que ponía en jaque los presupuestos sobre la narrativa convencional. En parte autobiográfica, satírica y despiadada en lo global, Vonnegut exponía el horror de la guerra y sus consecuencias, aplicando conceptos de ciencia ficción a la par que envolvía el invento con toneladas de un extraño humor negro. El dramatismo del conflicto bélico se disfrazaba de extrañas emociones, que se mueven entre el pesimismo plomizo y la aceptación, con no poca ironía, de la falibilidad humana.
Matadero Cinco llega al cómic
Por supuesto, Matadero Cinco, al ser, como hemos comentado, inclasificable y lleno de recovecos temporales y argucias narrativas, no es sencillo de adaptar. Aunque Vonnegut, entre todos sus juegos autorales, deja también una serie de extrañas referencias visuales o, por lo menos, suficiente gama de emociones como para que el desafío de trasladar el embrollo a imágenes sea tan exigente como apetitoso.
El cómic, claro está, ofrece un buen puñado de herramientas, con sus propios trucos de trilero, como para recoger el testigo de Vonnegut. Por supuesto, se necesitan autores imaginativos, armados de atrevimiento, para acometer la adaptación del desquiciado universo del escritor americano. Ryan North y Albert Monteys son los valientes, empeñados en una reimaginación única y muy personal de una novela que es, al mismo tiempo, única y muy personal.
Con las adaptaciones se pueden cometer decenas de errores que lastren el resultado final. Demasiada fidelidad puede desvirtuar las intenciones del nuevo medio. El exceso de licencias conlleva la pérdida de conexión con el material original. Las decisiones timoratas pueden dejar la obra en tierra de nadie. En efecto, hay que estar un tanto chiflado para adaptar cualquier cosa a cualquier medio. Y si la cosa en cuestión es Matadero Cinco, algo me dice que lo de North y Monteys es de manicomio.
Sin embargo, Matadero cinco consigue la extraña comunión entre obra original e intenciones de los nuevos autores que hace que el público note de inmediato la envergadura del proyecto, el extremo cariño y respeto que muestran North y Monteys al adentrarse en el laberinto de ideas y reflexiones que contiene Matadero Cinco.
Billy Pilgrim, desprendido en el tiempo
La odisea de Billy Pilgrim (apellido nada accidental, por otra parte) conduce al lector de las miserias del frente durante la Segunda Guerra Mundial a los viajes interplanetarios, de la lucha cruel por la supervivencia a las meditaciones sobre la naturaleza del tiempo y la condición humana. Vonnegut se comunica a través de la viñetas de North y Monteys con su confuso mensaje sobre el determinismo y el libre albedrío, y sobre si somos capaces de librarnos de nuestros demonios como especie. En un universo donde nada ha sucedido pero todo ha sucedido ya, la existencia torna en enorme broma cósmica. Broma siniestra en ocasiones, en otras desconcertante. En el caso de Pilgrim, que aprende poco a poco a entender esa broma y toda su complejidad, nos invita a un viaje en el que nos preguntamos si todo tiene sentido ante la falta de sorpresa, ante lo inevitable. Ante eso tan hermoso y tan desgarrador que el común de los mortales llama vida.
Para que nuestro hilarante paseo tenga consistencia, Albert Monteys plantea toda una experiencia gráfica en las páginas de Matadero Cinco. Cada página es ejemplo de la complejidad de la obra, movimiento entre el realismo descarnado y la imaginación de ciencia ficción, la obsesión casi documental y la fantasía visual. La experimentación introduce elementos de psicodelia abrumadora, el silencio de los campos de concentración meterá el frío en nuestros huesos, el entresijo metaficcional (maravilloso uso del cómic dentro del cómic, por ejemplo) eleva el conjunto a ese no especialmente nutrido conjunto de obras que hacen del noveno arte un medio infinito, de lenguaje intrincado y poderoso a pesar de la, en apariencia, sencillez con la que se presenta (y de la que muchos no son capaces de ver más allá).
Matadero Cinco es una auténtica gozada para los sentidos, tan ingeniosamente tramposa como lo era la obra original, en manos de un escritor que conoce al dedillo el libro de Vonnegut y un Albert Monteys en estado de gracia, que ofrece una de las experiencias visuales más emocionantes y completas que he leído en años. Explosión de color, de ruptura de normas y reelaboración de otras tantas, ejemplo de libertad absoluta sobre el tablero de dibujo, capaz de expresar con su trazo el casi inabarcable amalgama de emociones que contienen los rostros cansados, confundidos y, en ocasiones, felices de los personajes de Matadero Cinco.
Es difícil dejar la lectura de Matadero Cinco a medias, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. De hecho, cuando cierres el libro, el eco del alucinógeno viaje resonará en el interior de tu conciencia por días. Porque un hombre gris como Billy Pilgrim se desprendió del tiempo, sobrevivió a la Guerra, vio lo peor del ser humano, viajó a otro planeta y casi se vuelve loco. Su aventura es un gran interrogante. Una pregunta, quizá absurda, que solo puedes responderte a ti mismo.
Así es, y así sera.
Matadero Cinco está publicada por Astiberri. Como es habitual en esta editorial, el continente hace gala de la excelencia del contenido, en donde se unen elegancia, sencillez e incuestionable calidad precio. Se trata de un libro encuadernado en cartoné, con 192 páginas a todo color en su interior. Lo encontrarás en tu librería favorita al precio de 18 euros.
Ryan North
North es un autor canadiense, nacido en 1980, con una exitosa carrera a sus espaldas. Entre otros éxitos de ventas, es responsable de la serie ‘Hora de Aventuras’ para Boom! y de los guiones de ‘La imbatible Chica Ardilla’, ambas ganadoras de premios tan importantes como el Eisner. En la actualidad, reside en Toronto.
Albert Monteys
Monteys es uno de los clásicos del cómic español. Curtido en la historieta independiente, obras como Mondo Lirondo del colectivo La Penya, le sitúan en el mercado nacional. Recae en la revista El Jueves, donde permanece hasta 2014. En los últimos años ha apostado por obras más personales e incluso orientadas al mercado internacional como ¡Universo!, publicada en Panel Syndicate de forma digital.