Corría el año 1592 cuando Inglaterra era asolada por una plaga que dejaba cientos de muertos a su paso. La peste cambió la vida de la gente y se prohibió, entre otras cosas, la representación de cualquier obra de teatro. Fue entonces cuando El Bardo de Stratford-Upon Avon, Sir William Shakespeare, tuvo a bien trazar con su pluma la más trágica de sus trágicas tragedias.
Ahora, más de 400 años después, las circunstancias se vuelven a repetir. Una plaga de enfermedad vuelve a asolar la Tierra, y unos bardos, Don Marcos Prior y Don Gustavo Rico, repiten, esta vez con bolígrafo y pincel, la más trágica las trágicas tragedias: La tragedia de Tito Andrónico.
La tragedia
La obra nos retrotrae hasta el antiguo imperio romano, ya en su decadencia. El protagonista, y cuyo nombre comparte con la historia, Tito Andrónico, es un viejo y laureado general de las tropas romanas que vuelve a casa acompañado de sus hijos, los que aún siguen con vida, tras enfrentarse a los godos, y trae consigo unos prisioneros de los más distinguidos, la reina goda Tamora, sus tres hijos y su sirviente, Aaron.
A su llegada, el emperador romano acaba de fallecer y sus dos hijos, Saturnino y Bassiano, discuten y pelean por el apoyo de los patricios para ser nombrado como el nuevo emperador de Roma. La disputa política se ve interrumpida por la alegre noticia de la llegada de Tito. De tal estima goza el general, que se le otorga a él la elección del emperador entre los hermanos, alzándose Saturnino como victorioso.
A su vez, se produciría el suceso que desencadenará todas las horrorosas desdichas del viejo Andrónico, el sacrificio a los dioses del primogénito de Tamora, Alarbo, con motivo de su regreso. Es ahí la hora maldita en que la reina de los godos jura venganza contra Tito y, de paso, contra todos sus hijos.
Queda así escrito sobre rojo el tema alrededor del que orbitará la obra, y no es otro que la venganza.
¿William Prior o Marcos Shakespeare?
Marcos Prior logra una adaptación maravillosa de un guion nada sencillo de trasladar. Usa a menudo los diálogos literales de la obra, y lejos de ser esto una crítica, es de admirar como ha sabido seleccionar que dejar y que quitar del original. El ritmo que le imprime hace que no quieras dejar de leer. A pesar de tratarse de unos diálogos densos, como cabía esperar, la trama te atrapa y te empuja como una gigantesca bola de nieve cuesta abajo. Los hechos se suceden uno tras otro sin un ápice de descanso y, cuando llegas al final, sientes el dolor y la angustia de tan incomodo viaje. Porque si, la obra es dura, dura como pocas. Quiere que sientas el sufrimiento de sus personajes, que empatices con ellos, incluso cuando cometen los actos más deleznables y sangrientos de sus vidas. No escatima en violencia y te hace sentir incómodo porque es justo lo que quiere.
Así consigue Prior una comunión perfecta entre la obra original, y el arte secuencial del medio que trabaja. Tienes la sensación de estar leyendo a Shakespeare, pero a un Shakespeare que ha escrito para ser representado en cómic, y no en teatro.
Del teatro a la viñeta
Estamos ante la que probablemente sea la adaptación de una obra teatral al cómic más literal y mejor perpetrada que hayamos visto. No dudo que si William Shakespeare quisiera a día de hoy escribir un comic, elegiría a Gustavo Rico como su dibujante. Todo el cómic es una alarde de recursos narrativos minuciosamente pensados para que parezca que estás sentado en una butaca y el telón ya se ha alzado. Desde el principio, ya emula el listado de personajes previo a cualquier obra metiéndolo dentro de la acción, y esto es solo un pequeño adelanto. La acción suele enfocarse desde un punto de vista frontal; los protagonistas rompen la cuarta pared para dirigirse al “público”; los escenarios se van sucediendo hasta el punto de que no encontraremos más de seis lugares en los que se desarrollan los acontecimientos, separados por paginas enteras de color rojo. Incluso en los distintivos ropajes, mascaras y espavientos de los personajes vemos reflejada la esencia del teatro. Otro de sus puntos fuertes, el color. La maravillosa portada ya nos anuncia el negro y el dorado, que predominarán en la obra, y al abrir sus páginas encontraremos al tercer invitado, el rojo. Los tonos oscuros y el trazo sucio trasmiten ese sentimiento de desasosiego, que entronca perfectamente con el dorado otoñal y representativo de los asuntos de alta cuna, hasta que llega el rojo de la venganza y lo empaña todo.
Tito Andrónico está publicada por Astiberri, y goza de una de las ediciones más preciosistas, a la par que atrevida, que hayas visto nunca. Se trata de un libro encuadernado en cartoné, con 104 páginas a color, y que podrás conseguirlo por 16 euros.
Es una de esas obras que se suelen denominar como “no para todos los públicos”. Sin embargo, en su favor juega que está sacada de la mente del Bardo de Avon. Sabes a lo que vas, si te gusta Shakespeare (quien osaría decir que no…) pasará a ser uno de tus cómics del año. Si aún no has leído nada suyo (¿A que esperas?) este cómic también puede servir como un primer acercamiento más llevadero que sus textos de hace cuatro siglos.
Marcos Prior
Es un ilustrador y guionista nacido en Barcelona en 1975. Aunque empezó su carrera más activo en la faceta de ilustrador, ha sido como guionista o como autor completo como ha desarrollado sus obras más sonadas. Obras como La noche polar, Gran Hotel Abismo o Necrópolis lo han situado como una de las figuras más importantes del mundo del cómic español.
Gustavo Rico
Es un ilustrador nacido, al igual que su compañero en este viaje, en Barcelona, en el año 1977. Aunque lleva muchos años trabajando en la industria, ha sido en los últimos, gracias a sus colaboraciones con Jorge García, cuando se a puesto a la cabeza de la ilustración nacional. Su trabajo en Los Dientes de la Eternidad, y especialmente en el reciente Myrddin, son buena prueba de ello.
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Tito Andrónico
ISBN: 978-84-18215-38-4
Esta versión en viñetas de la pieza de teatro isabelino intitulada Tito Andrónico da cuenta, a través del arte de Marcos Prior y Gustavo Rico, del tránsito del emperador por herencia al emperador por aclamación cuasi popular. Entrelazado todo ello mediante una espiral de violencia provocada por una serie de acciones y reacciones con el denominador común de la venganza (alimentada por el fuego del mal por amor al mal), que se van turnando hasta el paroxismo final con el que culminan no pocas de las obras atribuidas a la figura central del problemático canon occidental: William Shakespeare.
Autores: Marcos Prior, Gustavo Rico
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