En este artículo, nos centraremos en el complicado arranque que tuvo que sufrir la franquicia de los Transformers
Hoy en día, si hablamos de los Transformers, todo el mundo sabe a qué franquicia nos estamos refiriendo. Con una regulera saga cinematográfica a sus espaldas (sobre todo en el caso de la cuarta y la quinta entrega), además de un intento de reinicio para nuevas películas (cuyo resultado aún no hemos podido comprobar), la marca también se ha dejado ver en filmes y series de animación, videojuegos, cómics y muñecos. Sin embargo, todo tiene un inicio.
Origen de los Transformers
Todo empezó a principios de la década de los ochenta, cuando la empresa juguetera Hasbro se puso de acuerdo con la compañía japonesa Takara para llevar a Estados Unidos la comercialización de una línea de muñecos, cuyo mayor atractivo consistía en que estaba compuesta por unos robots convertibles, que acabarían siendo bautizados como los Transformers. Sin embargo, era necesario crear un universo alrededor de estos personajes, para despertar el interés de los niños por la adquisición de estos juguetes. Con la intención de solventar este inconveniente, se decidió que había que ponerse en contacto con Marvel, para así poder llevar a cabo el mismo esquema de marketing que tan bien había funcionado gracias el primer volumen de G.I.Joe (1982 – 1994).
Jim Shooter tuvo la idea de encomendar a Denny O’Neil la elaboración de un dossier que definiera los elementos esenciales sobre los que se iba a fijar la colección de los Transformers. Sin embargo, cuando lo tuvo en sus manos, no quedó contento con el resultado y decidió alterar algunos aspectos antes de dejárselo ver a la compañía juguetera.
Complicado inicio de los Transformers
Sin embargo, el dossier final tampoco terminó de convencer a Hasbro, que exigió numerosos cambios. Una de las pocas ideas de Denny O’Neil que permaneció inalterable fue la de llamar Optimus Prime al protagonista. Por otro lado, el concepto del planeta Cybertron, habitado por dos facciones de Transfomers enfrentadas, idea de Jim Shooter, también pasó la dura criba impuesta por la compañía juguetera.
Para no tener que seguir discutiendo con Hasbro, Jim Shooter decidió delegar en Bob Budianski (después de que las cuatro o cinco primeras personas a las que acudió se echasen para atrás, puesto que nadie quería cargar con el marrón), lo que le obligó a currarse un plan que satisficiera las exigencias de la compañía juguetera en tan solo un fin de semana.
Sin lugar a dudas, uno de los mayores problemas que tuvo que enfrentar Bob Budianski fue el de bautizar al mayor enemigo de Optimus Prime como Megatrón. A Hasbro le parecía que la fonética del nombre era demasiado similar a la de la palabra “megatón”, lo cual acarreaba demasiadas connotaciones negativas para el gusto de la empresa juguetera. Bob Budianski tuvo que hacer uso de todo su ingenio para convencerlos de que Megatrón iba a ser el líder de los malvados Decepticons, es decir, los enemigos naturales de los Autobots, los héroes de la historia. Si se trataba del villano principal, era lógico que su nombre llevase implícitas dichas connotaciones.
Solucionados los problemas de nomenclatura, el siguiente paso era decidir cuál sería el equipo creativo de una miniserie de cuatro números sobre los Transformers. En un principio, se eligió a Bill Mantlo como guionista, ya que había trabajado antes con personajes como Rom o The Micronauts, así que estaba más que acostumbrado a las colecciones relacionadas con muñecos. Sin embargo, a la hora de la verdad, él solo se ocupó de los argumentos, mientras que Ralph Macchio se encargó de los diálogos del primer número y Jim Salicrup lo sustituyó en los otros tres. La parte gráfica recayó en Frank Springer, pese a que no era un artista que estuviera acostumbrado a dibujar colecciones de estas características.
La colección de cómics de los Transformers
Asi, en 1984, apareció el primer número, cuya portada puede verse encima de este párrafo. Existe la posibilidad de que a la colección de los Transformers le hubiera ido mucho mejor si Bill Mantlo hubiera tenido un mayor control sobre ella. De hecho, había quien consideraba que la portada realizada por Bill Sienkiewicz era lo mejor del cómic, así que no cuesta mucho imaginarse cómo debía ser el resto. El propio Bob Budianski no tuvo problemas en reconocer que, en la editorial, eran pocos los que tenían confianza en dicho proyecto, motivo por el que parecía buena idea que se tratase de una colección de tan solo cuatro números y con cadencia bimestral.
Y, entonces, sucedió lo inesperado: la colección de los Transformers supuso un total éxito de ventas, de modo que Marvel decidió cambiar los planes y convertirla en una cabecera mensual ilimitada, cuyo primer volumen estuvo a la venta hasta 1991. Además, Bob Budianski pasó de ser el editor del título a convertirse en su guionista fijo. Pese a todos los contratiempo, los Transformers habían conseguido entrar con buen pie. Y, desde luego, no tenían ninguna intención de marcharse.