Steven T. Seagle acompañado por el arte de Teddy Kristiansen se adentran con Es un pájaro… en la esencia de Superman con un relato íntimo y personal
Siempre que escribo acerca de Superman cuento la misma historia. No debería repetirme, porque se corre el riesgo de que consideréis, queridos lectores, que soy un pesado sin mucho que contar, salvo batallitas personales, filias y fobias con supertipos de ficción. Pero es que afronto ‘Es un pájaro…’, el muy personal acercamiento de Steven T. Seagle, acompañado con el arte de Teddy Kristiansen, al mito de Superman.
Resulta que el bagaje personal con el Hombre de Acero del autor no difiere mucho del mío propio. Con todas las diferencias entre la biografía del autor y la mía, hay un viaje de descubrimiento, de uno mismo y del poder de las ficciones, puestas ante el espejo de la realidad. Del aburrimiento y hastío hacia un ser desesperadamente poderoso a la aceptación de la grandeza del icono como símbolo de esperanza, como reflejo de todo lo bueno a lo que podemos aspirar.
Así que sí, amigos, otra vez.
Lo mío con Superman
Y es que, como os he comentado en otras ocasiones, lo mío con Superman ha pasado por etapas. De la fascinación infantil a la dejadez adolescente. Demasiado bueno, demasiado poderoso, demasiado impecable. Demasiado perfecto para un mundo excesivamente gris. No fue hasta la edad adulta que entendí la grandeza del héroe, que acepté sin tapujos la enormidad de su presencia, la poderosa esencia de un personaje ideado para marcar la diferencia. Y sí, ya os hablé de todo esto cuando, hace no mucho, escribía sobre el ejemplo perfecto de reivindicación de todo lo bueno de Superman por parte de Tom King en ‘Arriba en el cielo’.
Otra vez leo una obra con Superman de fondo en la que veo ecos de mí mismo, que me obliga a reflexionar acerca de las razones por las que colecciono cómics, por las que gasto cantidades ingentes de mi escaso tiempo dedicado a la lectura insaciable de aventuras imposibles repletas giros desconchabantes. De nuevo unas viñetas, un puñado de vivencias ajenas, me ponen en el brete de la revisión de mi propia historia con el kriptoniano de fondo.
Pero era inevitable, porque esta confrontación con la idea de Superman y los prejuicios que rodean al personaje es uno de los grandes pilares de la historia de Seagle. Resulta que el tipo es afortunado. Es guionista de cómics. Y le ha tocado el premio gordo. El editor le ofrece, nada más y nada menos, hacerse cargo de la colección con la que sueña cualquier escritor. Superman. El Hombre de Acero. El buque insignia de DC en sus manos.
Pero Steven no está contento. De hecho, se están pensando seriamente el no. Porque Superman es demasiado perfecto en lo moral, absurdo en lo conceptual, trillado en lo argumental. El protagonista de esta historia no ve el deseado caramelo que la cabecera significa para muchos. Así que, mientras se piensa la respuesta definitiva, este escritor obsesivo y algo desquiciado medita sobre la idea del héroe de Krypton. Al mismo tiempo, empujado por la imponente figura del eterno boy scout, también da vueltas sobre su propia vida. Los miedos, los recuerdos, los silencios opresivos rebosan la mochila emocional a punto de desbordarse. La vida de Steven se desploma por momentos, acechado por la sombra de la enfermedad.
Seagle frente al espejo
Steven T. Seagle bordea las fronteras entre la realidad y la ficción armado con su propia biografía, reinventada como relato de aceptación y redención, con la figura de Superman como hilo vertebrador de las vicisitudes del protagonista. Por supuesto, que nadie espera una historia del kriptoniano al uso. ‘Es una pájaro…’ tiene más de relato costumbrista y drama familiar, aunque la idea metaficcional del cómic como reflexión de sí mismo permite utilizar al escritor distintas argucias argumentales para que el icono tenga su enorme parcela de protagonismo en la propuesta.
Historias dentro de historias, la épica del superhéroe se da la mano con las miserias del hombre común, lastrado por el vacío existencial. Desde esa oscuridad humana y prosaica, Seagle nos regala una magnífica historia de reivindicación de las ficciones como vía de escape, de Superman como sinónimo de esperanza. Seagle nos reta como lectores al mismo tiempo que hace lo propio con él mismo como autor, al usar los elementos del cómic alternativo y experimental para contar una historia desde la perspectiva de algo tan comercial como el tebeo de superhéroes.
El resultado es íntimo y emocional, un texto en el que el escritor se despoja de demonios internos con forma de pérdida y recuerdo. Pero, sobre todo, es la reconciliación de Seagle consigo mismo, con el niño que un día fue y con el héroe, con el primero de todos, con la necesidad de creer en imposibles, incluso en el absurdo, como verdad que nos permite ser mucho mejores personas.
En este escenario de aires excéntricos e intrépidos, el arte de Teddy Kristiansen encaja a la perfección con las intenciones de Seagle en el conjunto de ‘Es un pájaro…’. El ambiente intimista de la narración es visible en los dibujos de este personal artista, vivo y dinámico, que parte siempre de lo pequeño, expresivo y convincente en resultados. Los juegos entre realidad y ficción permiten extravagancias visuales, homenaje personal a los cómics de Superman desde la audacia y la libertad que otorga el juego fuera de los márgenes habituales. Todo un acierto que redondea la identidad de esta reflexiva obra acerca de la fe en un mañana más luminoso.
‘Es una pájaro…’ es algo diferente, que está muy lejos de ser una historia definitiva sobre Superman. Sirve como acercamiento al propio cómic, desde el alma desnuda de este autor, que explora entre recuerdos y emociones su propia relación con el héroe y el mundo. Retrato desde la edad adulta que recuerda al niño que nunca dejamos de ser, ‘Es un pájaro…’ es pequeña, pero necesaria. Porque hace que Superman sea el héroe que todos necesitamos. En estos tiempos impredecibles, la esperanza es la mejor arma a esgrimir. Así que leed ‘Es un pájaro…’, porque, cuando acabéis el viaje, tendréis una sonrisa en la cara.