Laura Pérez nos descubre en TÓTEM su personal universo de belleza y magia
Viaje. Qué palabra tan enrevesada, con tantas connotaciones, con un significado para cada uno de nosotros. Sendas que llevan de un lugar a otro, pero también experiencias personales de las que marcan, de las que imponen finales y, por ende, principios. Descubrimiento y cambio, sueños y metas, piedras en mitad del sendero, e incluso rutas traicioneras que nos pierden y despistan.
Reseña de TÓTEM
‘TÓTEM‘ es un cruce de caminos, un no lugar en el que el tiempo y el espacio se diluyen, punto incomprensible en el que confluyen vivencias y personajes, conectados por pequeños detalles, por misterios neblinosos que trascienden las fronteras de la existencia material y mundana. Laura Pérez nos invita a su universo, hermoso y envuelto de la bruma de lo mágico e invisible a simple vista, especie de ritual sinuoso de belleza etérea.
Laura Pérez deja patente en cada obra la singularidad de su voz autoral. En ‘TÓTEM’ se muestra íntima en su complejidad, trazos de melancolía que desprenden, de forma sorprendente, destellos de calidez entre la niebla de la nostalgia. Colores contradictorios y formas oníricas despliegan un mundo personal único, desconcertantemente bello e hipnótico.
La desnudez de lo cotidiano se entremezcla con lo oculto; personajes reconocibles y humanos se deslizan en las fronteras del sueño, descarnado despliegue de emociones que se lanzan a borbotones contra el lector, extrañado y fascinado al mismo tiempo. El reparto coral de ‘TÓTEM’ parece compuesto por personajes ajenos a sus propias vidas, arrastrados de forma inevitable a encrucijadas, enfrentados a sí mismos con sus tormentas internas.
Desperdigados por el tiempo, las circunstancias y contextos de cada uno son radicalmente distintos y, al mismo tiempo, parecidos gracias a ese encuentro con los extraño, con lo siniestro, con algo que está detrás del velo de la realidad que, en ocasiones, roza sus dedos con lo divino.
Además, están los rostros. Sonrisas apagadas, aunque cálidas en la timidez. Ojos que parecen lejanos, quizá perdidos en sueños, que mecen como las olas de un mar invisible, en calma, melancólicos pero vivaces. Henchidos de curiosidad y, puede ser, algo de suspicacia, como si fuesen conscientes de que este plano de realidad se queda corto.
El arte de Laura Pérez envuelve a la obra de TÓTEM en una sensibilidad muy especial
El arte de Laura Pérez atrapa y deslumbra armado de contundencia a pesar de la sencillez aplastante con la que plantea los elementos de la obra. No es exactamente minimalismo, pero sí economía inteligente de medios, que evita la saturación visual innecesaria. Pérez no necesita esconder debilidades en su propuesta, se aferra a la naturalidad del trazo, a la belleza de lo pequeño, a la narrativa por encima de las florituras y excesos.
Aunque el conjunto de ‘TÓTEM’ puede resultar sombrío y nebuloso, la narración es clara, orgánica; regala la sensación de que hay un orden en el laberinto onírico que sustenta el ritual de Laura Pérez, que convoca al lector para que sea parte de la ceremonia. Si nos dejamos envolver por la magia primordial que exuda ‘TÓTEM’, la experiencia quita el aliento.
En esa demostración de talento, los colores juegan un papel esencial. Forman parte de la fantasía a través del tiempo que plantea la lectura, describe los paisajes y las emociones que van implícitas a cada escenario, desde el pasado de brujería rural al presente de búsquedas existenciales en un mundo de ruido. Grises entre los que se escapa el sonido de los cuervos, color tierra en el que sentimos el calor del desierto, blanco y negro para visitas fantasmales escalofriantes y al mismo tiempo tan reconfortantes. Viveza pop de lo cotidiano diluida en la negrura de la noche, en la que la frontera con lo imposible se rompe y vislumbramos la realidad difuminada por el delirio alucinatorio.
El amor, la pérdida, el recuerdo, la soledad, el cambio y la nostalgia son alguno de los ingredientes de la pócima preparada por Laura Pérez. Eso sí, presentado con hermetismo esotérico, obligado el lector a descifrar las emociones sin destilar que rezuman de cada página de ‘TÓTEM’. Porque el mosaico de sensaciones está servido en la fantasiosa mezcla de road movie, cuento gótico, folclore rural y lo prosaico de la rutina más claustrofóbica.
TÓTEM es una viaje de cambio, descubrimiento y magia
Expuesto con honestidad y sensibilidad a prueba de cínicos, ‘TÓTEM’ es, efectivamente, el viaje con mayúsculas, ese viaje del que hablaba al principio, de cambio y descubrimiento, de antes y después. De contrastes terribles, de la oscuridad siniestra del bosque primordial a la ciudad como escenario de lo rutinario, de silencios rotos por el susurro de la voces humanas en medio de sus propias nadas, de pausa y horizontes, de tristezas y tonos de gris.
Muchos os preguntaréis de qué va ‘TÓTEM’. Así es, ni siquiera os he dado una pequeña pincelada del argumento de la obra de Laura Pérez. Lo cierto es que me resulta complejo resumir el hilo con el que se teje esta historia de historias, de puntos de encuentro entre desconocidos, de piezas de vida en los confines de la irrealidad. Pero creo que ‘TÓTEM’ es una lectura muy personal, en la que cada viajero que se sumerja en la bruma del ritual podrá sacar conclusiones propias, o simplemente dejarse llevar por la belleza de sus páginas. Es difícil que entendáis mi recorrido a través de este espejo, pero estoy deseando que viváis vuestra propia magia.
Si no es así, por lo menos tendréis la oportunidad del disfrute de algo diferente y único, que no rompe del todo las normas pero las asimila para sus propias intenciones. La historia parece un pacto del autor con el público, ceremonia de tintes chamánicos en la que la consciencia entra en pausa en los campos interminables de la alucinación. La claridad vendrá con el despertar. Entonces descubrimos que ‘TÓTEM’ es una rara avis, de belleza incuestionable e intenciones inquebrantables. Nada más que por esa esencia de encanto melancólico, ya es un triunfo. Estoy seguro de que, además, cada paso de este viaje será revelador.
Así que preparaos para la ceremonia. No creo que exista mejor sacerdotisa para esta senda que Laura Pérez.