Donde hay luz siempre hay sombras, y eso la literatura lo sabe bien. He aquí cinco villanos de la literatura que pasaron a la historia por el brillo de sus sombras
La cruel ironía de una historia es que, si no hay un problema, la historia no existe. Por ello es que la figura del antagonista, y especialmente de los villanos, resulta crucial para el movimiento de la misma. Es el aleteo de esa mariposa que levanta un huracán en la vida del protagonista, quien, como Dorothy en El Mago de Oz (Baum, 1900), debe volver a casa tras la tormenta.
En ese lado del tablero han pasado un sinfín de personajes; unos buenos, otros espectaculares, y algunos que resultaron ser una broma. Hoy veremos cinco ejemplares bajo este rol, exponiendo las razones tras su nombramiento; aunque es preciso advertir, primero, que esta lista no es absoluta, y segundo, nombres como Voldemort o Saurom quedarán descartados, pues sería demasiado obvio que están entre los mejores.
5. Lady Macbeth
De las psicópatas favoritas de Shakespeare; Lady Macbeth presenta el descenso a la locura de una mujer ciega de poder. Esposa de un general escocés destinado a convertirse en rey, es conocida por sus tretas para cumplir tal profecía, al grado de exterminar a quien se le cruce.
Lady Macbeth se caracteriza por su perfil narcisista, manipulador e inescrupuloso, con un temperamento iracundo e indolente. Fue capaz de incriminar a dos guardias tras orquestar el homicidio del rey Duncan, simbolizando su descaro al desentenderse del crimen mientras lava sus manos en una fuente. Lo gracioso, va de cómo su mente le jugará un mal trago, delirando con una mancha de sangre que no puede quitar de su mano; un recuerdo del peso de la ambición y del precio de quitar una vida.
4. John Redgrave
Este ejemplo es poco conocido, pero no quita el mérito de ser un sádico de primera (como todo buen vampiro).
Oriundo de la saga de Medianoche (Gray, 2008), específicamente, Balthazar (2012), este individuo se presenta como un sujeto sofisticado, pero que no niega en ser brutal con sus oponentes. Sumado a esto, Redgrave cautiva con su elocuencia y juegos mentales, lo que lo vuelve aún más peligroso.
En la psicología existe un término conocido como la “Triada Oscura”, que es una combinación de narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Dicha triada puede verse en este villano, así como se vio en Lady Macbeth, solo que, en su caso, no hay un remordimiento que lo inhiba. He aquí la diferencia entre Macbeth y la bestia que atormenta al joven Balthazar; encarnación del perfil vampírico que no se veía desde Anne Rice.
Algo curioso de esta caracterización es que haya surgido en la época de Crepúsculo, de Stephenie Meyer (2005), y su famoso “vampiro que brilla”. Es llamativo que, entre todo ese mar de hormonas, y una oleada de escritores arrimándose al carro de Meyer, apareciera Gray para recordar al público qué significa ser un monstruo.
3. Capitán James “Garfio”
El buen Jimmy es un caso especial. Trata de un hombre que siguió la senda más pulcra, solo para intentar descubrirse por medio de una fantasía. Aunque la novela trata de diferirlo de su archienemigo, Garfio es lo que Peter sería de permitirse crecer: un antisocial tiránico de temperamento implacable, pero hecho un adulto.
El único problema con este personaje es que ha sido tan reinterpretado por tantos autores que el sentido que James Barrie captó en 1911 se ha estado difuminando. Lo más cercano al Garfio de su autor fue la actuación de Jason Isaacs en 2003; aún así, faltarían detalles clave. Es que, cuando se trata de Garfio, muchos creen que solo es retratar la imagen de un bucanero y ya, cuando el asunto va más lejos.
Cuando Peter embiste al capitán con su espada, puede apreciarse su origen, el énfasis que su padre dio a los modales, incluso su paso por la universidad, así como un equipo importante de baseball; además que Barrie resalta el vivo recuerdo de Garfio sobre aquel campo de juego: el olor de la tiza en el marcador, el pasto recién regado, hasta la presión de los calcetines dentro sus zapatos. Es ahí cuando el lector se pregunta “¿qué te pasó, Jimmy?”, “¿qué hizo que un joven prometedor, tan bien educado, y que tanto amaba al baseball, acabara entre esos piratas?”.
Desgraciadamente, esa pregunta nunca tendrá respuesta, lo que vuelve aún más triste a su personaje, con quien el lector llega tanto a empatizar. Único.
2. El malvado lobo feroz
Este villano es tan peculiar como Redgrave, pues oscila entre ser un arquetipo y ser su propio personaje; después de todo, la literatura infantil cuenta con un abanico de casos en que esta figura se presenta como antagonista.
Lo que hace especial al lobo es la personificación que cada escritor le ha dado, dejando de ser solo un animal que corretea por el bosque para volverse un pillo. Y uno con clase. El ejemplo más claro deriva de Tony Ross y su obra Juan y el Lobo (1985), reinterpretación de aquella fábula del pastorcillo mentiroso. Dicha historia nos presenta a un lobo que vive en una mansión y que caza a sus víctimas con sal y pimienta; tiene un séquito que le sirve y ataca con la elegancia de un asesino serial. ¿Quién hubiera dicho que la criatura concebida por los hermanos Grim alcanzaría ese nivel de sofisticación?
Cabe agregar, el que contara con ese toque de humor negro le brinda personalidad, carisma; justo lo que hace especial a un buen villano.
1. “Un anillo para controlarlo todo”
El Señor de los Anillos (Tolkien, 1955) es la obra épica por definición, pilar fundamental de muchos autores en el rubro de la fantasía, con personajes entrañables, un mundo basto y antagonistas que destilan crueldad; pero de todos estos villanos, ninguno sería como ese ente hecho de metal, ente que ni el mismísimo Saurom podría doblegar: el anillo único.
A pesar de tratarse de un simple artilugio, lo que vuelve especial al anillo es su capacidad para manipular a sus usuarios, sacando lo peor de sí mismos y reduciéndolos a simples marionetas. Llega a ser inconcebible que algo tan pequeño fuese responsable de asolar un país entero bajo la guerra; más aún, considerar que cada antagonista de este relato, al final del día, resultara ser una víctima de este anillo. Es decir, Boromir, Saruman, Frodo, incluso el propio Saurom, terminaron siendo herramientas de caos para esta entidad.
Pero el caso que más remarcó lo nocivo de esta joya fue el caso de Sméagol, expulsado de la Comarca por homicida, reducido a un esperpento, hundido en una caverna. Este es el resultado de acarrear una relación tan tóxica, más si esta se encarga de robar la identidad del sujeto. Sméagol, o también Gollum, aunque no justifique sus actos, no deja de ser la consecuencia de un mal mayor, motivo por el que despierta empatía.
Por lo mismo, si tu antagonista no quiebra así a tus personajes, fracasaste como escritor.