Seguimos con nuestra serie de tres artículos preparando el 45º aniversario del estreno de La Guerra de las Galaxias, Star Wars, tras conocer todo el trabajo previo y las influencias que tuvo George Lucas.
En cualquier obra de ficción uno de los puntos esenciales es la creación del mundo, o los mundos en los que va a suceder la acción y donde se van a mover los protagonistas. Es vital que resulten creíbles y, sobre todo, bien construidos e interconectados. Y la creación de un mundo no se limita a lo geográfico.
La creación de Star Wars: las influencias
Entre las influencias de George Lucas para la creación de esta saga galáctica podemos encontrar las obras de Joseph Campbell, que exploraba los orígenes de los mitos y las religiones. Lucas buscaba las relaciones entre los mitos de diferentes culturas, qué era los que tenían en común historias de culturas tan diferentes. “Investigué para extraer todos los motivos de alcance universal” Afirma Lucas “Atribuyo el éxito a las bases psicológicas que llevan en circulación miles de años y a las que reaccionamos hoy de la misma manera”.
Por supuesto, se nos ofrecen los arquetipos míticos, y un clarísimo camino del héroe (que Campbell desglosó en 12 pasos en su famoso libro, muy del gusto de Lucas por aquella época): “es la historia tradicional y ritual de mayoría de edad. Cuando estudié el lado mitológico de lo que quería hacer, era un factor clave de los héroes”.
De hecho, podemos ver muchos tropos comunes en ambientes y situaciones de esta película: el astro puerto de Moss Eisley es el salón del western en modo galáctico, con los matones, el gesto de “aparcar” el caballo en la puerta…; las batallas de naves están claramente basadas en las escenas bélicas de aviones de la Segunda Guerra Mundial, como las películas de William A. Wellman; también tenemos el espíritu aventurero de las películas de Errol Flynn y de películas de capa y espada, de caballería.
Pero no solo de mitos vive la historia de La Guerra de las Galaxias. George Lucas era un gran cinéfilo (como su principal grupo de amigos y compañeros de profesión). Por ello podemos ver en el triturador de basura, un homenaje al Dr. Mabuse de Fritz Lang, y existe una clarísima influencia del cine japonés como La fortaleza escondida (1958) o la mucho más evidente de Los siete samurai (1954), ambas de Kurosawa (también muy del gusto de Spielberg).
En La Guerra de las Galaxias tenemos, además de los dos bandos principales (el Imperio y la Rebelión), una lectura religiosa con La Fuerza, planetas desérticos o selváticos, así como cientos de razas y especies, cada una con su identidad, costumbres, sus diferentes tipos de transportes y armas, etc.
Y no solo eso, La Guerra de las Galaxias es un mundo creíble porque nos resulta cercano, familiar. Ese universo está basado en la realidad de la época y (como decíamos ayer) en tropos comunes para el espectador como el western.
Además, las naves, los robots y el resto de objetos eran imperfectos, sucios, abollados, golpeados (excepto las relucientes naves del Imperio). Con ello Lucas se distanció enormemente de la ciencia ficción que se había visto hasta entonces.
Los personajes
Está claro que los personajes de La Guerra de las Galaxias son actualizaciones de tipos clásicos del mundo de las aventuras: existen dos grandes grupos, los buenos y los malos, pero con ciertos matices que se irán viendo en las posteriores películas. No dejan de ser actualizaciones de arquetipos y, en particular, de personajes que George Lucas había leído en los cómics y visto en los seriales cinematográficos de su infancia.
La esencia era una rebelión rebelde contra un Imperio dictatorial y malvado. El villano, Darth Vader, estuvo desde el principio, desde los primeros esbozos del guion. Pero los héroes tardaron un poco más en ser definidos: Luke (en principio Starkiller) llegó a ser un general de 60 años. Han Solo era verde y con branquias. No existía la Fuerza, sino que al principio se hablaba del Cristal de Kaiburr (como el Grial galáctico), buscando un concepto filosófico-religioso que fuera a la vez potente pero sencillo de explicar para que no entorpeciera en la historia.
Luke es, por un lado, ese personaje que representa al espectador, descubriendo juntos todo un mundo nuevo. Además, Luke representa la esperanza en el futuro pero sin olvidar el pasado, las tradiciones.
Muy clara es la afición que muestra la historia por el respeto a los mayores (de los que Obi-Wan es el mayor exponente), haciendo que Luke sea el “puente” entre el pasado y el futuro. Esto también se refleja en el uso de la tecnología. Obi-Wan habla con Luke y Han en una escena diciéndoles que no se fíen de la tecnología, a lo que Han responde sarcástico que los sables láser no son rivales para un bláster. Pero será al final de la película cuando Luke demuestre que hay algo mucho más poderoso que la tecnología, cuando apague el ordenador de combate de su nave y dispare “por instinto”.
Además de representar también el espíritu aventurero, Luke tiene una visión clara de lo que está bien y lo que está mal. Y será esa pureza la que vencerá al mal absoluto. Sin embargo, esa pureza viene dada por su falta de mundo, de conocimientos. Por eso tampoco es el héroe total de esta historia: él no es el que decide qué hacer, sino que se ve empujado por los acontecimientos.
Frente a él está Han Solo, el héroe muy a su pesar. Un escéptico materialista… o eso quiere creerse él mismo, porque como vemos, bajo ese cinismo late un gran corazón que no resistirá la llamada de ayuda de sus nuevos amigos. Podría decirse que es una representación de cómo los ideales heroicos y nobles se han adaptado a una sociedad pragmática.
Leia, por su parte, es la heroína empoderada: pasa de ser la damisela en apuros a tomar las decisiones que hacen falta. Es íntegra, noble, valiente e inteligente. Sabe hacer ver su visión sin imponer su orden, aunque tenga dotes de mando y está convencida de sacrificarse por la Causa si hiciera falta.
Otro factor importante en cuanto a los personajes (al guion, definitivamente) es que “la unión hace la Fuerza”. Es decir, la importancia del trabajo en equipo. En La Guerra de las Galaxias, George Lucas nos propone que personas con personalidades opuestas y con orígenes muy diferentes pueden trabajar juntas para conseguir un propósito común.
Por fin tenemos al mal personificado, Vader, cuya imagen es una mezcla de varias fuentes (armadura samurái, criatura mitológica, etc.). A pesar de ser el villano y no tener piedad (convencido de sus ideales como sus enemigos), es un guerrero de gran valor y destreza, que son las principales causas por las que hay que temerle.
Fue un acierto de Lucas el “despersonalizarle” con una máscara, lo que le otorga un aspecto mucho mayor de arquetipo, potenciando su presencia (además del uso de la cámara en contrapicados y, por supuesto, de su tema musical personal).
Ahora había que buscar a unos actores que lo interpretaran y que, a ser posible, no fueran demasiado caros. Además, había que crear ese universo creíble y había que plasmarlo en la pantalla. En este sentido, La Guerra de las Galaxias supuso un importante avance en varios aspectos técnicos como las maquetas o la combinación de los primeros ordenadores con el vídeo, con movimientos de cámara dirigidos por ordenador.
Efectos especiales y maquetas
Normalmente el procedimiento era el siguiente: Lucas diseñaba todos los personajes, paisajes, armas, naves, etc. McQuarrie y él discutían si esos diseños eran factibles y se realizaban los esbozos que pasarían al departamento correspondiente. En el caso de los robots, por ejemplo, el encargado de dar vida a los bocetos e ideas de Lucas fue John Stears, ganador del Oscar de efectos especiales por Operación Trueno (1965).
El problema es que lo que Lucas quería no lo había hecho nadie en el mundo del cine anteriormente. Así que se pusieron a buscar profesionales que estuvieran dispuestos a crear algo que solo el director sabía cómo debía quedar.
En el verano de 1975, Lucas fundó Industrial Light & Magic. “Entonces no había empresas de efectos especiales. El departamento de efectos especiales de los estudios había desaparecido, en parte debido a los gastos y en parte por el gusto del público americano que elegía películas muy realistas”.
En un almacén se juntaron los encargados de las maquetas y de los efectos visuales. Experimentaban con los ordenadores de la época, que no eran sino microprocesadores personalizados construidos por ellos mismos desde cero porque en aquel entonces no se vendían ordenadores personales.
Los maquetistas construían en cartón y otros materiales las naves, robots y decorados que leían en el guion, ya que solo existían algunas pocas ilustraciones, hechas por Joe Johnston y Ralph McQuarrie.
Como diría más tarde Paul Houston, uno de los principales encargados de la fabricación de las maquetas, “Lo que estábamos haciendo en 1975 era bastante avanzado para el estado del arte en Hollywood en ese momento. Y en la medida en que realmente no pudieron contratar a personas de las disciplinas tradicionales para hacerlo. Requirió mucha experimentación”.
Hasta entonces, la industria cinematográfica no utilizaba normalmente materiales como epoxis o resinas y el equipo de ILM probó y experimentó diferentes técnicas de moldeado, de materiales (sobre todo para las explosiones) y se comenzó a realizar muchas más tomas de lo que se había intentado anteriormente.
Por otra parte, los movimientos de las naves también cambiaron radicalmente, ya que el control de movimiento ahora lo realizaba un ordenador (primitivo, pero un ordenador al fin y al cabo), mejorando la sincronización y los efectos de cámara. Esto fue posible gracias a John Dykstra, supervisor principal de ILM, que desarrolló una nueva cámara (llamada Dykstraflex en su honor) que consistía en un sistema de cámara cuyo movimiento podía ser programado por ordenador.
Eso hizo posible que las naves se movieran de forma mucho más rápida de lo que habían hecho antes en cualquier película. Ahora las naves espaciales tenían velocidad, podían correr en zig-zag, girar… Lucas tenía muy claro lo que quería: batallas espaciales que fueran como las aéreas de la II Guerra Mundial (como ya hemos visto).
Incluso en el sonido La Guerra de las Galaxias fue toda una revolución. Ben Burtt fue el diseñador de sonido del Episodio IV y llegó a tener una enorme biblioteca de sonidos para la película, todos buscados y grabados por él personalmente.
Burtt combinó sonidos naturales con electrónicos de forma que creó un espectro sonoro totalmente nuevo: los gruñidos de Chewbacca son una mezcla de oso con morsa y otros animales de forma secundaria; para los blasters golpeaba cables además de mezclar reverberaciones.
El sonido de las espadas láser es una combinación del zumbido de un proyector y el de un tubo catódico de una televisión. R2D2, en palabras del propio Burt “es una combinación de las dos cosas: (…) El sonido electrónico (…) se hace con un sintetizador. La otra mitad del personaje de R2, la voz del personaje, es orgánica; hay sonidos de pequeñas tuberías de agua que se han retorcido y por las que se han hecho sonar silbatos y cosas así. Y (…) hay trocitos de sonidos que yo hago, sonidos como de bebé, quejidos y silbidos y arrullos”.
Estos sonidos, digamos naturales, se mezclan con los electrónicos intercalándolos de manera que parecen un solo sonido, ni orgánico ni electrónico. Esta mezcla es ideal para R2 porque es una máquina, por supuesto, pero al mismo tiempo tiene una clara personalidad “humana”. Y un largo etcétera.
Y todo fue diseñado y construido en aquel almacén. Aunque no todo fue tan fácil como parece.
El reparto
Lucas fue eligiendo a los actores más por su imagen que por sus capacidades interpretativas: buscaba caras que encajaran con las imágenes (estereotipadas) que tenía en su cabeza. No quería que unas caras famosas o demasiado carismáticas eclipsasen al personaje. Esto, unido al ajustado presupuesto, hizo que se eligieran actores desconocidos o semi desconocidos (provenientes en su mayor parte de la televisión).
Para Luke, Lucas buscaba alguien que proyectara inteligencia e integridad. Uno de los que pudo ser Luke fue William Katt (conocido por ser más tarde Ralph Hinkley en la serie de televisión El gran héroe americano). Con 24 años era popular por series de TV y poseía una imagen pulcra y un estilo casual que gustó a Lucas.
Para el papel del aventurero Han Solo quería a alguien de más edad, cínico. Tras varias pruebas a actores como Kurt Russell, Nick Nolte o Christopher Walken, se eligió a Harrison Ford, quien ya había trabajado con Lucas en American Graffiti, aunque como el director solo quería caras nuevas (en contra de la opinión de su amigo Coppola) no le dejaron hacer la prueba, por lo que le contrataron para leer las frases a los otros actores, aunque al final se le eligió.
En cuanto a Leia, la gran mayoría de las actrices jóvenes de Hollywood hizo la prueba, como Amy Irving o Jodie Foster. Era un personaje algo más complicado de interpretar porque a pesar de tener una edad similar a la de Luke, su función como líder de la resistencia precisaba que la actriz proyectara más fuerza y seguridad, y se lo llevó Carrie Fisher.
La elección de estos tres actores, bastante desconocidos, preocupaba a la Fox, así que Lucas tuvo que ceder un poco y contratar a otros actores de prestigio como Sir Alec Guinness para Obi Wan o Peter Cushing como Moff Tarkin.
Fichar a Guinnes fue un buen espaldarazo en varios aspectos. En primer lugar, por el prestigio que daba a la película, y en segundo lugar porque fue en Gran Bretaña, en Londres, donde se realizaría la mayor parte de la producción de la película, lo que dio acceso a Lucas a estudios más grandes y a reconocidos expertos en producción de películas.
El personaje de Vader exigía a alguien de gran estatura. Por eso se eligió al campeón de culturismo David Prowse, que había hecho de Frankenstein en algunas películas de la Hammer. Sin embargo, para el personaje de Vader se utilizaron otras dos personas. David Prowse tenía un fuerte acento escocés que no gustaba a Lucas, además de que el director quería una voz más potente y amenazadora, una “voz más oscura”. Y eligió a James Earl Jones (y, más adelante, a Sebastian Shaw para poner cara al moribundo Anakin. Sobre este peliagudo tema os recomiendo el documental de 2015 I am your father).
Para Chewbacca tuvieron que buscar fuera de los circuitos habituales, hasta encontrar a Peter Mayhew, de 2,20 metros de alto. Ni Prowse ni Mayhew tenían experiencia en la interpretación y fueron elegidos tan solo por su físico.
¿Y para los robots? Era otro reto interesante. Los diseñadores de producción construyeron una extensa colección de robots y androides de todos los tamaños, pero si querían buenas interpretaciones necesitarían actores de carne y hueso.
Para R2-D2 querían un actor pequeño con mucha imaginación para transmitir con movimientos lo que sentía, y eligieron a Kenny Baker, de un metro de altura.
Anthony Daniels fue elegido para meterse dentro de C-3P0 por su constitución y por su experiencia como mimo. Además, Daniels fue muy importante en la personalidad de C3PO: suya fue la idea de darle al androide una forma de ser similar a la de un mayordomo
Ambos tuvieron que pasar largas y duras jornadas dentro de sus armazones de metal.
En la tercera y última parte de este repaso a La Guerra de las Galaxias veremos todas las penurias que tuvieron que pasar tanto en el rodaje como en la producción de los efectos especiales, hablaremos de la importantísima banda sonora y llegaremos al estreno y su repercusión mundial.