ALIEN ALBIÓN: Regreso a Camelot
La espada en la piedra, Merlín, la mesa redonda, Camelot, Ginebra, Morgana… Arturo. Nombres propios que componen un cosmos mítico que trasciende las nociones de tiempo y espacio. Historia, o más bien conjunto de historias, que han inspirado a narradores generación tras generación en diferentes tipos de expresión artística, de la poesía al cine, un camino que, de momento, culmina con la llegada a las librerías de Alien Albión.
Los mitos artúricos son de sobra conocidos por el gran público, aunque sea a través de las variaciones que han perpetrado estos creadores, unas veces con devoción absoluta por el concepto clásico, en otras ocasiones a través de un prisma rompedor y novedoso. Vaporosos ejercicios de estética como Excalibur, caricaturas ingeniosas como Los caballeros de la tabla cuadrada, o impactantes revisiones en viñeta como Camelot 3000, no son pocas las reinvenciones que la leyenda de aquel joven que extrae la espada de la piedra han extendido el poder cautivador del mito.
El último en apuntarse a esto de dar vueltas a lo que nos han contado tantas veces es Javier Marquina, acompañado por los artistas Xavi J. Y Héctor Marper. Con este autor de por medio, si conocéis su trayectoria, ya os podéis imaginar que lo que nos plantea en las páginas de Alien Albión poco tiene que ver con esas aventuras de épica, heroísmo o amor cortes que caracterizaban los relatos originales
EL PODER DE EXCALIBUR
Alien Albión nos arroja sin miramientos a la acción a raudales, a la sangrienta competición por la que los campeones del reino se ganan el derecho a portar Excalibur. Por circunstancias del destino, la famosa espada cae en manos de un joven que ni siquiera participaba en la contienda. Así comienza el horror, puesto que Arturo está muy lejos del ideal caballeresco. Caprichoso, vengativo y despiadado, poseedor de un poder inconmensurable en forma de tecnología extraterrestre, subyuga a los distintos pueblos de esta Inglaterra fantástica a base de violencia y terror.
Como suele suceder cuando un imperio basado en el miedo se alza, no tarda en aparecer la resistencia. La única oportunidad de estos valientes es encontrar el grial, un arma que rivaliza con Excalibur en capacidad destructiva. Están dispuestos a pagar su osadía. Pero es porque, quizá, no son conscientes del precio. Puede que el poder que despierten para detener a Arturo sea tan monstruoso como el mal que confrontan.
Marquina tiene a estas alturas un estilo reconocibles, basado en el ritmo endiablado, la violencia explícita y los diálogos afilados como cuchillos. El dinamismo es el secreto de la ágil lectura de este descenso al caos profundo, alimentado, cómo no, por la más noble de las intenciones. Alien Albión es puro descaro que invita al lector a unirse a una fiesta brutal en la que todo nos suena, pero es novedoso y salvaje.
Los que esperen un reverencial acercamiento al canon artúrico que se preparen par aun infarto, porque la criatura de Marquina es un brebaje de adrenalina a base de ingredientes que casan con extraña alquimia. De la fantasía de magia y espada a la destrucción cósmica que tiene mucho que ver con el cómic de superhéroes, Alien Albión abraza sin vergüenza la esencia de entretenimiento acelerado, en el que simples mortales desafían al poder de un dios aunque tengan que reducir el mundo a cenizas.
EL ARTE DE ALIEN ALBIÓN
El arte de Xavi J es todo un descubrimiento. Puede parecer algo simple y naif en el primer vistazo, pero se acopla sin fisuras a la explosión de cráneos y desmembramientos que adornan las viñetas de la obra. La sencillez de su trazo es puro movimiento, y la narrativa se adapta a las necesidades de la historia sin ningún tipo de floritura excesiva.
Eso sí, de cuando en cuando se permite algunos juegos con la página y experimentos psicodélicos que dan mayor empaque a la alucinación extraterrestre que se desata en los momentos finales de Alien Albión. Es en este episodio final cuando vemos el despliegue de imaginación gráfica del dibujante, con diseños muy locos que parecen un continuo homenaje al Kirby de los Eternos, sumido en aquel sueño febril de tecnología imposible llegada del espacio.
El color de Héctor Márper, intencionadamente luminoso, redondea el viaje por el Camelot despiadado y dictatorial que idea Marquina, colores que se tornan en fundamentales en los últimos compases de Alien Albión, cuando el brillo de las armaduras cromadas refleja el rojo fuego de la destrucción. Se adapta perfectamente a las curiosas anatomías del diseño de personajes de Xavi J y da personalidad al conjunto a base de contrastes perfectamente medidos.
Marquina empieza a ser una voz reconocible en el complicado mercado editorial patrio. Es de esos autores que me dan la sensación de vivir conectados a un gotero de café para seguir escribiendo, porque siempre está metido en algún proyecto o aventura comiquera. En este caso ha encontrado la complicidad de Karras, editorial que apuesta por autores en plena expansión de su potencial, con ediciones bastante cuidadas que tratan con cariño tanto el contenido como el continente.
Toda una experiencia que une mitologías, algunas perdidas en los albores de la historia de Europa, otros tan cercanos como el cómic de superhéroes. Reivindicación de que, efectivamente, las historias de seres con poderes sobrehumanos y las consecuencias de sus actos siempre formaran parte de nuestras ficciones, en un formato u otro.
Alien Albión es todo un ejemplo de arrojo e ideas claras, un tipo de cómic que necesitamos en el panorama nacional, que aporta diversidad y gamberrismo con las miras puestas en todos esos tebeos que hemos devorado a lo largo de nuestro bagaje como lectores. Nada más que por eso ya merece el aplauso, y el hueco en vuestra estantería. Y es que, además, lo gozas a lo bestia.
Así que a disfrutar, sin complejos.