Acompáñennos a ver esta joya musical de los 90′ que puso a prueba el amor entre el joven Shuichi y su adorado Yuuki. Un clásico de studio DEEN
Gravitation, de Maki Murakami, es un romance noventero con el aura de su década grabado a fuego. Y también de esas piezas que rompieron varios esquemas en su momento.
La obra en cuestión fue publicada en la revista Kimi to Boku Magazine en 1996, bajo el sello editorial de Sony. Luego sería adaptada a televisión de parte del estudio DEEN, en 1999. Nos narra la historia de un muchacho aspirante a ser el nuevo ícono de la música en Japón (Shuichi), que en sus andanzas conoce a un misterioso escritor (Yuuki), del cual se enamora. Su idilio nos llevará a conocer la sombra de un hombre perturbado, pero con un corazón electrizante que robará al cantante más de una sonrisa.
Asimismo, como se ha dicho, la historia retrata el interior de la industria del disco, con Shuichi y su banda (Bad Luck) como guía para el espectador. El camino de estos artistas presentará la experiencia de las giras y la TV, las exigencias del mercado, y, en general, el día a día de un músico profesional. Esto incluye las relaciones con la prensa y, en este caso, el enamoramiento.
El argumento tras este romance
Aunque a simple vista, Yuuki y Shuichi son una pareja remarcada por varios clichés, destacan por la sinceridad de su entrega; en especial Shuichi. El único problema de este músico yace en el mismo lugar de Aiden Winter, de CMBD, cosa que, paradójicamente, es parte de su atractivo: es un niño. Tal actitud traerá a la relación más de un apuro, sobre todo por el introvertido carácter de Yuuki.
El parecido entre Shuichi y Aiden, en contraste de Yuuki y Wendy, recuerda al público la imagen de la dependencia emocional, pero con el alivio de hallarse en un lugar medianamente seguro, donde su afán es correspondido. No todos cuentan con esa suerte, de modo que se aprecia la oportunidad que estos personajes reciben.
En el tarot existe una carta conocida como el “As de Copas”, la cual representa la entrega total e incondicional en una relación. Shuichi viene a interpretar esta idea, pero también la vuelve una advertencia al público, quien ve cómo este personaje se expone a riesgos innecesarios, sofocando a su vez a Yuuki. Lo más importante de este arco va de cómo el joven músico aprende a amar con prudencia, sin perder esa pasión que lo caracteriza.
Por otra parte, como se dijo, el personaje de Yuuki resalta la idea del corazón temeroso, que, si bien, ama a Shuichi, el miedo a salir herido le pesa. Y con motivos.
Yuuki Eiri, el erizo enamorado
La filosofía aborda un concepto llamado “el dilema del erizo”. Trata de las personas que buscan el afecto de los demás, pero las heridas que causa el contacto les inhibe. Yuuki Eiri representa este tropo, contrastando con la invasiva entrega de Shuichi.
Durante la historia se expresa que esta actitud se origina de un trauma de su infancia, del tiempo en que Yuuki vivía en Estados Unidos. El pequeño (cuyo nombre real es Eiri) tenía un profesor de reforzamiento: Yuuki Kitazawa. Era como un padre para él. Por desgracia, el sujeto resultó ser un perverso que intentó ultrajar al niño; pero como el maestro siempre llevaba una pistola, Eiri aprovechó la oportunidad… y se defendió.
Lo interesante de este argumento es la forma en que la autora marca en Yuuki las consecuencias de aquel ataque, partiendo por que su nombre artístico sea el mismo de aquel profesor. Es similar a la última escena del episodio de Fred, de Coraje, el perro cobarde (1996), quien deja su firma en el pelaje del perro, símbolo de su abuso. También se aprecia la constante ansiedad que envuelve a su personaje, la que intenta apalear con grandes cantidades de cigarrillos.
Lo más triste de todo es que Yuuki realmente desea que su dolor sea contenido, pero como el erizo que es, no puede acercarse al resto mientras tema a ser herido, y a herir otra vez. Por esto la influencia de Shuichi le es tan significativa; lo guía para salir de su coraza y volver a confiar en otros.
La música en Gravitation
Bad Luck es la viva encarnación de las bandas de rock de los 2000, algo como Green Day o Linkin Park. Son presentados como estos aspirantes sin mucho brillo, pero que supieron ganar su lugar en la industria.
De sus miembros se destaca la figura de Hiro, mejor amigo de Shuichi, quien además juega un rol como su hermano mayor. Es el cable a tierra para este hiperactivo niño, así como el impulso que necesita para accionar su “modo creativo”. Dicha figura también marca una fuerte contraparte con otro importante personaje: Taki, rival de Shuichi, así como el llamado de atención de la obra hacia la homofobia (o eso parece).
Lo curioso de Taki es que su causa para repudiar a Shuichi actúa del mismo modo que cierta familia en el filme chileno “Una Mujer Fantástica” (2017), pieza a la que Cine y Literatura ya dedicó unas líneas. Dicho modus operandi aboga a lo siguiente: la orientación sexual del personaje repudiado es el medio, mas no la causa.
Parece confuso, pero si analizamos el comportamiento de Taki frente a las tendencias de Shuichi, no hay indicios de un paradigma conservador, o religioso; es la pura imagen de la envidia luego de que aquella nueva banda empezare a acaparar mayor público que su propio equipo. Por tanto, como medio para amedrentar a su contrincante, decide atacar donde sabe que a Shuichi más va a dolerle: su relación con Yuuki. Que Taki golpee al muchacho y lo amenace con divulgar su amor frente a la prensa para difamarle, viene más de un ego trastocado que de una mera fobia.
Pero la pieza que corona este retrato del mundo musical surge de la mano del joven Ryuichi, amigo e ídolo del protagonista. Su personaje es presentado como su inspiración para escribir canciones, ese artista que le sirve de modelo. No obstante, Murakami va más allá. Ryuichi es puesto en dos facetas: el artista, y la persona. Como artista es todo lo que Shuichi ve en él, una joya, una que no puede poseer; pero como persona es tal para cual con su protagonista, al grado ser absurda la distancia que el mismo marca entre ambos.
En ese sentido, la relación entre Ryuichi y el vocalista de Bad Luck monta un interesante paralelismo entre el mismo y su amado, porque su cercanía apela a quiénes son realmente y lo que eso significa para ambos. Este lazo los vuelve humanos, aterrizando así la ilusión que el colectivo suele tener de los rock stars. Y por lo mismo esta obra de Maki Murakami es más que recomendable, porque sabe abordar sus temas, principalmente con humanidad, esa que solemos ignorar entre tanta intriga y rock and roll. No olviden pasar a verla.