Considerando el reciente póster de la temporada 3 de La Casa Búho en el Twitter de Dana Terrace, es prudente resaltar lo mejor de la temporada 2
Durante 2021, el equipo de No Sé Qué Ver presentó su propuesta sobre La Casa Búho, de Dana Terrace. En esta se abordó la fuerza tras su temporada 1, entre lo que se destacó su crítica al sistema escolar, a la vez que aterrizaba ciertos clichés sobre los mundos de fantasía.
La segunda temporada continuó con esta línea, solo que Dana apostaría más fuerte; no solo con restringir la fuerza de Eda por su maldición, también con las fricciones causadas por la imagen pública de Belos, pero especialmente en lo que sería la especialidad de Terrace: la familia.
La evolución de La Casa Búho como relato fantástico
Una característica de la escritura de Terrace es el crescendo de su pluma. La temporada 1 luce por desarrollar episodios que fueron de menos a más, con Eda y Lilith como piezas centrales. La temporada 2, por su parte, aprovechó este conflicto para llevar a la mesa cómo se desenvuelven los personajes en su ambiente familiar… ¿Cuál de todos más desastroso?
Actualmente es común narrar los defectos que acarrea un grupo familiar, y cómo ello afecta psicológicamente a sus integrantes. De ese modo, La Casa Búho se volvió más que una lucha contra un brujo malvado; se volvió una radiografía hacia un problema social que no dejó indiferente a nadie.
Eda y Lilith maldiciéndose por ese puesto en el Aquelarre del Emperador solo fue un comienzo; la envidia de una sobre la otra, sumado a los complejos de la misma, sobre todo por el descuido de la madre hacia su persona, fue la clave de este arco. Cabe agregar los rencores de Eda hacia su madre por llevarla a sanar su mal con estafadores, y la culpa que esta misma siente por, en un momento de descontrol de la maldición, herir a su padre.
Otro conflicto familiar yace en Camila Noceda, la madre de Luz; una mujer viuda que trató de salvar a su hija de la expulsión. El argumento de Camila es que, piensa, ha llegado el momento de que su hija crezca y vaya más allá de sus propios intereses. Asegura, como muchos padres, que Luz debe abrirse a experiencias nuevas que le permitan formar nuevos lazos.
Por lo mismo, le es doloroso que su hija la dejara en pos de su “fantasía de brujitas”, más aún sabiendo todo lo que hizo por ella. Sí, tampoco es que Luz pertenezca mucho al Reino Humano, y tiene un mejor pasar con Amity y los otros; pero la idea de Camila no deja de ser válida para la formación de la niña, en especial respecto a su seguridad.
Al otro lado de la moneda se encuentra Odalia Blight, la madre de Amity. Esta mujer resalta por su actitud controladora y abusiva, llegando a dañar, incluso, a su propio marido. Lo triste es que pudo interpretarse como una forma narcisista de encontrar el bienestar de la familia, pero, para el final de la season, Dana rompe el corazón de su audiencia: Odalia solo ve a los suyos como meras herramientas para cumplir sus metas. Cruel, brillante y con la dosis de cinismo que un antagonista necesita.
Pero si esto no fuera suficiente, el trasfondo de su villano toma dichas ideas y la retuerce con brutalidad. Su figura en esta temporada demostró todo lo que Dana aprendió de la literatura fantástica de su juventud, a la vez que eleva el concepto.
El emperador, la máscara y la sombra
La gracia de Belos yace en las capas que Dana aplicó en su construcción. Para lograr este objetivo, jugaría con tres capas, expresadas según fue la teoría de Carl Jung (el encuentro con la Sombra). La primera es la imagen política de Belos frente a su pueblo; para ellos, él es un Salvador, quien unificó a las brujas y las sacó del salvajismo, pese a que la audiencia vea lo contrario.
Por otro lado, bajo esa máscara de oro, se encuentra todo ese cúmulo de roles autoimpuestos, y que hasta cierto punto es su verdadera máscara: Phillip.
Lo interesante de su pasado es que alude a esa época más puritana de Estados Unidos respecto a la magia (durante la colonización inglesa). Queda claro el contexto en que forma esa idea tan negativa sobre la magia, lo cual resulta paradójico, viniendo de alguien que se adaptó de forma eficiente a las Islas Hirvientes y a la Magia de Glifos; pero al final del día, ese es el punto. Phillip se vistió a sí mismo con una bandera de lucha, pero que solo es una fachada para su verdadera identidad: el hechicero. Y, posteriormente, el monstruo.
Aquel último punto (su Sombra) luce porque sabe apelar a las emociones de la audiencia, mas no manipulándola. Reconoce a Belos como el subproducto del fanatismo, pero no excusa sus acciones. Al fin y al cabo, él mismo asesinó a su hermano por casarse con una bruja, se alimentó de alma de los Taliamigos que capturaba y creó esta fila de clones de Caleb a los que usar, y luego matar.
Las consecuencias de sus actos se reflejan en el propio Hunter, el clon, o Deambulante, más parecido al hermano muerto. De él se aprecia esta bola de estrés por conseguir la validación de alguien a quien no le interesas, y aunque la trama parecía indicar que, en su forma retorcida, Belos tenía cierto aprecio por Hunter, al final resulta que no, volviendo más dura la bofetada para este muchacho.
Pero si con un monstruo no bastara, Dana sorprende a la audiencia con otro mayor, el cual desata toda su destreza en lo súper natural.
El Coleccionista; la pesadilla éldrica de Dana Terrace
Si algunos creían que Belos era lo peor en las Islas, era porque no habían visto a este salvaje. El Coleccionista es lo que pasa si escriben a Zeno-sama fuera de la comedia; una entidad cósmica con un poder descomunal, pero con la mente de un niño malcriado. La peor, y más aterradora combinación; propia de la influencia éldrica que recibe Terrace.
El Coleccionista no necesita presentación; bastó que redujera a un charco a Belos de un empujón, mientras reía con una risa traviesa. A esto se suma la forma en que movió la luna con solo un dedo, impactando tanto a la audiencia como a los protagonistas.
Lo más llamativo de su personaje es la bomba especulativa que genera con su mera presencia. Primero, por cómo podrán derrotarlo; segundo, cómo se relaciona con el titán. El cliff hanger de su autora no pudo estar mejor situado, incitando con creces a todos los que vieron su aparición a desear por más.
Y esto es lo mejor de La Casa Búho, que aprovecha las bases de su género y las llevas a zonas inexploradas, así como explota las capas de sus personajes para darles evolución. Por detalles como esos es que el género de Fantasía sigue siendo tan destacado como en los tiempos de J. K. Rowling. Dana Terrace no podría ser más digna sucesora de la tan famosa saga.