Continuamos este recorrido por Yu-Gi-Oh! en Ciudad Batallas. Ahora, su tropiezo con el arco de Noah y su cuestionable Mundo Virtual
El arco de Noah, o Mundo Virtual, es de esas piezas innecesarias. Más cuando su aparición ocurre en el clímax de un relato que tenía a su público expectante.
Se sabe que Noah es un relleno del Anime mientras Takahashi terminaba el manga, y se entiende; pero la queja no sería tal si la saga fuese mínimamente atractiva. Sí, cautiva por momentos, pero su plot es tan incoherente que las buenas ideas se pierden.
En fin, ¿qué trajo esta historia a su público?
Noah y su Mundo Virtual
La saga continúa las finales del torneo. Kaiba lleva a los semifinalistas a la isla familiar, donde los espera su Torre de Duelo, construida en las ruinas del antiguo centro industrial de Gozaburo Kaiba, su padrastro, dedicado a la producción de armamento.
El viaje será interrumpido cuando una base subacuática atrapa el dirigible del duelista. Dentro los recibe un muchacho de nombre Noah, quien parece conocer a Seto. Con él se encuentran los cinco ejecutivos que traicionaron a Kaiba durante sus pruebas del Mundo Virtual, o por lo menos sus hologramas, ya que sus mentes quedaron presas en el ciberespacio y no pueden salir sin un cuerpo físico. Por ello, desafían al grupo a una serie de duelos en el Mundo Virtual, sorteando los cuerpos de los jóvenes para los ganadores.
El arco consistirá en una secuencia de combates aislados, bajo la atenta mirada de su anfitrión, quien más adelante revelará un secreto que lo vinculará con los Kaiba, ¿pero qué hubo de malo en esto?
Un regreso que nadie pidió
El plot aprovecha los temores que implica encerrar a un grupo en un espacio altamente vigilado, resultando interesante. Ergo, tiene importantes problemas en su ejecución, especialmente de sus antagonistas. Primero, redujeron a un grupo de adultos “maduros” al juego de unos adolescentes, en un espacio que Noah pudo manipular desde el inicio para escapar con los cuerpos de sus víctimas sin necesidad de pelear. El desafío es lanzado solo para detonar la historia, dejando a sus antagonistas como idiotas.
El segundo problema es que dichos contrincantes se sobre esfuerza en verse interesantes, o con motivaciones genuinas, y en lugar de generar empatía, dan vergüenza. Uno de ellos, Gansley, pasa sermoneando a Yugi sobre cómo triunfó el solo en los negocios, usando el duelo para explicar su punto (¿para qué?). La batalla queda aún más descolocada cuando Yugi remata con un discurso sobre la amistad que los negocios no consideran. Predecible. Además que deja al espectador diciendo: ¿Y? ¿Aportaron algo con ese discurso? Spoiler: no.
Crump, por su parte, es el peor de los villanos. La saga lo presenta como un contador obsesionado con los pingüinos, cuyo odio a Kaiba viene de que este rechazó su proyecto para un centro de fauna marina. Dicha reacción trata de justificarse con un pasado “triste” sobre unos padres que no le dedicaban tiempo, razón por la que pasaba contando las cosas que habían en casa y leyendo sobre pingüinos. ¿Se supone que debíamos compadecernos? Es más, ¿por qué no solo estudió Zoología después de ejercer como contador, en vez de importunar a alguien cuyo rubro no iba tras en esa línea? Quién sabe.
Otro ejemplo de inconsistencia es Lector, aunque su caso es más razonable. El susodicho es presentado como el maestro de Seto en mundo empresarial. Su conflicto viene de que Kaiba destruyera las armas que creó para su padrastro, luego de que le quitara la empresa; legítimo, más sabiendo lo ingrato que fue Seto. Sin embargo, ¿no podía simplemente demandarlo por perjuicios, o pelear sus derechos de autor para relanzar sus proyectos en otra compañía? Conveniencias como esta quitan sentido a la trama, y especialmente a sus personajes.
Los otros dos ni hace falta mencionarles. Uno es un abogado que quiere salvar su pellejo con trampas; el otro solo está ahí para repetir que las máquinas son mejores que los humanos. Intrascendencia a más no poder.
Aún así, es cierto que Noah tiene elementos positivos. Uno de ellos es el uso de la “Carta Maestra”, dinámica que solo se vería en esta saga (una pena). Consiste en elegir un monstruo insignia que mantienes apartado del mazo. Cada uno tiene un efecto especial y, cuando lo creas prudente, puedes llamarlo al campo. Si la Carta Maestra es destruida, pierdes automáticamente, lo que incrementa el riesgo, al igual que la originalidad tras las mecánicas de los duelos.
Un segundo acierto fue explorar más el origen de los hermanos Kaiba, volviendo a este duelista un personaje más completo, sobre todo en su relación con su Carta Maestra: El Dragón Blanco de Ojos Azules.
Tras los ojos del Dragón Blanco
La historia de los hermanos Kaiba podrá ser cliché, pero aborda con claridad la transformación del mayor. Destaca la influencia de Gozaburo como este padrastro abusivo, cuya doctrina predatoria siembra en Seto la soberbia que lucirá de adulto.
La regresión cobra fuerza cuando Mokuba cuestiona las decisiones de su hermano, y aunque Seto se propone “dejar atrás el pasado”, el menor no puede hacerlo. Y es que hay una realidad: Seto y Mokuba están rotos, y ni todo el dinero que generan compensa el daño. Por ello no sirvió destruir las instalaciones de su padrastro, ni en el futuro -spoiler- la Torre de Duelo. Nada de lo que hagan sanará a los hermanos, salvo aceptar que están heridos, en especial Seto.
Cabe mencionar cómo los duelos de Seto reflejan la violencia que acarrea su interior, con esos ropajes llenos de puntas, que simbolizan hostilidad, o los rayos de luz que brotan de su mano al llamar a su dragón; una muestra de que el joven solo tira a matar, y no repara en las consecuencias.
Lo único que arruina este plot es su paralelismo con Noah. Para sorpresa de nadie, resulta ser el hijo biológico de Gozaburo, que tras un accidente acaba con su mente transferida al Mundo Digital. Como historia redunda en lo mal padre que fue Gozaburo y cómo ve al mundo como herramientas para sus fines; como personaje… es un clon de Seto. No tiene una personalidad propia y cuando quieren darle una vuelta de tuerca, el cast lo deja morir para que el grupo escape, negándole cualquier exploración futura. Y ese es justo el problema del arco; da tan por sentado que solo es un paréntesis, que desperdicia hasta sus mejores ideas.
Los traumas en un personaje siempre darán que hablar, más si el problema induce a un cambio. Por desgracia, ni Kaiba ni la saga lo permiten, y para el final el torneo prosigue como si nada hubiese pasado. Es frustrante. Tanto que pudo decirse y solo quedó en una hoja arrancada, una pelea que desnudó a un personaje para luego ignorarlo.
Si, hubo momentos destacados. La aparición del Caballero Oscuro es hermosa; ese plano cargando su espada con una cadena de runas tuvo personalidad, y siempre que Yugi y Joey luchan a dúo sacan su mejor lado. No obstante, el desperdicio de la premisa pesa. Sus antagonistas no tienen sentido, los duelos tampoco. Y no, que sea relleno no es una excusa, porque antes de un episodio, son una historia, y con todo lo que tenían pudieron hacer más. Si no, mejor no hacer nada.