Diario de Greg, una historia sobre madurez, amistad, así como el peso que implica adaptarse a los cambios que nos trae la vida. Imperdible
Los 2000 son una época ñoña. Su olor a rock, cómics y PlayStation se siente hasta el día de hoy en el aire, y la obra de Jeff Kinney capta perfecto esta esencia.
Diario de Greg: un pringao total (2006) es una obra de la editorial RBA, distribuida en digital por parte de EspaBooks. Es la síntesis de las dos pasiones de su autor, famoso por condensar en su relato la narración con el cómic, lo que potencia, especialmente la comedia de Kinney, la cual no funcionaría de otro modo.
La historia nos presenta a Greg, un niño que acaba de ingresar al Instituto. Ese año ha traído una serie de cambios a su vida ya que debe asistir a una nueva escuela, así como convivir con jóvenes en su misma etapa de crecimiento, aún si no todos maduran al mismo ritmo. Lo interesante de esta premisa es que asegura no haber una sola forma de crecer; es un proceso amplio que demanda cada cual su respectivo tiempo, lo que permite al autor abordarlo desde varias perspectivas. He aquí un ejemplo.
Analizando a Greg y a su diario
Un elemento a destacar es su presentación. Su autor construye la noción de que los lectores tienen un genuino diario en sus manos, empezando por su portada: una cubierta que recrea un encuadernado de cuero, brindando al libro la apariencia de un diario. También lleva pegada la imagen de un niño dibujado a lápiz, con una estética propia de una caricatura. Así convergen las dos habilidades de su autor (las letras y el dibujo), mientras el libro introduce a su protagonista: un “pringao total”.
No, hablando en serio, la portada presenta a un niño disgustado con su situación, poco enérgico y sin mucha voluntad, como cualquiera en su caso. Por ello este espacio resultará crucial para él, pues abordará ese mundo privado que no compartiría con nadie más, en especial aquello que le desagrada.
El diario hará énfasis en la escuela, lugar que llena a Greg de ansiedad. Esto por verse obligado a convivir con alumnos de mayor edad y estatura que lo hacen sentir intimidado, ya sea por no poder socializar, o por miedo de ser agredido. Dichos temores son expuestos en su caricatura del primer día, donde es agarrado por un alumno más grande, el mismo que, en el pasillo de los casilleros, aparta de un mochilazo a dos niños.
Otro detalle técnico es que utilice en sus líneas un formato Cómic Sans (poco usado en una publicación impresa). Además de que los párrafos se componen de un subrayado que emula una hoja de cuaderno. Los diálogos entre los personajes son retratados en ilustraciones con globos (típico de los cómics); mientras que sus bocetos se presentan en blanco y negro, con un delineado simple, propio de un niño como Greg.
Al ser una historia en tiempos modernos, toma muy en cuenta el uso de aparatos tecnológicos, pero no a un nivel abrumador, salvo por los reproductores de música de la familia. De hecho, parte de su mensaje realiza un fuerte hincapié en la música como esta muestra de crecimiento. Rodrick, el hermano mayor de Greg, lo señala con la aparición de su banda de rock y sus discos de Metal, con piezas dedicadas al desafío a las autoridades, especialmente a los padres.
Por otro lado, Greg profundiza en su relación con Rowley, espacio en el rememora cómo fue que lo conoció. De este segmento resaltan los proyectos que ambos incursionan, o bien, que Greg incursiona en solitario. Generalmente estos acaban en desastres, lo que saca lo peor, así como lo mejor del personaje.
Ahora, hablando de Rowley…
Nunca cambies, niño
Rowley es la otra cara de Greg; otra de las vidas en crecimiento que afrontan estos cambios, pero de una manera más positiva. Mientras que a Greg lo domina el miedo y las ansias por destacar, Rowley se deja llevar por su inocencia y su corazón de oro. No se intimida ante los alumnos más grandes y se muestra tal cual es, aún si avergüenza a Greg con su actuar (como en el paseo por la Casa del Terror).
El problema con Rowley es que tiene tan buenas intenciones que suele ser blanco de abusos de parte de su amigo. Asimismo, está tan centrado en alentar a Greg que no ve lo que le vuelve especial, al menos hasta la publicación de su cómic: “Gajes del Oficio”.
Su clímax como personaje llega cuando estas fricciones entre las expectativas ajenas lleva a ambos niños a pelear. Si bien se acostumbra a retratar estos momentos de manera violenta y cargada de ira, este espacio permitió a Kinney reforzar que los muchachos aún son unos niñitos, por más que Greg lo niegue. No saben dar golpes y no tienen por qué saberlo, pero por lo menos les sirvió para entender qué tan bajo pueden caer frente a esta actitud complaciente con sus pares. ¿Pero por qué pasa esto?
Ser un niño en la posmodernidad
La académica hispano-argentina Teresa Colomer (2010), en La Literatura Infantil y Juvenil Actual, alude a esta historia como un ejemplo de “las nuevas sociedades de consumo, urbanas, con grandes flujos migratorios o con familias monoparentales” (pág. 115-116). También desprende de sus páginas lo que denomina “la narración psicológica”, que en este caso son los problemas provenientes de las “crisis madurativas que se suponen propias de estas edades” (pág. 126).
Greg encapsula estas ideas y las desglosa a través del Instituto. Recalca que ha salido de la primaria y que dio su primer paso hacia la madurez; pero también que dicho camino le genera una gran presión, pues debe forzarse a encajar en un ambiente lleno de fricciones. Para ello, aparenta ciertos comportamientos que lo hagan ver menos como un niño (aunque lo sea), como decir “vamos a salir por ahí” en vez de decir “ir a jugar”, o no ir disfrazado a un evento cuando no es necesario, hasta buscarse una ocupación en la que sobresalir. Claves para no ser herido.
Este afán por el cambio resulta crucial en vista del reciente periodo, donde la identidad de Greg se encuentra bajo aquel “proceso abierto, perpetuamente en construcción, perpetuamente contradictorio y abierto al cambio” (pág. 133). El Greg que empieza el diario no es el mismo que concluye sus páginas; se ve obligado a crecer, a no ser tan autocompasivo, a ser fuerte, a la vez que vulnerable. Parecerá similar al Monomito de Campbell, pero hay una diferencia: el héroe clásico está idealizado, Greg no.
A decir verdad, la mirada de la postmodernidad al cambio difiere mucho del sentido dado al ciclo del héroe, partiendo por el hecho de que todo estaba preestablecido por “el Destino”. Con esta premisa fuera, se deja implícito que lo ocurrido es consecuencia de las propias decisiones de los personajes, y son estas mismas las que los hacen cambiar. Además que su evolución ya no se vuelve lineal, sino cíclica, en un vaivén de altos y bajos a medida que avanza la obra.
En ese sentido, lo que diferencia a Greg del Monomito es que está más apegado a ser un humano, cargado de contradicciones, expectativas, miedos y deseos, pero siendo más que la suma de sus partes al final del relato. Y tal vez no sea el sujeto “más especial”, pero ahí está, viviendo, decidiendo, cambiando; lo que las profecías y las pitonisas le negaron a Aquiles y compañía.
En conclusión, Diario de Greg – un pringao total refleja el peso por el que cada lector tuvo que pasar durante su crecimiento. Es una radiografía de la entrada a la adolescencia y al fomento de nuestras relaciones interpersonales. Habrán sido buenas, habrán sido malas, eso lo sabrá cada quien; lo que sí es seguro, Kinney supo retratar de forma fidedigna sucesos verosímiles, con personajes llamativos y situaciones divertidas.
Por lo mismo, si desean disfrutar de una buena novela, no duden en buscar el Diario de Greg, una historia sobre madurez, amistad, así como el peso que implica adaptarse a los cambios que nos trae la vida. Imperdible.