viernes, noviembre 29, 2024

El Último Deseo: la apuesta hacia el Oscar del Gato con Botas

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Panini

El gato con botas es una obra con una animación de vanguardia, escenas de acción alucinantes, más un relato de carácter maduro sin necesidad de pretensiones

Los cuentos de Hadas son el cimiento de muchas historias ya conocidas, como el lore del propio Shrek viene exhibiendo desde 2001. Por ello no es raro que la nueva entrega del Gato con Botas aproveche así sus raíces para construir este relato enérgico, soberbio, y de una carga reflexiva que va más allá de los infantes.

Entre los temas por las que destaca se encuentra el miedo a morir, las relaciones interpersonales y el valo que se le da a la vida, bajo esta secuencia llena de catarsis, franqueza de alto impacto, y aquel apartado visual que grita: “¡Aquí vengo yo, señores!”.

La recepción del Último Deseo fue tal, que hasta se encuentra como una importante candidata para los Oscar de 2023. Aunque, si se analiza la obra de manera fría, ¿realmente se merece tanto? Veamos.

El trabajo tras el Gato con Botas: El Último Deseo

Gato con Botas

La cinta fue dirigida por Joel Crawfor; su guion, por Paul Fisher y Christopher Meledandri. Las voces de sus protagonistas continuaron a cargo de Antonio Banderas y Salma Hayek como Kitty “Patitas Suaves”.

Su animación resalta por combinar CGI con 2D, lo cual matiza muchas texturas, brindándoles un mejor acabado. A esto se suma su dinámico juego con las cámaras, permitiendo una mejor experiencia de inmersión para el público, quien llega hasta a sentir la adrenalina de los personajes en escena.

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La batalla contra el gigante monta de forma práctica los precepto de esta mezcla. Además que la música en guitarra clásica se ejecuta en una cadencia que torna aún más activa la intervención de su heroe.

Otro ejemplo de cómo se ejecuta esta práctica es la aparición del Lobo Feroz, cuya lucha contra el Gato se ha vuelto, si no, la más imponente y agresiva, en tanto despierta en la audiencia un sentido constante de alerta.

Ahora bien, respecto a su trama…

Querer contra Necesitar

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En una fiesta acabada en riña, el Gato con Botas despierta para iniciar otra aventura: experimentar su última vida mientras la Muerte le da caza. Para sobrevivir, se embarca en un viaje al Bosque Oscuro, donde yace enterrada una antigua estrella fugaz, la cual concederá un deseo a quien la encuentre; pero el Gato no es el único tras esa estela, pues su antigua compañera, Kitty Patita Suave, también tiene un deseo, al igual que una intrépida Ricitos de Oro y un malvado coleccionista de artículos mágicos: Jack Horner.

Hasta ese punto, su argumento replica la cinta anterior; Gato y sus amigos compiten con forajidos en busca de un antiguo tesoro. Sin embargo, su narración se defiende tanto por las pruebas que el camino presentan, como los mismos predicamentos que cada explorador acarrea. Dicho terreno permitió a Crawfor estallar el lenguaje simbólico dentro de cada escena, con detalles que profundizan en el sentido que el autor busca retratar en su obra.

El más básico es la psicología de sus personajes retratada en su paleta de colores. El Gato, por ejemplo, resalta por sus tonos naranja y marrones, señal de una personalidad segura y autónoma, motivo por el que no suele crear lazos afectivos tan estrechos. A esto se suma la aplicación de estos segundos colores, dedicados a exponer su apego a su naturaleza salvaje y al confort que esta le brinda.

Más adelante se descubriría que todo ese ahínco es la máscara de un gatito asustado que se desvive por la validación de la sociedad; alguien con un ego tan grande, pero con una autoestima tan chica y una dependencia a su pasado que le niega avanzar.

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Un segundo ejemplo yace en Horner, este maligno pastelero con el aura del Padrino, y una paleta de colores centrada en el morado, signo de poder, conocimientos y entrega apasionada a sus caminos. Tal caracterización resulta ideal en un personaje dedicado a coleccionar artefactos encantados.

Algo similiar ocurre con Ricitos de Oro, así como Perrito, cuyos tonos verdes reflejan la lección que deben aprender durante el recorrido. Este último yace ligado al valor de lo que se tiene, expresado en la clásica confrontación entre el Querer y el Necesitar; bueno, no solo la joven, todos los involucrados en la búsqueda deben pasar por ese dilema si quieren descubrir la verdadera ubicación de lo que buscan: justo frente a ellos.

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El Bosque Oscuro

Ahora bien, siguiendo con los símbolos, el más importante de estos vendría siendo el Bosque Oscuro. Allí, no solo se vuelve material la psique de sus exploradores, se convierte en un espacio de reconexión con sus propias identidades.

Los principales son Gato, con su miedo a la muerte, y Kitty, con su dolorosa soledad. De aquí cobra énfasis el camino de Perrito, dedicado a la calma y la contemplación, lo que luce su madurez emocional, especialmente si consideran su turbio pasado, y más al ver cómo este no le impide disfrutar de los pequeños instantes.

En el caso de Ricitos, fue ingenioso que su psique sea una copia de la cabaña de los tres osos, con todo y platos de sopa. Es una señal de que la misma nunca necesitó realizar dicho viaje, pues su deseo se cumplió desde el día que la encontraron durmiendo en aquella cama tras servirse esos platos.

Pero este espacio no es el único cargado de simbolismos. Ese honor se lo lleva el antagonista más destacado del filme, y que no podría estar mejor ubicado en la obra: el Lobo Feroz.

El Lobo y la Muerte

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No hay espacio a dudas. El Lobo Feroz es, hasta ahora, el villano más complejo y magnético en la historia de DreamWorks.

En el género de los Cuentos de Hadas, existe un motivo por el que el Lobo es hasta peor que las brujas, y es que el infeliz es un psicópata de punta a punta. Mientras que las señoras de la escoba te encierran en jaulas, el otro salvaje te mata a sangre fría.

Lo más fuerte de su caracterización es la serie de detalles que complementan su presencia. Para empezar, la obvia entre un canino y un felino. En segundo lugar, sus hoces, símbolo de la Muerte como este segador enviado a cosechar las vidas en la tierra; además que su manía por golpear las hojas a un ritmo constante se vuelve para su víctima una cruel advertencia de que su tiempo se acaba.

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Como tercer punto a resaltar, yace la ironía con la que la Muerte se expresa; una cruda respuesta para esa “arrogante leyendita que se creía inmortal”. Cuando lo atrapa en la Cueva de las Almas Perdidas y destroza los cristales en que Gato ve sus vidas pasadas, le recuerda, no solo a él, también a la audiencia, lo frágil que es la vida. Además remarca al protagonista quién tiene el control de la situación.

A esto se suma el tan característico silbido con el que el Lobo se presenta. Es lento, es suave, pero intimidante; similar a un canto de cuna, pero con la gracia de referirse al famoso “sueño eterno”. Incluso se asemeja a cierta leyenda venezolana de un muerto viviente conocido como “El Silbón“, asesino errante que carga con los huesos de su fallecido padre, quien se presenta ante sus víctimas emitiendo un silbido. Así, ni este ni el Lobo necesitan ser vistos para advertir su presencia, elevando la tensión en la audiencia.

Finalmente, lo que consagra al Lobo como este villano de renombre es su propio mensaje: respeta a la muerte y aprecia tu vida, porque no hay muchas oportunidades. El Gato no era consciente de ello, y no fue hasta que el Lobo fue tras su cuello que le tomó el peso al asunto.

El clímax de esta primicia llega cuando el Gato, acorralado por su persecutor, encuentra valor en los recuerdos creados junto a Kitty y Perrito. De hecho, la daga de gatito que luego le protegerá de las hoces cobrará mayor importancia, no solo como arma, también como el resultado de la confianza y comunicación con su compañera.

Ahora, con todo eso en mente, ¿de verdad es suficiente para afirmar que esta es una cinta digna del Oscar? Bueno, dicen que lo que se ve no se pregunta. No en vano, hablamos de una obra con una animación de vanguardia, escenas de acción alucinantes, más un relato de carácter maduro sin necesidad de pretenciones.

Cabe recordar cómo sus personajes son, además, tratados por sobre esas etiquetas que ellos mismos se pegaron al cuerpo, permitiéndose mutar. Gato dejó de ser un imprudente desesperado por validación; Kitty se abrió a colaborar con los demás en lugar de aparentar una autonomía que la desolaba; Ricitos entendió que su familia ya es perfecta y que no necesita de otra; y hasta Horner, a su modo, se permitió cuestionar sus acciones durante el viaje.

Es cierto que para hablar del Oscar, primero deberá medirse con la cinta de Guillermo del Toro: Pinocho, pero quién sabe, aún hay tiempo para soñar en grande. Y en base a todo lo expuesto, El Último Deseo tiene más que suficiente para ir a la carrera; es una pieza fílmica completa, y no podría pedírsele menos a Crawfor y a su equipo.

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