Una mirada crítica: ¿Es la nostalgia la Kriptonita de The Flash?
La película del Universo DC protagonizada por Ezra Miller ha desatado un torrente de críticas y análisis que conviven en una mezcolanza entre el agradecimiento friki y la critica más mordaz. Unas opiniones que no ponen en muy buen lugar a la cinta dirigida por Andy Muschietti, quien ya había conocido el éxito de las masas con sus entregas de la adaptación de It, de Stephen King.
Pese a ello el desempeño en taquilla de la cinta de Barry Allen va a suponer para Warner Bros. Discovery, según los expertos, un agujero en sus arcas de cientos de millones de dólares. Pero es de recibo decir, que la acogida en el mercado internacional no está yendo mal.
La cinta que venía predestinada a apaciguar las turbias aguas del fandom, ha resultado ser el clavo que apuntalado el ataúd del DCEU. A la espera de Aquaman 2 sea el último estertor del intento de crear un universo cinematográfico para competir con Marvel Studios y su UCM. De hecho, ya se conoce hasta la fecha en la que WB estrenará para alquiler o compra en las plataformas digitales.
Desde cambios de director y guiones reescritos hasta los problemas legales del protagonista, la producción ha estado salpicada de desafíos.
Y aunque la película que reiniciaba el camino para llegar al nuevo DCU de James Gunn tiene una profusión de cameos considerable, es muy posiblemente que el eco de la tragedia venga del canto a la nostalgia de los mismos cameos.
Tha Flash y el dilema de la nostalgia en el Séptimo arte
¿Quién no anhela el roce de lo añejo en tiempos de inmediatez digital? The Flash ha apostado casi todo a esa carta, por no decir todo. Y en esto incluimos el viaje en el tiempo del protagonista. La narrativa del director argentino sumerge a los seguidores en un mar de referencias y reapariciones.
La gran joya de la corona, y aunque no fuera ninguna sorpresa, es el regreso de Michael Keaton enfundado en el traje de Batman. La vuelta del Caballero Oscuro de 1989, el de Tim Burton. Precursora del cine moderno de superhéroes. Pero puede, que la reluciente armadura del Caballero Oscuro quizás no logrado ocultar la desgastada tela de un guion falto de emoción.
El susurro de la capa de Keaton como Batman debería ser el augurio de una epifanía cinematográfica. Este formidable actor regresa a la vida, pero de la sensación de que esta apuesta por el homenaje se siente, a momentos, desprovista de la conexión emocional que merece semejante ícono.
Atravesando el tiempo entre el legado y la innovación
La cimta en un alarde de adaptación teje su narrativa a partir de una reinterpretación de la célebre saga Flashpoint, extraída de las viñetas de DC Comics y que han cobrado vida en el imaginario colectivo. En la película, nos sumergimos en la odisea de Barry, quien, desgarrado por la melancolía y la desesperación, atraviesa las membranas del tiempo en un intento por rescatar a su madre de las garras de la muerte.
No obstante, esta gran idea, este noble acto de valentía y amor filial, se convierte en un problema que no solo le catapultará a un universo alternativo, sino que amenaza con desgarrar el mismo tejido de la realidad, poniendo en jaque la integridad del multiverso.
El director adentra la producción en un terreno más arriesgado al incluir imágenes de leyendas como George Reeves, Christopher Reeve y Adam West. Este despliegue de efigies en pos de homenaje, a pesar de su valía emotiva, puede enmarcar la película dentro de un dilema mayor que asola a Hollywood.
En la industria cinematográfica, la nostalgia ha tomado una prominencia tal que podría estar oscureciendo el panorama de nuevas propuestas e ideas frescas. Desde remakes hasta la recreación de personajes icónicos, el recurso de la nostalgia no solo en The Flash, sino en la gran pantalla en su conjunto, plantea preguntas sobre la originalidad y el desarrollo temático en el cine contemporáneo.
Triste despedida para uno de los mejores Batman en The Flash
A este respecto, la reflexión se torna imperativa. El cine, como vehículo de expresión cultural, tiene el potencial y la responsabilidad de evolucionar con su audiencia. Nos guste o no. Aunque la mirada hacia el pasado puede enriquecer la textura de las narrativas, es emotivo y arranca lágrimas, es igualmente trascendental que no se convierta en un corsé que limite la inventiva.
Presenciar el retorno de Keaton al rol que le inmortalizó resulta asombroso. Contemplar la vuelta de George Clooney, o la bizarrada de Nicolas Cage, estamos seguros de que agita los mares de la emotividad entre los fans que lo contemplaron en su juventud.
Pero su encarnación de Batman parece quedar relegada al papel de un ente de plástico articulado. Un muñeco cuyo repertorio se reduce a proferir algunas de sus líneas más icónicas. El escollo de mayor envergadura radica en que gran parte de la audiencia que acude a las salas a ver la película posiblemente no tenga las raíces de su frikismo ancladas en la era de Keaton ni puestos, de Jack Nicholson. Mucho menos Adam West.
El impacto emocional no sirve en las nuevas generaciones de fans del Universo DC
Dentro de la variedad de escenas que conforman la película, hay un momento clave que destaca por su impacto: cuando Barry enfrenta la cruda realidad de que Batman, nuestro guardián incansable de la justicia, no puede ser salvado y su final es inevitable. En este punto, la película aborda temas de aceptación y sacrificio.
No obstante, y aquí recae la espada de Damocles, la resonancia emocional de tal escena se halla inexorablemente ligada al vínculo que el espectador haya forjado con el Batman de Keaton.
Si el público moderno no se halla imbuido en la mística que envuelve al Caballero Oscuro en su versión de Keaton, es probable que este clímax dramático no golpee con la fuerza de un martillo de titanes, sino que pase con la efímera sutileza de un TikTok. No obstante, buscar las afinidades que cada espectador de la sala de cine es una tarea imposible.
¿Estamos siendo demasiado duros?
¿Se ha juzgado con demasiada severidad la cinta?, ¿se ha cebado la crítica por culpa de la nostalgia con el resultado final de la cinta?
Mientras que el filme hace un guiño a los seguidores de antaño, también abre el debate sobre cómo la industria cinematográfica debe equilibrar la veneración al legado con la audacia de la innovación.
Aquí estar el quid de la cuestión con el nuevo DCU. ¿Será suficientemente fresco e innovador sin dejar de lado a los fan más veteranos pero sin cuestionar el proceso evolutivo de nuestros icónicos héroes?
Es un difícil equilibrio. El cine, como arte que es, merece que su evolución se nutra de la innovación y la exploración, sin que ello suponga el abandono de sus raíces.
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