Reseña de Heroes Return. Thunderbolts 2 – Los más buscados del mundo

Kust Busiek, el constructor

En el desbarajuste que fue la década de los años noventa para los cómics de superhéroes en general y para La Casa de las Ideas en particular, guionistas como Kurt Busiek (es decir, buenos guionistas con amor por el medio y por los universos que habían seguido fielmente desde hacía años) multiplicaron su valor en el mercado al erigirse como la salvación del medio.

En el primer volumen de esta recopilación pudimos ver por qué razón esta serie, que en cualquier otro momento hubiera sido por su planteamiento considerada como una de segunda fila, logró triunfar entre los lectores superando todas las expectativas. Pero de todos sus aciertos, el más importante sin duda fue la habilidad de su guionista para generar una trama que engancha y unos personajes que importan.

De alguna forma se podría decir que lo que Busiek hizo con los villanos en esta serie fue similar a lo que décadas antes Stan Lee hizo con los héroes: ponerles al nivel de un ser humano corriente, con sus virtudes y sus miserias. Se podría decir que convirtió a sus protagonistas en villanos con pies de barro. Y en este segundo año de la serie este factor destaca aún más.

¿Héroes o villanos?

Al final del anterior volumen descubrimos (a la vez que nuestros protagonistas) que no todo era lo que parecía. Y todo comienza aquí cuando, tras haberse enfrentado al Barón Zemo y haber rescatado a los Vengadores y a los Cuatro Fantásticos, nuestro grupo de villanos reconvertidos a héroes se ve transportado a un lejano planeta llamado Kosmos, uno muy ligado al origen de los poderes de Atlas. Esto es un ejemplo más del impresionante conocimiento de la historia del Universo Marvel del que Busiek hace gala constantemente.

Este peculiar inicio con tono de pulp mantendrá al grupo alejado de la Tierra durante un par de números, pero no tardarán en lograr salir del apuro (aunque puede que en el futuro esto vuelva para morderles en el culo) y regresar al hogar. Justo a tiempo para que Zemo se recupere de su derrota y vuelva en su máxima plenitud con las ganas de venganza en nivel máximo…

Por si eso no fuera poco, ahora son objetivo de SHIELD y se buscan vivos o muertos. Piedra Lunar, Pájaro Cantor, Abner Jenkins, Helen Takahama y el mencionado Atlas sobreviven ahora en la clandestinidad mientras aprovechan sus ratos muertos para hacer cosas de héroes como enfrentar a un Hulk desbocado que provoca caos y destrucción (spoiler: no es Hulk).

Personajes como Ciudadano V, Gravitón, Mr. Inmortal, Ciclón, Capucha Escarlata, Klaw o el USAgente entre muchos otros acompañarán al grupo en las aventuras presentes en este segundo año de su vida editorial, aunque probablemente el más destacable de todos sea un viejo conocido y todo un experto en eso de pasarse del lado de los villanos al de los héroes: el mismísimo Ojo de Halcón, una nueva adición a la formación.

Más allá de los mamporros que se reparten aquí cada tres páginas, el auténtico valor de este tomo se encuentra en ese viaje introspectivo que recorren los personajes, uno en el que reflexionan sobre su vida, sus errores pasados, el lugar al que quieren llegar y las acciones que van a tener que llevar a cabo para conseguirlo.

Personajes con fuerza

Probablemente la mayoría de lectores, aquellos que no tienen profundos conocimientos del Universo Marvel, habrán oído alguna vez con suerte hablar de los miembros de esta formación pero de forma muy tangencial. Con la excepción de Ojo de Halcón, es curioso cómo, a pesar de lo importante que fue esta serie en su momento y de la popularidad que alcanzaron sus protagonistas, con el paso del tiempo llegaron a quedar prácticamente en el olvido, saliendo de este tan solo para apariciones puntuales o en nuevos encarnaciones del grupo.

Pero si bien esto es cierto, eso no le resta ni un ápice de grandiosidad a lo que Busiek logró en este segundo volumen. No solo mantuvo el nivel de calidad del primer año sino que se apoyó mucho más en estos personajes para lograr cimentar una historia que utilizaba mucho menos los cliffhanger y los giros argumentales en favor de una sólida dinámica de grupo y de una lógica y sostenida evolución de los miembros del grupo.