En la concepción popular los villanos de los cómics están locos y por eso realizan sus acciones, aunque es un prejuicio muy discutible
La psicopatía criminal está muy extendida en los cómics, representando a los villanos con heridas psicológicas muy profundas, que les impulsan a la obsesión y la delincuencia. En su simplificación se les denomina villanos locos, aunque no lo sean.
Los héroes y villanos de los cómics aparecen cómo polos opuestos, tanto los personajes de DC como los personajes de Marvel, aunque en la actualidad existen más tramas en las que se exploran las similitudes entre los dos. Ambos están construidos sobre arquetipos, como la rapidez de actuación, talentos desarrollados y bien definidos, acceso a la tecnología o con poderes místicos.
En su núcleo, la diferencia fundamental entre el héroe y el villano radica en su compromiso con el mundo, hacia el bien o hacia el mal. Por ejemplo, uno de los personajes de Marvel, como es el mutante Lobezno teme que sus poderes e impulsos lo lleven hacia el mal en vez de usarlos para el bien. En el otro polo, uno de los personajes de DC como es el Espantapájaros, en uno de los relatos, se convierte en villano por haber sufrido abusos infantiles.
Influencias culturales
También hay que tener en cuenta que las historias narradas en los cómics tienen un halo de la narrativa judeocristiana sobre la redención del pecado en el mundo. Según estos autores hay políticas de los EE. UU. en que se tiende hacia un nacionalismo fervoroso, con énfasis retórico de la necesidad de eliminar a los malvados enemigos y redimir el mundo con una violencia justa; por ello, los villanos locos, son la contrapartida al bien.
Los EE. UU. en los cómics son como el Capitán América: fuerte, capaz de actuar sin consultar con nadie y llevar a cabo un poder destructivo con pocas repercusiones inmediatas. Todo ello, además, en su visión del bien y de la justicia, contra los villanos locos de los cómics.
Los villanos suelen manifestar sus motivaciones en sus intenciones de por el poder y el control, de la ciudad, el planeta o el universo; Los villanos son artefactos importantes para entender las ideas populares del por qué la gente realiza actividades criminales.
Una parte del atractivo para los lectores es la intensidad que se produce al leer las historias y se conjuga con unos dibujos acordes a esta. Las representaciones del delito y la violencia pueden ser muy seductoras para su valor como entretenimiento.
Al contrario que en la concepción popular de delincuencia y delincuentes en la sociedad actual, los cómics no apuestan por la raza como un rasgo de maldad entre los supervillanos. Los villanos negros, por ejemplo, son pocos y habitualmente situados en suburbios.
En tiempos más recientes, se sugirió que una mayor representación de los supervillanos negros podría mostrar un nuevo discurso que cambiase los estereotipos creando supervillanos más complejos, contemplativos y poderosos. La invisibilidad de estos supervillanos puede ser un reflejo del propio medio, en el que los héroes y villanos suelen ser blancos.
Traumas infantiles
En el cómic ‘La vuelta de Kingpin’, publicado en EE. UU. en Daredevil #116, Wilson Fisk y su hermana, ambos en la infancia, ven cómo su padre maltrata a su madre. Aunque Fisk trata de impedirlo, no es capaz de hacerlo, acabando la escena en rojo sangre.
Posteriormente, se ve a Fisk ya como el jefe del hampa de Nueva York. Kingpin, arrodillado al lado de una mujer con sus manos manchadas de sangre, se encuentra en un continuo bucle que es incapaz de cambiar.
Son numerosos los ejemplos en que los traumas infantiles afectan a los héroes y/o villanos, para entender a la sociedad, integrarse en ella o admitir las convenciones y normas legales, como Bruce Wayne en ‘Batman: Año uno‘. Los traumas se muestran de forma crítica en el desarrollo de las habilidades de los villanos y sus motivaciones.
En ‘Scarecrow: Year One’ (2005), Jonathan Crane es un niño no deseado por sus padres, que sufría abusos de sus progenitores y marcado por los objetivos académicos impuestos por su abuela. Es castigado sádicamente y encerrado en un cuarto oscuro donde los cuervos pueden entrar y picotearlo.
Crane fue abandonado por su padre y acosado repetidamente por sus compañeros de clase. Ya de adulto fue despedido de la universidad por sus prácticas peligrosas, por lo que decide convertirse en El Espantapájaros, usando el miedo para atacar a sus víctimas.
En el enfrentamiento de Batman contra El Espantapájaros, el primero se reconoce en la infancia del segundo. Ambos sufrieron un trauma siendo niños, pero el héroe lo enfocó hacia el bien y el villano hacia el mal. De hecho, el villano reconoce y reinicia su ciclo de violencia.
En el caso del Profesor Pyg, en Batman y Robin, también hay traumas infantiles, al cambiarles la cara para hacer a sus víctimas perfectas, repitiéndose a sí mismo, constantemente, que puede hacerlo mejor, porque nada es suficientemente bueno, nunca es suficientemente bueno.
En otro personaje de DC, también habitual de las páginas del Caballero Oscuro, la gata comprueba que fue una hija no deseada, por ejemplo, en la obra de Jeph Loeb y Tim Sale ‘Catwoman: Si vas a Roma’.
Dentro de los personajes de Marvel, en ‘X-Men: El testamento de Magneto’, este se descubre como un niño de 9 años perseguido por los nazis en la II Guerra Mundial y de ahí su resentimiento contra el mundo no mutante, pese a que el profesor Xavier lo vea desde otra óptica.