Desvelamos cómo Palpatine engañó a los Jedi hasta el último minuto a través de su mobiliario dejando caer el futuro de los Jedi y su ambición política
Imagina ser el villano más temido de toda la Galaxia, el artífice detrás del surgimiento del Imperio Galáctico, y aún así ser tan audaz como para dar pistas sobre tu verdadera identidad en plena vista. ¿Arrogancia o simple confianza? Eso es exactamente lo que hizo Sheev Palpatine, más conocido como Darth Sidious, en su rol de Canciller Supremo de la República.
Palpatine y sus pistas visuales
Desde su sillón del poder, Palpatine estableció un juego de gato y ratón con los Jedi, llenando su oficina con artefactos que prácticamente gritaban su alineación con el Lado Oscuro. De los lujosos tonos rojos a las estatuas de bronce, todo en su oficina servía como un recordatorio sutil de su lealtad a los Sith. Pero, ¿fueron los Jedi realmente tan ciegos?
Palpatine siempre se rodeó de signos del Lado Oscuro y, sin embargo, los líderes más sabios del Consejo Jedi como Yoda y Mace Windu nunca lo descubrieron. No es que carecieran de inteligencia o agudeza, es que él fue un maestro en el arte del engaño, aprovechando su maestría del Lado Oscuro para nublar su presencia y decorar su despacho con objetos que indicaban claramente su posición en la balanza de la Fuerza.
Códigos en la decoración
Las pistas estaban por todas partes, en elementos decorativos que parecían inofensivos pero tenían un significado más profundo. Las estatuas de los Cuatro Sabios de Dwartii eran más que simples piezas de arte; eran un guiño a una época en la que los Sith dominaban la Galaxia. Incluso uno de los Sabios, Braata, promovía el estudio del Lado Oscuro de la Fuerza.
De la misma manera, el relieve del Gran Hiperespacio, una obra que mostraba una batalla entre Jedi y Sith, se convirtió en una expresión de la visión de superioridad de Palpatine sobre los Jedi, quienes nunca lo vieron venir. Este último artefacto incluso ocupaba un lugar destacado entre las oficinas públicas y privadas del Canciller, como si quisiera que todos captaran la ironía.
El cáliz Sith, el objeto definitivo
Más que cualquier otro objeto, el cáliz Sith en el antepasillo era quizás el objeto más revelador. Este cáliz, que contenía incienso del mundo natal Sith de Korriban, podría haber sido reconocido por cualquiera con conocimientos del Lado Oscuro. Pero no. Palpatine sabía que nadie lo descubriría y lo exhibía con total desfachatez.
¿Qué nos dice todo esto sobre Palpatine y, más importante aún, sobre los Jedi? Es un reflejo de cómo la complacencia y la corrupción por la política habían desviado la atención del Consejo Jedi. Palpatine, o mejor dicho, Darth Sidious, hizo más que jugar con sus enemigos; los subestimó y los ridiculizó, rodeándose de símbolos del Lado Oscuro para celebrar su inevitable victoria. Y los Jedi, cegados por su propia arrogancia y la nube del Lado Oscuro, nunca vieron las señales, incluso cuando estaban justo delante de ellos.
Un maestro del engaño: Palpatine en las precuelas y su metódica subida al poder
Si echamos un vistazo a la trilogía de precuelas de Star Wars, es fácil percibir que Palpatine no es simplemente un personaje más; es un titiritero que mueve los hilos desde las sombras. Desde La Amenaza Fantasma hasta La Venganza de los Sith, este personaje lleva a cabo un meticuloso plan que se despliega en múltiples frentes: político, militar y personal. Todo este tiempo, Palpatine manipula las piezas del tablero galáctico para acomodar su ascenso al poder, siendo la guerra civil intergaláctica una cortina de humo perfecta para ocultar sus maquinaciones.
Las precuelas nos muestran cómo Palpatine orquesta la creación del ejército de clones, cómo influye sutilmente en los miembros del Senado y cómo manipula a Anakin Skywalker para convertirlo en su aprendiz, Darth Vader. El cambio de Anakin es tanto un triunfo como una tragedia, y es quizás la mejor ilustración de cómo Palpatine utiliza las emociones, las ambiciones y los temores de quienes lo rodean para alcanzar sus objetivos. Al final del día, el Canciller Supremo Palpatine consigue lo que quiere: la erradicación del Consejo Jedi y el establecimiento del Imperio Galáctico con él como Emperador. Todo esto, mientras su verdadera identidad se mantuvo oculta hasta el momento oportuno, tal como lo sugiere su decoración de oficina.
