Daniel Warren Johnson se supera en Do a PowerBomb!
No sé muy bien qué pensar de Daniel Warren Johnson. Es esa clase de tipo que hace gala de auténtico talento y gusto a la hora de plasmar sus ideas sobre el papel. Capaz de sacar adelante marcianadas tan delirantes y, al mismo tiempo, personales, como este Do a PowerBomb!
Un tipo que, Además, tiene pinta de ser súper majo a poco que le sigas en sus canales de redes sociales, donde se muestra como un tipo más que dispuesto a compartir su universo con los fans. Daniel Warren Johnson es esa clase de personas que vive con fervor sus pasiones, y las desata en forma de maravillosas historias llenas de color, ideas locas, virtuosismo visual y una envidiable falta de complejos.
DANIEL WARREN JOHNSON, TALENTO INAGOTABLE
Warren Johnson aúna talento y astucia en un estilo único, repleto de influencias de primer orden, pero tratadas con una visión propia de cómo funciona la narración secuencial. Para más leña al fuego, resulta que, detrás de toda la pirotecnia encontramos sensibilidad, intimidad única para hablar de cosas muy humanas, que con poco se meten sin concesiones en el corazón del lector.
Daniel Warren Johson me da qué pensar, sí, porque no se puede ser tan jefazo, ¿No? ¿O voy a tener que admitir que mis sentimientos encontrados no son más que envidia de la poco sana por esta combinación de talento y personalidad?
Maldita sea, estoy quedando al descubierto.
El autor, ya consagrado como estrella del medio, ha vuelto a dar en el clavo con Do a PowerBomb!, gracias a los reconocibles elementos que ya son esencia de sus historias, pero llevados a otro nivel de locura, como sucede con cada obra que el guionista y dibujante plantea.
En este caso, revela a los lectores una nueva pasión, adquirida no hace mucho: los espectáculos de lucha libre japonesa. El estrambótico mundo del wrestling nipón ha despertado la imaginación de Johnson, que encontró el camino a las posibilidades psicodélicas de una historia con base en los teatrales combates de este deporte.
EL PSICODÉLICO MUNDO DEL WRESTLING JAPONÉS
Con este mundillo en mente, la imaginación desbordante de Johnson no podía quedarse en simples coreografías sobre el ring, así que aquí es cuando mete su magia y al concepto original añadimos nigromantes con mucho tiempo libre, viajes dimensionales, seres de lo más variopintos y la colección de luchadores que solo un tipo que se divierte tanto con su trabajo puede imaginar.
Do a PowerBomb! cuenta la historia de Lona Steelrose, heredera de una leyenda de la lucha libre, su propia madre, que proyecta la sombra que sepulta todas las ambiciones de Lona. La desgracia se ha cebado con la joven, que vive entre sus sueños de triunfo y el amargo recuerdo de su madre.
En los momentos más bajos, alguien aparece para descolocar la plomiza realidad de Lona. Este ser extraño ofrece a la luchadora en ciernes participar en un torneo muy diferente, donde se lucha a vida o muerte, con la promesa de devolver a su legendaria madre a la vida en caso de que resulte ganadora. Lona se adentra en este delirante mundo de magia y ultraviolencia, acompañada del aliados inesperados, y con todo su tesón y empeño en superar combates salvajes, muy lejos del pintoresco espectáculo al que está acostumbrada.
Daniel Warren Johnson está desatado en Do a PowerBomb! El nivel mostrado hasta ahora en los despliegues gráficos de su obra certifica la constante evolución y valentía de este peso pesado de la industria del cómic. Eso es mucho decir, porque desde el principio ha dejado con la boca abierta a propios y extraños con la poderosa mezcla de lo mejor de varios mundos reflejados en los bestiales diseños y el sentido de la acción que maneja. Del poderío físico de personajes al despliegue cinético de las viñetas, Johnson propone un viaje que va de Frank Miller al anime, de Katsuhiro Otomo a los taquillazos de Hollywood, pasando por la estética de los videojuegos de lucha.
COMBATES A MUERTE EN DO A POWERBOMB!
Cada combate es pura imaginación y falta de prejuicios cuando toma decisiones locas a los lápices. Warren Johnson se ha ganado los galones para hacer sobre la página en blanco lo que le venga en gana, pero es que encima sus experimentos dejan sin aliento. Hay auténtica pasión en cada trazo, en cada audacia elegida por este fabuloso dibujante para rizar el rizo.
Si en la fantástica Muder Falcon convertía la devoción por el heavy metal en épica bizarra, Do a PowerBomb! es éxtasis físico, músculos en tensión, posturas imposibles y exaltación de los aspectos fantasiosos y estrambóticos de la lucha libre japonesa. Precisamente, lo divertido de esta disciplina.
Es como un niño (muy talentoso e imaginativo, claro) con sus juguetes, compartiendo algo que conecta de manera orgánica con el lector, que no tiene más remedio que rendirse ante la brutalidad que tiene ante los ojos. El acertadísimo color del compinche habitual, Mike Spicer, redondea el efectivo contraste entre luminosidad y salvajismo.
Todo esto que os cuento es fabuloso, suficiente para vender las bondades de este cómic, destinado a muchos laureles en este 2023. Incluso a pesar de que tenemos el mejor trabajo de Warren Johnson hasta la fecha, pero que si hablamos del guion en conjunto flojea si lo comparamos a la fabulosa Murder Falcon. Pero, como siempre con Warren Johnson, esto es la punta del iceberg.
UN VIAJE EMOCIONAL
Como os comentaba en mi alegato inicial, Johnson esconde tras los fuegos artificiales una habilidad especial para llegar al alma de los lectores. Hay sangre y mamporros, ruido de público rugiente y música rabiosa, poderosos seres capaces de partir un cuerpo en dos sin demasiado esfuerzo.
Hay sudor sobre el ring, sonidos de huesos al romperse. Y todo eso, que parece el auténtico aliciente de Do a PowerBomb! Se queda en anécdota cuando descubres el manejo que tiene el autor de los tiempos, su capacidad para decelerar en momentos de alta tensión, jugando con el concepto de climax para renunciar sin tapujos al ruido y dar protagonismo a lo pequeño, a lo íntimo, a lo doloroso que es afrontar la pérdida.
De eso va Do a PowerBomb!, igual que era la esencia de Murder Falcon (y es que son dos obras que van hermanadas en forma y fondo). El miedo, la incertidumbre, la soledad, el recuerdo y la nostalgia, la familia, lo que destroza por dentro alejarte de los que quieres, los diablos que nos devoran por dentro. La fragilidad humana escondida en cuerpos esculpidos por el sufrimiento físico, que quizá esconde un pesar mucho más hondo en sus corazones.
Con todo esto, Johnson te destroza, te deja el alma encogida y el puñetazo en el estómago que es la lectura de sus obras noquea con mayor contundencia que el puñetazo certero. Pero no se regocija en el dolor, no se reboza en lodazal de la tristeza en el enésimo ejercicio de nihilismo sobre el no hay futuro. Al contrario, Warren Johnson construye historias luminosas, abiertas a la esperanza y a la reconciliación con uno mismo. En cierto modo, escribe y dibuja historias que curan, en la que nos podemos encontrar reflejados, porque no dejan de ser, tras los coloridos disfraces, relatos sobre seres humanos con miedo.
Como cualquiera de nosotros.
Eso es lo que realmente dejará esa sensación extraña y agridulce que produce ese ínfimo milagro que es verte en el espejo con el atisbo de una lágrima, pero también con una sincera sonrisa. Así de poderosas son las historias cuando se cuentan bien.