¿Sabías que Freddy Krueger pudo haber quedado en el olvido? Wes Craven quiso un final feliz para Pesadilla en Elm Street, descubre por qué cambió todo
Oye, fans del cine de terror, ¿os habéis preguntado alguna vez cómo habría sido el mundo sin Freddy Krueger rondando en nuestros sueños? Pues agarraos, porque Wes Craven, el mismísimo creador de esta joya del horror, quería darle a Pesadilla en Elm Street un final feliz. ¡Increíble, verdad!
Wes Craven y el final feliz que no fue
Pero antes de llegar al meollo del asunto, vamos a dar un salto en el tiempo. A principios de los 80, Craven estaba pasando por un mal momento. El tío no encontraba trabajo, estaba arruinado y había perdido su casa. Pero nunca perdió la fe. El cineasta escribió el guion de Pesadilla en Elm Street en una época en que nadie quería apostar por otra película slasher. ¿Quién lo diría ahora? El hombre incluso tiene enmarcada la carta de rechazo de Universal en su oficina.
Aquí es donde entra en escena Bob Shaye, fundador de New Line Cinema. Este tipo, con experiencia en distribuir pelis a universidades, decidió invertir en Craven. Y aunque el presupuesto inicial de 700.000 dólares terminó pasando el millón, Shaye no se arrepintió. De hecho, la financiación fue tan caótica que parte del dinero llegó de un yugoslavo que quería meter a su novia en el cine. ¡Qué locura!
El punto de inflexión: Freddy contra Nancy
Nancy Thompson, encarnada por Heather Langenkamp, iba a ser la heroína de esta película que casi acaba como un cuento de hadas. Pero la ambición de Shaye de convertirlo en una franquicia puso en jaque ese final feliz. Según el productor, Freddy necesitaba un último susto que dejara la puerta abierta para futuras entregas. Y sí, eso cambió todo. Nancy iba a ser la protagonista de un final que irradiaba esperanza, pero la propuesta de Shaye la llevó a ser parte de un final aterrador que dejaba a Freddy como el gran vencedor.
Es más, la elección de Shaye, más allá de significar un puñetazo en el guion original de Craven, desencadenó un debate sobre la priorización de los villanos por encima de las heroínas fuertes. La actriz Heather Langenkamp incluso hizo un documental, “I Am Nancy”, cuestionando el protagonismo de Freddy sobre Nancy.
El nacimiento de un monstruo
No se puede hablar de Freddy Krueger sin remontarse a las raíces del personaje. En los inicios, el personaje estaba inspirado en los miedos y experiencias de su creador, Wes Craven. Freddy pudo haber sido solo otro villano de una película más, pero su característico guante de cuchillas y su humor negro lo convirtieron en un símbolo del cine de terror. La fórmula se demostró tan acertada que generó una verdadera oleada de copias y variaciones, pero ninguno pudo alcanzar la notoriedad del original.
Y mientras Freddy se asentaba como un pilar del terror, New Line Cinema experimentaba un auge. Antes de ‘Pesadilla en Elm Street’, el estudio era poco más que un cometa pasajero en la industria cinematográfica. Pero la llegada de Krueger lo cambió todo, llenando las salas y solidificando a New Line como la “casa que Freddy construyó“. Ahora, más de tres décadas después, la influencia del personaje y la franquicia sigue siendo palpable en cada nueva entrega del género.
El hombre del jersey a rayas
Al final, parece que la decisión de Shaye fue acertada en términos comerciales. Pesadilla en Elm Street recaudó 24 millones de dólares y estableció a New Line Cinema como “la casa que Freddy construyó”. Pero si algo está claro es que el carácter único de Krueger, interpretado magistralmente por Robert Englund, marcó un antes y un después en el género. Se convirtió en un icono que eclipsó a otros monstruos del cine como Michael Myers o Jason Voorhees, no solo por su aspecto sino por esa personalidad y esas frases lapidarias que lo hicieron único.
Aunque el protagonismo de Nancy se vio eclipsado, no todo fueron malas noticias para ella. Volvió en la tercera entrega de la franquicia, Dream Warriors, más feroz que nunca. Y mientras que Wes Craven pudo haber lamentado el cambio de final, no cabe duda de que Freddy Krueger se convirtió en un pilar irremplazable de la cultura popular. Por lo que, nos guste o no, vivimos en un mundo donde Freddy es eterno. Y eso, amigos, es tanto una bendición como una maldición.