Descubre la curiosa muerte en Sleepwalkers que nos hace cuestionar si Stephen King es realmente tan oscuro y perverso
“Sin verduras, no hay postre. Esas son las reglas”, y con estas palabras, Stephen King dejó su huella en el asesinato más saludable del cine de terror. En una película en la que los protagonistas tienen fobia a los gatos y se alimentan de la energía vital de vírgenes, nada podría prepararte para un asesinato perpetrado con una mazorca de maíz.
Stephen King, el indiscutible rey del horror, nos ha dejado con una gran cantidad de momentos memorables a lo largo de su carrera. Desde Carrie y El Resplandor hasta Cujo y IT, King ha mostrado su destreza en asustarnos de mil y una formas. Sin embargo, a veces su genialidad radica en lo absurdo, y 1992 nos dejó con una joya en este sentido: Sleepwalkers.
Sleepwalkers: una obra menor con un momento mayor
Sleepwalkers tiene el dudoso honor de ser la primera película de King que no está basada en una de sus novelas. Escrita directamente como guión, la película se revela como una obra de horror campy que prioriza la diversión por encima del terror genuino. Sin embargo, su mayor atractivo radica en su inusual y cómico abanico de asesinatos, incluida una muerte perpetrada con una mazorca de maíz.
El argumento gira en torno a Charles Brady (Brian Krause) y su madre Mary (Alice Krige), quienes son Sleepwalkers, seres parecidos a los vampiros. Se alimentan de la fuerza vital de vírgenes y su mayor debilidad son los gatos. Charles intenta cortejar y alimentarse de Tanya Robertson (Mädchen Amick), quien logra herirlo lo suficiente para escapar. Eventualmente, Mary, la madre de Charles, decide tomar cartas en el asunto.
El clímax: Un asesinato vegetal que desafía la lógica
Mary se adentra en la casa de los Robertson, incapacita a los padres de Tanya y se enfrenta a un policía en la cocina. Después de que el oficial falla estrepitosamente en sus intentos de dispararle, Mary decide poner fin al enfrentamiento de una manera creativa. Agarra una mazorca de maíz de un plato de la cena y la entierra en la espalda del oficial, matándolo instantáneamente. Todo acompañado del sarcástico comentario: “Sin verduras, no hay postre. Esas son las reglas”.
¿Por qué funciona este absurdo asesinato?
Esta muerte se ha ganado un lugar especial en la historia del cine de terror por lo absurdo de su ejecución. Pero, ¿qué la hace tan icónica? Tal vez sea porque Sleepwalkers ya es de por sí una película que no se toma en serio y que rompe con los esquemas del cine de terror basado en las novelas de Stephen King que conocemos. La película está plagada de decisiones de trama peculiares, diálogos cursis y efectos especiales que, aunque para su época no eran malos, hoy día podrían hacer que te sacaras los ojos.
El guion de King está lleno de momentos hilarantes, como cuando Charles mata a un profesor mientras exclama, “Las personas realmente deberían aprender a mantener sus manos para sí mismos. Aquí tienes la tuya”, entregándole su propia mano cortada. O el momento en que mata a otro oficial clavándole un lápiz en el oído y proclamando: “¡Pincho de policía!”
La muerte con la mazorca de maíz es una genialidad precisamente por su absurdidad. Es un recordatorio de que el género de terror tiene espacio para todo, desde el horror psicológico hasta el humor negro más delirante. Sleepwalkers quizá no sea la mejor obra de King, pero es seguro que es una de las más entretenidas. Y en un mundo lleno de asesinatos brutales y terroríficos, quizás lo que realmente necesitamos es una buena dosis de creatividad… y vegetales.