La casa es el nuevo largometraje de Álex Montoya, que se estrenará en cines el 1 de mayo tras su paso por la Sección Oficial del Festival de Málaga, donde consiguió seis premios: Biznagas de Plata a Mejor Guión, Mejor Música y la del premio del público junto al Premio Feroz Cámara Oscura, el Premio Jurado Joven y también una Mención Especial del Premio Signis.
La casa: los recuerdos que nos quedan
Tras la muerte de su padre, tres hermanos se reúnen en la casa familiar en la que pasaron los veranos de su infancia. Toca decidir qué hacer con la vivienda, lo que resultará más difícil de lo esperado.
Basada en el cómic homónimo de Paco Roca publicado por Astiberri, esta película nos habla con un tono agridulce salpicado de humor, sobre la familia, la herencia y sobre el inexorable paso del tiempo.
Las muchas vidas de La casa, de Paco Roca
Precisamente hace muy poco que en el podcast de La Casa de EL hablábamos de adaptaciones de cómics al cine o a la televisión. Y es que es un tema que levanta pasiones en un sentido y en el contrario y siempre con una pregunta central ¿Qué es una buena adaptación?
Pues podemos decir que Álex Montoya ha conseguido una adaptación magistral de la obra de Paco Roca y no solo en las imágenes (algo que se ve ya desde el cartel de la película), sino en captar la esencia de la obra: lo que Paco Roca ha querido transmitir en su cómic.
Porque de lo que esta película (y el cómic en que se basa) nos quiere hablar, es que una casa es mucho más que el espacio que habitamos. A lo largo de los años, vamos llenando de recuerdos nuestra casa, quedando como mudo testigo de las vidas de toda la familia. La casa y su dueños o dueños son como una pareja que convive junta durante todos esos años. Por eso, cuando el ocupante deja de ir a esa casa, ésta espera paciente y tristemente, llenándose de polvo pero también de esperanza a que el otro vuelva y le otorgue nueva vida.
La casa habla del paso del tiempo, inexorable, en el edificio, el jardín y, por supuesto, en las personas. Y el paso del tiempo en el ser humano lleva, inevitablemente, a la muerte. Perder a un padre es un trance por el que todos debemos pasar. Pero despedirse de los padres es difícil porque siempre dejamos cuentas pendientes.
Los tres hermanos llegan a la vieja casa de su padre (de su padre, no de sus padres) y descubren que tienen varios demonios que expulsar, propios y comunes y que a pesar de lo que ellos creían, no conocían a su padre. Con una simbología clara, intentan deshacerse de la casa, venderla, pero en cada esquina, en cada cajón, se enfrentan a sus recuerdos y se sienten culpables de estar deshaciéndose del pasado, del pasado de su padre pero también el de ellos mismos.
Arreglar la vieja casa de campo y pasar esos días juntos, en familia, les servirá tanto para perdonarse a sí mismos como para, uniendo recuerdos que cada uno tiene de su padre, formar un recuerdo con su verdadera forma de ser, recuperar su recuerdo más fiel. Porque la figura del padre (y la verdadera razón, emocional, de su muerte) está planeando durante toda la película: comenzamos con él y terminamos con él, con su recuerdo.
Es una historia que ocurre todos los días en miles de familias: ver cómo el tiempo pasa, esa casa se va quedando vacía y cómo sus antiguos habitantes se van deshaciendo de sus recuerdos entre emociones encontradas. A eso ayuda, y mucho, el decorado, el ambiente: las pequeñas figuras de decoración que inundan el mueble del salón, los juegos de mesa que se encuentran en cajas (En busca del Imperio Cobra), los discos que encuentran (Orzowei, cantado por Enrique y Ana), o las viejas fotos en ese álbum de anillas…
Como adaptación, el director ha tenido que narrar la historia de una forma diferente a la del cómic, porque ambos medios utilizan lenguajes diferentes: mientras que la narración de Paco Roca, obviamente, se basa en la imagen estática y utiliza los cambios de tono para diferenciar emociones o, sobre todo, diferentes épocas, la película decide cambiar el formato y utilizar el 3/4 en los momentos de recuerdos, en los flashbacks, adaptando además un tono más emotivo al recordar a aquellas viejas grabaciones familiares en super 8, con una tonalidad diferente y en su mayor parte sin sonido. Y esa diferencia se enfatiza en los recuerdos más recientes, y tal vez dolorosos, en los que el formato es el habitual, marcándonos la distancia entre los recuerdos, tamizados por nuestras propias percepciones y la realidad, de la que no somos totalmente conscientes.
Pero no te preocupes. A pesar del tema, la película (como el cómic) consigue dejarte con una sonrisa al final. Como si también nosotros nos hubiéramos liberado de alguno de nuestros demonios familiares.
Y una gran parte de que esta película sea una buena historia, como la del cómic, se debe a las interpretaciones, en especial a la de David Verdaguer. Tras su magnífica actuación como el cómico Eugenio en Saben aquell, aquí consigue transmitirnos todo lo que el cómic hace de una forma orgánica: sus gestos, pausados, sus miradas, transmiten todo lo que Paco Roca plasma en las viñetas. Es un magnífico trabajo actoral.
En resumen: si leíste el cómic de Paco Roca, esta película te encantará. Si no lo has leído, esta película te encantará. Si tus padres tuvieron una casa de campo, esta película te encantará. Y si no la tuviste, te encantará. De cualquier manera, La casa, de Paco Roca y Álex Montoya, te llegará al corazón.
La Casa está dirigida por Álex Montoya y protagonizada por David Verdaguer, Óscar De la Fuente, Luis Callejo, Olivia Molina, María Romanillos, Lorena López, Marta Belenguer, Jordi Aguilar, Miguel Rellán y Tosca Montoya. Se estrena el día 1 de mayo en cines.