Reconozco que no tenía ninguna referencia la obra de Thomas Ott antes de leer Breakdown. Una vez terminado este sendero oscuro y perturbador, el artista suizo tiene un nuevo fan. Me sumerjo ensimismado en sus terribles estampas de locura y ensoñación malsana, regreso a la viñetas de este experimento hipnótico, busco nuevas emociones rastreando algunos de sus dibujos por la red, y admito públicamente que estoy enganchado a la particular forma con la que Ott afronta su trabajo y lo expone al lector.
Breakdown, el perturbador camino hacia la nada
Ott es el guía de los pasajes tenebrosos de la mente humana, por los recovecos de la imaginación que esconden lo grotesco y monstruoso. Inmediato y afilado como una cuchillada, los relatos que componen Breakdown te empujan al otro lado del velo, en el que la realidad se descompone y deja entrever otro plano de la existencia donde nada tiene sentido, excepto la esencia misma de las pesadillas. En ese tétrico no-lugar solo hay dos salidas: la locura o la muerte.
Es complicado encasillar Breakdown como un cómic de terror. Efectivamente, hay miedo condensado en estos relatos, sensaciones incómodas que ponen al lector en lugares desconocidos, donde no sabes muy bien cómo reaccionar. sin embargo, también hay espacio para el relato surrealista, serie negra sudorosa y polvorienta, e incluso humor negro y salvaje capaz de descolocar al más curtido, por inesperado.
Ott adopta para sus historias el formato de relato corto, en el que el impacto se hace protagonista. No hay mucho tiempo para el desarrollo de personajes o enrevesados argumentos. El artista suizo golpea sin piedad al lector con cuentos macabros y decadentes, en los que la soledad, el abandono y los terrenos fronterizos entre la pesadilla y la realidad se funden en el oscuro paisaje mental exudado en cada página de Breakdown.
Aunque el tono lúgubre y onírico de la propuesta es la nota dominante de todo el recopilatorio, hay variedad en los relatos que contiene el libro. Huidas nocturnas en sórdidas narraciones de carretera, pasando por ciencia ficción tremendista y desesperada, todo cabe en la locura dibujada por Ott.
La ausencia de lenguaje humano en la mayoría de las páginas de Breakdown acrecienta la sensación de irrealidad, de desapego por cualquier anclaje de los personajes con la normalidad que percibimos la mayoría de nosotros en la rutina. Son seres en situaciones increíbles, espectros sacados de una perversa ensoñación, caminantes por la línea divisoria entre lo mundano y lo imposible.
Escenarios para el horror
Escenarios urbanos de ciudades transformadas en trampas, habitaciones de hotel que parecen antesalas del infierno, aquelarres extirpados de lo que parece una versión alucinada del folclore brujeril… las situaciones en las que Ott desata su inquieta imaginación dejan un paisaje estremecedor.
Ott se recrea en espacios solitarios, abandonados, esos que ignoramos pero que parecen ocultar sombras que se atisban por el rabillo del ojo. Habitaciones de hoteles, alcantarillas, el silencio del espacio exterior, calles que parecen abandonadas o parajes nocturnos en medio de la nada componen el mosaico de escenarios en los cuales los personajes se golpean contra su destino.
No hay escapatoria en los relatos que componen Breakdown. Una cara de sorpresa final ante lo inevitable, la espantosa idea de que la existencia es una especie de broma de mal gusto, la muerte el chiste final. Muertes que, ya sean discretas o un baño de sangre, remarcan la filosofía detrás del arte del suizo. Muerte que se deja ver detrás de las miradas de pánico, los seres grotescos, la decadencia sudorosa y el mutismo de personas que parecen tragadas por un agujero negro de tristeza.
Breakdown nos invita a la madriguera del conejo, al reverso del país de las maravillas. Seguir al conejo blanco a través de las tinieblas es el camino a la perdición, al sinsentido de la realidad. Ott rompe los convencionalismos acerca de lo que nos rodea y rompe la cómoda seguridad de la ignorancia, y nos hace conscientes de que hay muchos monstruos en nuestra propia cabeza.
La lectura de este puñado de cuentos sombríos nos os dejará indiferente. Breakdown se meterá dentro de ti, sus imágenes revolotearán durante un tiempo por tu imaginación.
Comprenderás el poder sensorial de los silencios de Ott, del poder de sus viñetas, que te harán oler el polvo de las habitaciones sucias, escuchar el goteo incesante en los subterráneos de la ciudad, el sonido metálico de la sierra mecánica o del cuchillo cuando atraviesa la carne. Sentirás el calor del fuego del aquelarre en tu cara, la angustia de los espacios cerrados, la sombra de la muerte en un sueño terrible. Al final, Ott ofrece el orden en el caos de su creación. Un orden basado en la falta de lógica de un mundo que se derrumba.
No he contado mucho de los cuentos como tal, pero prefiero que seáis vosotros los que descubráis cada peldaño del descenso a los infiernos propuesto en Breakdown. Espero que, tras la lectura, compartas las sensaciones que yo he percibido. Que entiendas la fascinante belleza del horror que contiene esta obra inclasificable. Que te descubras como un caminante más de la senda oscura, pero apasionante, que has iniciado al cerrar Breakdown.