Este verano regresan los policías rebeldes más famosos del mundo con su icónica mezcla de comedia y acción al límite, aunque con un pequeño giro: ¡Los mejores de Miami se dan a la fuga!
Bad Boys a la fuga
Cuando acusan injustamente al capitán Howard por un crimen relacionado con el tráfico de drogas, los policías rebeldes se comprometen a limpiar su nombre. A medida que se acercan a la verdad, Mike y Marcus son incriminados y se convierten en fugitivos, con una recompensa sobre sus cabezas financiada por un cartel. Perseguidos por la policía, en el punto de mira de los carteles de droga y buscados por todas las bandas de la ciudad…
Después de 4 películas (Bad Boys en 1995, Bad Boys II en 2003, Bad Boys for Life de 2020 y esta Bad Boys: Ride or Die) y tras 30 años juntos, es innegable la química que proyectan juntos Will Smith y Martin Lawrence, y es el principal atractivo de esta película: ver más de lo mismo. Si te han gustado las anteriores, ésta no te decepcionará.
Sin embargo, esta cuarta ¿y última? entrega de las aventuras de la singular pareja de policías no trae nada nuevo… lo cual no tiene que ser algo negativo. Tanto los guionistas Chris Bremner y Will Beall como los directores Adil El Arbi y Bilall Fallah intentan darle un toque diferente a la historia, pero lo consiguen de forma limitada: los protagonistas como fugitivos, o un ligero cambio de actitud entre ellos, con un Mike Lowrey más vulnerable y menos seguro de sí mismo, mientras que el siempre divertido Marcus Burnett es ahora el “motor” de la pareja y el que tiene que “despejar” las dudas de su compañero.
Y aunque lo verdaderamente interesante es el por qué Marcus o Mike cambian de actitud (y que no os voy a revelar), el guion no aprovecha esto y no ahonda en las consecuencias de estos cambios. Se limita a mostrarnos escenas más o menos cómicas (en el caso de Marcus) o relativamente dramáticas (en el caso de Mike) sin profundizar en ello, lo cual podría haber dado lugar a historias y subtramas algo diferentes en la saga
“Solo es posible crear una química así con unos personajes que los espectadores conocen y quieren tanto”, dice Bruckheimer. “El gran éxito de la franquicia es que a los dos les encanta estar juntos delante de la cámara. Les encanta enfrentarse a los tipos malos, aunque también tengan bronca entre ellos”. Y es que puede que Mike y Marcus siempre estén a la gresca, pero es evidente que se quieren y se apoyarán el uno al otro hasta el final. “Son compañeros hasta la muerte”.
Eso es lo que nos gusta de esta serie de películas. Al igual que ocurriera con Arma letal o en forma de parodia en Infiltrados en clase, nos gusta ver a un dúo de personajes que se quieren y se pelean a la vez, mientras van dando tiros a diestro y siniestro.
A su alrededor pululan muchos personajes secundarios, casi todos conocidos de anteriores entregas (Jacob Scipio en el papel del asesino convicto Armando Aretas, sus antiguos colegas del equipo de Operaciones Avanzadas de la Policía de Miami, Kelly y Dorn, interpretados por Vanessa Hudgens y Alexander Ludwig, o Dennis McDonald como Reggie, retomando el papel de creó en Dos Policías Rebeldes II a los 15 años), y unos pocos nuevos como el fiscal Lockwood, interpretado por Ioan Gruffudd (al que conocemos como Reed Richards, Mister Fantástico) y, por supuesto, el nuevo villano, James McGrath (Eric Dane), un personaje interesante pero al que le falta evolución o algo más de trasfondo. Además, tenemos un divertido cameo de cierto director de cine de acción… y que está muy relacionado con esta saga (guiño, guiño).
Los directores Adil y Bilall vuelven a dirigir la película tras colaborar en Bad Boys for Life, la tercera película, que hizo más de 424 millones de dólares en la taquilla mundial, convirtiéndose en el título de más éxito de 2020. Su formación cinematográfica (europea y alejada de Hollywood) se nota en ese intento de modernizar la personalidad de los protagonistas pero, sobre todo, en la cromaticidad y en la paleta de colores, con colores y tonos exagerados que generan un gran contraste para crear un ambiente especial.
Obviamente, esto también depende del director de fotografía Robrecht Heyvaert: “Los colores de Miami en esta película son el azul claro, el turquesa y el rosa”, dice Heyvaert. “Si juntas esos colores se acerca a cómo es la ciudad de noche.”.
Toda la película es muy dinámica, casi vertiginosa, pero siempre puedes ver con claridad a cada uno de los personajes y el principal responsable es Greg Rementer. El rodaje y el montaje muestran unos buenos movimientos de cámara. Casi todo el metraje es acción: conduciendo, corriendo o disparando (por supuesto) y los directores lo han sabido rodar de la mejor manera, con planos que se salen de lo común para intentar sorprender al espectador, como el plano SnorriCam, que tiene como objetivo hacer que nos sintamos dentro de la acción y que podéis ver aquí cómo se realizó.
El caso es que, como decía, tenemos más de lo mismo y, en muchos casos, mejor: más acción, más comedia… Al entrar en la franquicia Bad Boys estamos en un lugar conocido y cómodo, por lo que nada nos sorprenderá demasiado pero tampoco nos defraudará. Las casi dos horas de duración (se agradece) son muy entretenidas, con tan solo un breve receso para tomar aire justo antes de la batalla final.
En el trayecto, una buena comedia de acción, con unas escenas muy bien coreografiadas, con una historia sencilla pero eficiente que, en resumen, es lo que hemos ido a ver ¿verdad?
BAD BOYS: RIDE OR DIE está producida de Don Simpson, Jerry Bruckheimer, Westbrook y 2.0 Entertainment. Está dirigida por Adil El Arbi y Bilall Fallah y protagonizada por Will Smith, Martin Lawrence, Vanessa Hudgens, Alexander Ludwig, Paola Nuñez, Eric Dane, Ioan Gruffudd, Melanie Liburd, Tasha Smith, Tiffany Haddish y Joe Pantoliano. Escrita por Chris Bremner y Will Beall. El director de fotografía es Robrecht Heyvaert. Diseño de producción de Jon Billington. Los montadores son Dan Lebental y Asaf Eisenberg. Música compuesta por Lorne Balfe.
BAD BOYS: RIDE OR DIE se estrena en cines el 7 de junio de 2024.