¿Realmente necesitábamos otra versión de El cuervo? Las críticas no solo dicen que no, sino que lamentan el tiempo y dinero invertidos en ella
En el vasto panorama del cine, pocos proyectos generan tantas expectativas y temores como los remakes de clásicos culturales. El cuervo de 2024, protagonizada por Bill Skarsgård y FKA Twigs, prometía una revisión moderna del icónico film de 1994 que nunca llegó a elevarse. Con una calificación desalentadora del 19% por parte de los críticos en Rotten Tomatoes, el filme ha sido descrito como “sin alma”, “sin vida” y “vacío”. Estas no son solo etiquetas aleatorias; reflejan un consenso de desilusión y desaprobación que resuena entre aficionados y novatos por igual.
El eco de una tragedia anunciada
Desde el lanzamiento del primer tráiler, las señales ya presagiaban un destino turbio. La historia de El cuervo merece ser contada con una visión que supere al original, o al menos, que le rinda un homenaje digno. Sin embargo, la entrega actual ha sido tachada de innecesaria y carente de la profundidad emocional y estilística que caracterizó a Brandon Lee y su trágica y recordada actuación.
Richard Crouse comenta sombríamente: “El cuervo ha vuelto, pero desafortunadamente, nunca realmente despega.” Mientras tanto, Roger Moore señala la falta de corazón, incluso en la romántica y forzada trama que pretende ser el motor de la historia. Michael Gingold critica duramente la secuencia de remakes innecesarios que solo sirven para golpear a un caballo ya muerto.
Una mirada al descontento general
Fico Cangiano describe el filme como un fiasco total y aburrido, lamentando una actuación principal que evoca la falta de carisma de Anakin en las precuelas de Star Wars. Por otro lado, Andrew Parker lo cataloga como uno de los orígenes de “superhéroe” más tediosos y sin chispa que se hayan adaptado al cine.
En un tono similar, Witney Seibold critica la edición descuidada y la falta de acumen narrativo básico, donde eventos importantes se suceden sin explicación o resonancia emocional. Ryan Lattanzio va más allá al describir la película como peor que una pérdida de talento o recursos; simplemente subsiste en la pantalla, tan inerte como el propio Eric Draven.
Las críticas no se detienen
Kristy Puchko menciona que la película, fea e incoherente, evoca la sabiduría de otra película de terror sobre cadáveres resucitados: a veces, lo muerto es mejor. Lyvie Scott señala la ironía de cómo un concepto tan lleno de alma puede ser condenado por la falta de sustancia, y Tim Grierson expresa que esta nueva versión no solo falla en honrar la memoria de Brandon Lee, sino que ni siquiera justifica su propia existencia.
Entre las críticas, una reseña anónima de Ltterbooxed se destaca por su franca desilusión: “Fui a ver esta película con la esperanza de disfrutarla, pero salí enfadado.” La falta de acción, un desarrollo lento y decisiones narrativas equivocadas configuran un panorama desolador para este remake.
Un fracaso retumbante que pone en jaque la necesidad de remakes
El personaje central de El cuervo, Eric Draven, interpretado en esta ocasión por Bill Skarsgård, ha sido una figura icónica del cine de culto desde su trágica representación por Brandon Lee en 1994. En su origen, Draven es un músico resucitado para vengar su muerte y la de su prometida, un tema que resonó con profundidad y autenticidad en la versión original. Sin embargo, en este remake, su carisma y profundidad parecen haberse diluido bajo el peso de una narrativa confusa y una dirección que no logra captar la esencia de venganza y redención que define al personaje.
Comparado con otros personajes icónicos de remakes recientes, como los de “Mad Max” o “Blade Runner”, Eric Draven en 2024 no logra destacarse. Mientras que en estas franquicias se logró infundir nueva vida a sus historias, manteniendo el respeto por el material original y su contexto, El cuervo parece haber perdido esa conexión, transformándose en un ejemplo palpable de cómo la falta de visión y respeto por el legado puede desembocar en un producto que no satisface ni a fans ni a críticos.
El cuervo (2024) se presenta no solo como una oportunidad perdida sino como un recordatorio de que algunos clásicos deberían permanecer intactos. Mientras que el cine está en constante evolución, la esencia de lo que hace especial a una obra parece haberse perdido en este intento de modernización que ha terminado siendo un doloroso revés para fans y críticos por igual. En la búsqueda de redención cinematográfica, a veces es mejor dejar que las grandes historias conserven su gloria original sin ser eclipsadas por intentos fallidos de resurrección.
