Te explicamos el misterio de los monarcas olvidados en El Señor de los Anillos y lo que significa para su lore
Antes de adentrarnos en el corazón de la Tierra Media, una frase enigmática resuena desde las profundidades del pasado de la saga, susurrada por Saruman en un momento de desesperación y desdén. “Las coronas de siete reyes y las varas de los cinco magos”, palabras que, aunque cargadas de historia y poder, se diluyen entre las páginas de J.R.R. Tolkien y los fotogramas de Peter Jackson. Pero, ¿a qué reyes se refería Saruman? ¿Y por qué sus coronas?
El legado de los enanos en las montañas de la Tierra Media
La teoría más resonante nos lleva a los enanos, los señores de las montañas y custodios de tesoros inimaginables. Cada uno de los siete clanes enanos tenía un rey, un linaje que se remonta a los Padres de los Enanos, forjados por Aulë en la historia temprana de la Tierra Media. Los más destacados, los Longbeards o Durin’s Folk, habitan en nuestra memoria colectiva gracias a personajes como Gimli.
Su corona, vista en lugares tan icónicos como las Puertas de Durin en Moria, simboliza la majestuosidad y la perdurabilidad de su raza. Sin embargo, resulta curioso que Saruman hiciera mención específica de estas coronas, considerando que el conflicto central de la saga gira en torno a hombres y elfos, no enanos.
El enigma de los reinos de los hombres
Alternativamente, Saruman podría estar invocando la imagen de los reinos de los hombres durante su tiempo en Rohan. El mundo de Tolkien estaba dividido en varias regiones prominentes gobernadas por hombres, desde el antiguo Gondor hasta el remoto Dale, sin olvidar las tierras devastadas de Arnor. Sin embargo, el poder de Sauron había borrado casi todo vestigio de monarquía en las vastas regiones de Rhûn, Khand y Harad. Este misterio nos lleva a preguntarnos si las palabras de Saruman hablaban de reinos perdidos o de un poder que nunca fue realmente suyo.
Quizás, en su búsqueda por desacreditar a Gandalf y destacar su propia traición, Saruman se refirió a los reinos más influyentes de la Tierra Media sin distinción de raza o linaje. Lugares como Gondor y Rohan son claros candidatos, pero también lo son Erebor y el Reino del Bosque, que aunque menos mencionados, fueron cruciales en la Guerra del Anillo. Rivendell y Lothlórien, gobernados por señores y damas, nos recuerdan que no todos los líderes llevaban coronas visibles, poniendo en duda la literalidad de las palabras del mago blanco.
Un eco de poder a través de la historia de la Tierra Media
Mientras desentrañamos los misterios de las coronas y los reinos, es crucial recordar cómo Saruman mismo se convirtió en un reflejo de la ambición que critica. Antes de su caída, era un líder entre los Istari, enviado para guiar a los pueblos de la Tierra Media contra la sombra de Sauron. Sin embargo, su deseo de poder lo corrompió, llevándolo a traicionar a aquellos a quienes debía proteger. Esta transformación es paralela a la de muchos líderes en la historia de Tolkien, donde la lucha por el poder a menudo conduce a la ruina.
Además, la referencia a las coronas puede simbolizar la autoridad perdida y la soberanía que Saruman deseaba usurpar. Comparando con otros personajes como Denethor en Gondor o Thranduil en el Reino del Bosque, quienes también lidiaron con sus propios desafíos de liderazgo, Saruman se destaca como un ejemplo de cómo la autoridad sin sabiduría puede llevar al desastre. Estos paralelismos enriquecen nuestra comprensión de “El Señor de los Anillos” y ofrecen una visión más profunda de su temática universal sobre el poder y la corrupción.
Un desafío a la codicia del poder
Finalmente, tal vez lo que Saruman realmente expresaba no era un deseo literal por las coronas o las llaves de antiguos bastiones, sino un reflejo de su propia ambición desmedida. Acusando a Gandalf de buscar un poder excesivo, Saruman proyectaba su propia traición, pues él mismo había deseado dominar, no guiar. En su sarcasmo, “las coronas de siete reyes” podrían ser simplemente eso, una mera ilusión de poder que nunca existió.