El día 3 en el Festival de Sitges comienza con Ick de Joseph Khan y continúa con Schirkoa: In Lies We Trust de Ishan Shukla y Escape From the 21st Century de Yang Li
Tercer día del Festival de Sitges. Ya hay que ir despertándose más temprano para poder ver algunas películas más, en esta ocasión tocan tres largometrajes en la Sala Tramuntana, por lo que el día se presenta tranquilo y sin necesidad de correr ya que hay buenos descansos entre películas.
La primera película que se ha podido ver en la sala ha sido Ick de Joseph Khan, una fusión de subgéneros divertidísima y unos referentes tan claros (The Blob) que nos lo ponen en la televisión del protagonista. Ick es una película de terror comedia muy bien pensada para disfrutarse en Sitges y sin duda el efecto en la sala ha sido una cadena de risas y un gran aplauso en uno de los chistes más ácidos que se han hecho en el Festival por ahora.
Joseph Khan nos introduce a Hank (Brandon Routh) en su mejor momento (su adolescencia) y nos va contando su ascenso y caída como uno de los adolescentes más prometedores en un montaje divertidísimo muy de videoclip de inicios de los 2000 y parodiando a las películas juveniles con actores adultos. Tras la gran intro se nos transporta a la actualidad, donde los roles y la forma de comunicarse de los jóvenes han cambiado mucho, Hank es profesor y además tiene que lidiar con darle clases a la hija de su exnovia de instituto.
Pero esto no es lo peor para Hank y para todo su pueblo. Desde que él era un chaval unas raíces muy raras están invadiéndolo todo y hasta la actualidad nunca le habían dado importancia. Así Ick se convierte en la fusión perfecta entre The Blob y The Faculty e incluso con un pequeño guiño a La Niebla y el supermercado que acaba provocando una situación divertidísima con adultos conspiranoicos.
Tampoco podemos olvidarnos de los adolescentes, los cuales están invadidos por las redes sociales, la superficialidad y la (como no) importancia al sexo. Con todo esto Khan acaba divirtiéndose muchísimo en el guión y Brandon Routh lo da todo para que el público se eche una buenas risas con lo que acaba siendo una crítica a la invasión del pasado y a la sociedad actual americana e idiotizada. Una gran sorpresa en el Festival.
Después de la primera película por la mañana tocaba la primera de la tarde en la Sala Tramuntana, Schirkoa: In Lies we Trust de Ishan Shukla. La película expande la mitología creada por el director en su cortometraje homónimo y desarrolla más todavía todo su imaginario en una cinta de animación donde se usan distintas técnicas de 2D, 3D e incluso cinemáticas parecidas a las de un videojuego. Shukla se centra en el viaje personal de 197A a través de sus creencias y las ciudades que componen el complejo mundo de la cinta. En Schirkoa todo el mundo lleva bolsas en la cabeza con su número/nombre y funcionan al más puro estilo distopico creado por Orwell en 1984.
Y este es uno de sus mayores problemas, no funciona como una adaptación de 1984, pero el esquema es demasiado parecido y la lucha por la libertad dentro de una sociedad distopica ultra vigilada está muy tratada. Por lo que Shukla, aunque repita estos patrones y construya una película previsible intenta llevarlo a otros terrenos y dialogar sobre otros conceptos más actuales como la liberación sexual o las creencias e ideologías mismas que siempre han estado presente en las distopias, pero que en este caso se actualiza tomando como referencias inconscientemente situaciones políticas actuales como la situación de Oriente Medio y las Guerras Santas.
Schirkoa es bastante confusa en su desarrollo y parte de ello es su animación que toma un riesgo muy alto al intentar usar técnicas poco vistas en el cine, pero este riesgo se debe de aplaudir por como acaba transmitiendo el viaje del protagonista y haciendo sentir al espectador como si estuviera en un viaje psicotrópico. También hay que añadir que el ritmo no es muy constante y acaba provocando que algunas situaciones acaban siendo muy atropelladas y otras se alarguen sin necesidad. Por todo ello la obra de Shukla es un proyecto complejo y difícil de ver, pero con un riesgo que se debe de premiar por intentar traer algo nuevo.
Por último, volví a la Sala Tramuntana para la segunda sesión de tarde, Escape From the 21st Century de Yang Li. La película de Li tenía gran expectación por parte de los asistentes de Sitges por lo loca que parecía su propuesta, resumiendo lo rápido la película juega con los viajes en el tiempo y el efecto mariposa, pero con una regla tan absurda como la de que los protagonistas, tres chavales de 18 años, solo pueden avanzar 20 años al estornudar y volver a 1999 al volver a estornudar. Escape From the 21st Century destaca por ser una película de pasárselo bien y los viajes acaban provocando situaciones divertidas que irán desencadenando en una trama mucho más irreverente.
En un principio iba a ser presentada por su director, pero finalmente iba a venir su productor y al final la acabo presentando uno de los distribuidores internacionales de la película. Resaltó que era la primera película de imagen real de Yang Li, el cual venía de hacer varios proyectos animados, por lo que su forma de ver el cine es mucho más dinámico y esto mismo lo quería plasmar en una película de imagen real. Un trabajo complicado que al final acabó consiguiendo al mezclar la animación con la imagen real y los cambios de formato. Unas fusiones de estilo que acaba favoreciendo a que la película sea muy dinámica sin dejar ningún respiro desde su gran introducción.
Todo esto acaba en un trabajo increíble de montaje, edición de sonido y de ideas que no paran de desbordar la pantalla con incluso escenas de acción marcadas por el ritmo de la música al más puro estilo de Baby Driver. Si os preocupa la mezcla de animación e imagen real, deciros que puede que no sea lo que esperáis y que sin duda ayuda a darle más dinamismo y hace que las escenas de acción sean todavía más emocionantes de ver. Sin duda la película no defrauda en ningún momento con grandes momentos de acción y sobre todo muchos chistes y momentos hilarantes muy de corte asiático que deja con muy buenas sensaciones y un bonito mensaje final.
