La última adaptación de Nosferatu está siendo un éxito, pero el Conde Orlock original estuvo a muy poco de desaparecer de la historia del cine
Nosferatu, eine Symphonie des Grauens de 1922 es un clásico del cine que, como muchas, no fue un gran éxito al principio, pero que con el tiempo se convirtió en una obra de culto. Fue el primer vampiro que apareció en el cine. La película no solo asentó grandes mitos vampíricos que han perdurado hasta nuestros tiempos, también inventó cosas como que la luz solar es mortal para estas criaturas. En 2024, Roberts Eggers ha querido reimaginar al Conde Orlock con una nueva adaptación, la cual está funcionando bastante bien.
Si alguno ha visto la película original o esta última interpretada por Bill Skarsgård, seguro que no se le ha escapado que hay bastantes similitudes entre este vampiro y el más famoso de todos, Drácula. Las similitudes no solo quedan en que ambos son “condes”, se puede decir que Nosferatu es una adaptación “no autorizada y no oficial” del Drácula de Bram Stoker, un hecho que causó bastante revuelo en la época y que estuvo a punto de destruir a Orlok.
Nosferatu vs Drácula: Guerra de derechos
El director de cine alemán, Friedrich Wilhelm Murnau quiso realizar una adaptación de la novela de 1897 de Bram Stoker, Drácula. Pero como el director no disponía de los permisos legales necesarios para la adaptación, realizó cambios con la intención de evitar acusaciones de violación de los derechos de autor. Se modificaron los nombres (aunque ambos vampiros seguían poseyendo el título de Conde), la apariencia de los monstruos, parte de las localizaciones (Transilvania sigue existiendo) y por supuesto parte del argumento.
Bram Stroker ya había fallecido en 1922, pero su viuda, Florence Balcombe seguía viva y era la administradora del legado literario de su marido. En dicho año, a la viuda le llegó una carta anónima donde se incluía un folleto donde se anuncia la emisión de la película “Nosferatu” con una orquesta al completo. En el panfleto se describe el film como “una adaptación libre de Bram Stoker”. A pesar de todos los cambios, era imposible negar el parecido con la novela.
Balcombe no había dado permiso para la adaptación, por lo que rápidamente demandó a la película por infracción de derechos de autor. La mujer no solo pedía una compensación económica, también exigió la destrucción de todas las copias de la película de Murnau. El conflicto duró unos cuantos años, pero al final, en 1925 la corte alemana falló en favor de Balcombe y se ordenó la destrucción de las copias de Nosferatu. Casi todas las copias de Alemania fueron destruidas, pero por suerte, la película ya había sido distribuida a países como Estados Unidos de América o Francia. Gracias a estas copias “ilegales”, este clásico del terror ha podido llegar hasta nuestros días.
Aunque gracias a estas copias clandestinas Nosferatu ha persistido en el tiempo, lo que podemos ver hoy no es en sí la película original. Las copias que se distribuyeron a distintos países poseían diferencias. Además, las copias que fueron surgiendo del metraje tenían una baja calidad. No fue hasta 1984, en el Festival de cine de Berlín, que se pudo visualizar la reconstrucción más fiel de Nosferatu. A principios de este siglo también salieron ediciones donde se recuperó todo el metraje de la cinta original. Hoy en día la película es de dominio público y se puede disfrutar de este clásico del cine en muchos formatos físicos y plataformas.
Nosferatu de Roberts Eggers está actualmente disponible en los cines de todo el mundo.