Daredevil Born Again #7: La caída de Musa y el despertar de Fisk
El séptimo episodio de “Daredevil: Born Again” representa un punto de inflexión en la temporada, donde varias tramas convergen de manera abrupta y otras nuevas se perfilan en el horizonte. La serie ha decidido resolver prematuramente la amenaza de Musa, quizás el antagonista más interesante hasta el momento, para abrir paso a lo que todos esperábamos: el inevitable enfrentamiento entre Matt Murdock y Wilson Fisk.
El apresurado final de Musa
La conclusión del arco de Musa resulta francamente decepcionante. Para un personaje tan enigmático, que se movía entre túneles y operaba desde las sombras, su muerte a plena luz del día carece de la resonancia dramática que merecía. Los guionistas parecen haber sacrificado el potencial de este villano para acelerar el desarrollo de otra trama: el creciente poder y la rabia descontrolada de Fisk, materializada en su nuevo “escuadrón” de policías.
Un error flagrante aparece al inicio del episodio, cuando el resumen nos muestra explícitamente al joven que había pedido ayuda profesional a Heather. Esta sobreexplicación elimina cualquier sutileza en la revelación de la identidad de Musa. Aunque muchos espectadores ya lo habíamos intuido en su primera aparición, subrayarlo de manera tan evidente resulta innecesario y resta impacto al personaje.
La exploración psicológica de Bastian/Musa también queda a medias. Durante su consulta, admite su fijación por la doctora Glenn, pero las motivaciones que se nos presentan son vagas y deberían haberse establecido con mayor profundidad en episodios anteriores. El daño psíquico que inflige al Dr. Glenn ocurre de forma demasiado precipitada, desprovisto del dramatismo necesario. Un episodio adicional dedicado a presentar a Musa como una amenaza creciente para la ciudad y, especialmente, para Heather, habría resultado mucho más satisfactorio.
Heather Glenn: por fin, protagonismo
La Dra. Heather Glenn (Margarita Levieva) finalmente abandona su rol pasivo como simple confidente y toma acción en este episodio. El personaje evoluciona considerablemente cuando se enfrenta a Bastian/Musa, aunque su violento ataque acribillándolo a tiros parece diseñado principalmente para crear una brecha entre ella y Matt. Su grito “Cualquiera que necesite una máscara es un cobarde” reafirma su postura sobre los justicieros y establece un inevitable conflicto con la doble vida de Murdock.
La escena inicial donde Heather descubre los moratones de Matt tras su ducha resulta significativa. Su preocupación profesional la lleva a preguntarle directamente si se trata de autolesiones, lo que adquiere un peso particular en el contexto del catolicismo torturado de Daredevil. La confesión de Matt sobre la falsedad de su vida actual es peligrosamente reveladora, especialmente considerando que se lo dice a su pareja, que además es psicóloga. Este momento íntimo anticipa las complicaciones que se avecinan en su relación.
El latido de la tensión
El uso del sonido de los latidos funciona en un doble nivel a lo largo del episodio: por un lado, nos indica el estado emocional del protagonista; por otro, genera una tensión palpable en el espectador. Este recurso sonoro se ha convertido en una seña de identidad de la serie, conectando al público con la hipersensibilidad auditiva de Matt y transformando su “discapacidad” en una ventana a su mundo interior.
Fisk: el despertar del Kingpin
Wilson Fisk está perdiendo la compostura, y eso lo hace más peligroso que nunca. La mera idea de que Daredevil haya regresado a operar en su ciudad le resulta intolerable, llevándolo a un momento de vulnerabilidad donde se desahoga con Buck. Su indignación por los brutales métodos extrajudiciales de Daredevil roza la hipocresía, y en el fondo parece más admiración y proyección que verdadera condena moral.
La ironía resulta palpable cuando Fisk, como alcalde de Nueva York, arremete contra los justicieros por infringir la ley, mientras él mismo planea utilizar “recursos institucionales, recursos policiales” para su vendetta personal. Como bien le señala Buck, “usarlos para ajustar viejas cuentas podría considerarse un abuso de poder”, una advertencia que Fisk claramente ignora, cegado por su obsesión.
El enigma Vanessa
El cierre del episodio nos presenta una escena deliberadamente ambigua con Vanessa (Ayelet Zurer), quien se reúne con Luca (Patrick Murney), un descontento jefe mafioso. La conversación gira en torno al estado del submundo criminal de Nueva York y la deuda multimillonaria que arrastran. “Cuando tú dirigías era mejor. Y lo sabes”, le dice Luca, sugiriendo un cambio en la forma de gestionar las operaciones criminales.
Esta escena plantea múltiples posibilidades: ¿Vanessa quiere recuperar su posición como capo? ¿Es un plan coordinado con Fisk para eliminar a Luca? ¿O quizás Vanessa busca que emerja el verdadero Kingpin que todos esperamos? Personalmente, me inclino a pensar que Vanessa está tendiendo una trampa a Luca en coordinación con Fisk. A pesar de sus desacuerdos, parece mantener su lealtad hacia él.
Conclusión
El séptimo episodio marca un antes y un después en “Daredevil: Born Again”. Aunque la resolución del arco de Musa resulta precipitada y desaprovecha el potencial del personaje, sirve como catalizador para el verdadero conflicto de la serie: el inevitable enfrentamiento entre Daredevil y Kingpin. La imprudencia de Matt al pronunciar el nombre de Heather mientras está uniformado confirma que su vida personal y su misión como justiciero están a punto de colisionar frontalmente.
La serie está sentando las bases para un final de temporada que promete elevarse por encima de sus irregularidades. Con Fisk abandonando su fachada de político respetable y Matt arriesgando cada vez más su identidad secreta, “Daredevil: Born Again” parece dispuesta a recuperar la intensidad que caracterizó a su predecesora.