Gorō Miyazaki, hijo del legendario director, asegura que la esencia de estudio Ghibli no puede replicarse con algoritmos
El futuro del anime según Gorō Miyazaki
Pero por muy potente que sea esta tecnología, hay algo que no puede replicar: la mirada y la sensibilidad humana de creadores como su padre. Para Gorō, lo que diferencia el cine de Hayao Miyazaki no son solo sus dibujos, sino la experiencia vital que los impregna. “Es imposible crear algo con el mismo sentido, el mismo enfoque y la misma actitud que tenía la generación de mi padre”, afirma con contundencia.
Lo que la IA no puede copiar
A sus 84 años, Hayao Miyazaki sigue trabajando en un nuevo largometraje, desafiando el paso del tiempo y las tendencias tecnológicas. Sin embargo, su rechazo hacia la inteligencia artificial es total. Ya lo dejó claro en un documental de 2016 emitido por NHK, donde calificó una animación generada por IA como “una afrenta a la vida misma”. Su crítica no era solo técnica, sino profundamente emocional: “Quien crea esto no tiene ni idea de lo que es el dolor”, sentenció.
El papel de la inteligencia artificial en el anime
Aunque Ghibli se mantenga firme, otras productoras japonesas ya están explorando las posibilidades de la IA. El mejor ejemplo es Twins Hinahima, el primer anime generado casi por completo con IA que se emite a nivel nacional. Aunque aún cuenta con supervisión humana, el 95% de las animaciones han sido generadas por algoritmos. La industria observa con atención si el público abrazará esta nueva forma de creación, que promete rapidez, bajo coste y un acceso más democrático a la dirección de anime.
¿Resistencia o evolución?
La cuestión de fondo es si Studio Ghibli resistirá a esta revolución o acabará adaptándose. Lo que parece claro es que Ghibli no será lo mismo sin la visión conjunta de Miyazaki y Suzuki, dos pilares que han levantado una obra maestra tras otra desde 1985. En palabras de Gorō, “si ellos dos no pueden hacer anime o no pueden moverse, ¿qué pasará? No es como si pudieran ser reemplazados”.
Puede que en unos años veamos películas hechas enteramente por máquinas, pero si algo nos ha enseñado La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro, es que la magia auténtica no se genera, se vive. Y esa magia, por ahora, sigue teniendo nombre y apellidos: Hayao Miyazaki.