Cuando se anunció la intención por parte de DC Comics de publicar una serie de cómics que harían de precuela de la conocida y popular novela Watchmen la noticia no estuvo exenta de polémica. Los motivos eran muchos: se trata de uno de los cómics más apreciados por los lectores y la crítica, una historia cerrada considerada por muchos como perfecta, además una obra de un autor, Alan Moore, conocido precisamente por su opinión sobre esta clase de movimientos.
El motivo por parte de DC era supuestamente el hacer llegar a nuevos lectores la obra de Moore y Dave Gibbons publicada en el año 1987, contándonos el origen de los protagonistas (y algunos villanos), aunque entre bambalinas se cuenta que el verdadero motivo es algo tan comercial como mantener los derechos sobre la obra. Evidentemente esta iniciativa contó con el rechazo de Moore desde el principio, pero aunque sus motivos puedan ser los correctos, el equipo creativo tras esta nueva oleada de cómics basados en su obra no contaron ni con su apoyo ni supervisión, provocando más incertidumbre sobre el resultado final.
Finalmente los primeros números han llegado a nuestro país de mano de ECC en una edición prácticamente idéntica a la original, por lo que a continuación haremos un pequeño repaso a los números para ver si DC ha permanecido fiel al espíritu de la historia o si por el contrario su movimiento comercial ha resultado un fracaso:
Minutemen
Los Minutemen son el primer grupo de superhéroes de la historia (según la mitología creada por Moore, evidentemente), aunque durante los eventos de Watchmen tan solo quedan tres de ellos: El Comediante, Sally Jupiter y Hollis Mason, el Búho Nocturno original.
En esta precuela, al cargo de Darwyn Cooke (Batman: Ego) tanto en el guion como en el dibujo y portada, veremos de primera mano como Mason escribe el libro “Bajo la capucha”, su autobiografía, trasladándonos para ello a los años 30 y contemplando tanto su origen como el de sus compañeros de aventuras. Una historia con sabor amargo pues nosotros como lectores de la obra original sabemos en todo momento el trágico destino que aguarda a muchos de ellos (y que el propio Mason nos recuerda fugazmente). Se trata de un número de presentación de personajes, con historias breves para cada uno, lo cual despierta la curiosidad por lo que nos tiene preparado Cooke para los siguientes números, de momento, ya sea por su brevedad o por lo poco que se sabía de estos personajes en Watchmen, se antoja la precuela que mejor encaja con la historia de Moore y Gibbons.
Búho Nocturno
Si hay un personaje que puede considerarse protagonista en Watchmen ese es Dan Dreiberg. Pero no nos engañemos: no es por su importancia en la trama, ni por ser el personaje más querido, ni siquiera por la duración de sus apariciones… simplemente dentro de ese universo amargo y crudo que es Watchmen es el que mejor encaja con la idea del superhéroe tradicional, movido por una ética y moralidad muy alejada de las de personajes como El Comediante o Rorschach.
El equipo creativo tras esta precuela cuenta con auténticos pesos pesados de la industria, con J. Michael Straczynski encargándose de la historia y Andy Kubert de los lápices y su padre, Joe Kubert, fue el encargado del entintado en el que tristemente fue su último trabajo (falleció el pasado 12 de agosto). Al igual que Minutemen este primer número se trata de una historia de presentación, en la que nos cuentan los orígenes de su fuerte código moral (propiciado por una infancia llena de abusos), sus orígenes como ayudante del Búho Nocturno original, sus primeros pasos en su lucha contra el crimen junto a Rorschach y la conocida reunión con los otros protagonistas de Watchmen, que finaliza cuando El Comediante le prende fuego al mapa.
El cómic está lleno de guiños a la obra de Moore, aunque alguno queda poco natural, como si Straczynski los necesitara para mantener ambas historias interconectadas. Un número que resulta curioso por sí solo, aunque a expensas de ver qué es lo que ocurre en los siguientes.
Espectro de Seda
Laurie Juspeczyk es probablemente el personaje con menos trasfondo en Watchmen, pues aunque cuenta con una interesante historia a sus espaldas (la tensa relación que mantiene con su madre y el triangulo amoroso creado por ella, Dan/Búho Nocturno y el Doctor Manhattan) siempre parece estar a la sombra de sus compañeros masculinos. Esta precuela se aprovecha de ello y se convierte así en uno de las más alejadas a la historia de Alan Moore en muchos aspectos: el dibujo, a cargo de Amanda Conner está lleno de color y un trazo desenfadado y alegre, sin duda acorde con la historia creada por Darwyn Cooke, que repite en Antes de Watchmen (es el responsable de Minutemen). Ambos utilizan un estilo distinto a las otras obras de la colección para ilustrar una etapa de la vida alejada de la oscuridad que le aguarda en el futuro, en una época más alegre y optimista como lo fueron los años 60.
La historia arranca con una Laurie asfixiada por el comportamiento sobreprotector de su madre, con lo cual el conflicto no tarda en llegar y junto a su primer amor decide escaparse de casa. Una historia quizá demasiado floja para lo que un lector de Watchmen pueda esperar, recomendada tan solo para los más curiosos.
Ozymandias
Probablemente uno de los personajes más difíciles de retratar junto al Comediante, por lo que DC contrató para ello al veterano Len Wein, creador de La cosa del pantano y Lobezno, además del editor original de Watchmen. Se aseguraban así de contar con alguien familiarizado con la mente narcisista de Adrian Veidt, autoproclamado salvador de la humanidad y el hombre más inteligente del mundo. Wein consigue mediante la narración en primera persona de mano del propio Adrian dar con el tono correcto para retratar al mejor de los villanos, consiguiendo que el lector simpatice y odie al personaje a partes iguales: sus intenciones siempre fueron justas y correctas, pero es su personalidad autoritaria la que impide que se pueda considerar como un héroe.
A lo largo de las páginas de este primer número vemos el camino (literalmente) que siguió Adrian para convertirse en Ozymandias, en una historia que se ayuda del arte de Jae Lee, con su trazo estilizado y elegante además de un inteligente uso de los planos que ensalzan aun más el carácter del personaje. El resultado final encaja a la perfección con Watchmen, en parte porque profundiza en eventos ya mencionados e introduciendo pocas novedades, sin caer en el triste homenaje como si parece ocurrir en Búho Nocturno.
El Comediante
Watchmen empieza con el asesinato de Eddy Blake, también conocido como El Comediante. Sin embargo lejos de terminar ahí su historia se va desarrollando mediante flashbacks a lo largo de los doce números que duró la colección, descubriendo tras ellas un personaje gris, cruel, un reflejo del lado oscuro de las personas capaz de los actos más sádicos y al mismo tiempo una ventana al optimismo… un personaje perfecto para Brian Azzarello.
El autor de 100 Balas y Spaceman recurre al género que mejor se le da, la novela negra, para reimaginar uno de los eventos más conocidos de la historia moderna, el asesinato de J.F. Kennedy. Si bien en la película de Watchmen durante los créditos de inicio se puede ver como la persona que disparó al presidente no fue otra que El Comediante, en el cómic de Alan Moore nunca se afirma tal cosa, tan solo un comentario por parte de Blake que según el contexto podría considerarse una broma, y Azzarello utiliza esa ambigüedad para crear su historia. Una historia quizá demasiado breve pero que justo empieza, que aparentemente funciona por sí sola pero queda por demostrar cómo encaja en la creada por Moore y Gibons en los años 70.
Dr. Manhattan
Si se tuviese que elegir a un personaje para representar la obra de Alan Moore, ese sería el Dr. Manhattan. Este personaje, uno de los más complejos del elenco creado por Moore, era el único con superpoderes de los Watchmen, asimilándose a un Dios Topoderoso capaz de controlar la materia a nivel subatómico y observar de forma simultánea el pasado, el presente y el futuro, siendo este uno de los aspectos que más caracterizan al personaje debido a todo lo que este conlleva.
Straczynski es el encargado de retomar la narración en primera persona que caracteriza a Jon Osterman para presentarnos una obra que transcurre de forma paralela al relato original y revivir algunos aspectos de la vida del científico, como su aislada juventud, la relación con su padre o plasmando algunos acontecimientos que podían haber sido y que no fueron. Además de esto, en esta historia descubriremos que el Dr. Manhattan solo puede proyectar su consciencia de forma fantasmal en los recuerdos que alcanzan hasta el día de su transformación, pero no antes de ese punto. Esto hará que el protagonista intenté romper los límites de su realidad cuántica, algo que de manera más que probable nos ofrecerá una versión alternativa de la historia original en los siguientes números.
Rorschach
A pesar de tener un papel secundario en la obra original, Rorschach es uno de los personajes más memorables y uno de los grandes preferidos por el público, pues, caracterizado por su férrea ideología y sus métodos brutales, su personalidad y sus objetivos pueden hacer que el lector se vea reflejado en este personaje.
Brian Azarello se encarga de volver a escribir en el diario de Rorschach llevándolo hasta su mejor momento, 1977, año en el que se aprobó la ley Keenne según la cual los superhéroes quedan totalmente prohibidos. En esta serie vemos como Rorschach sigue castigando el crimen en los bajos fondos, esta vez, buscando un cargamento de heroína, un caso que le llevará a una situación cuanto menos complicada. Por otro lado, en este primer número vemos cómo la ciudad está siendo víctima de los crueles homicidios del asesino en serie conocido como El Bardo, quien seguramente se verá las caras en números posteriores con Rorschach.
En esta serie, Brian Azarello nos muestra una de las mejores historias de la saga recreando el ambiente tétrico que marcaba al personaje ofreciéndonos un cómic perteneciente al género negro en el que se encuentra patente la violencia típica del personaje. Además, cabe destacar la insuperable aportación que realiza Lee Bermejo en el apartado gráfico, mostrándonos sus siempre geniales dibujos que tan bien concuerdan con la estética del relato.
Moloch
En la obra original de Alan Moore aparecía un villano ya retirado al que Rorschach acusaba en un principio de estar tras el asesinato del Comediante y la desacreditación del Dr. Manhattan. El nombre de este personaje que lucía varias deformidades faciales era Moloch, y según se comentaba en dicho relato, los dos héroes mencionados se habían convertido en los mayores rivales de este ser, que se encontraba ya retirado del mundo del crimen.
Ahora, de la mano de J. Michael Straczynski (“The Amazing Spider-man”, “Superman”) y Eduardo Risso (“100 Balas”, “Spaceman”) nos llega uno de los mejores cómics vistos en la precuela de Watchmen. La historia nos llevará al nacimiento de un niño llamado Edgar Jacobi, cuya deformación facial hará que sea repudiado hasta por sus propios padres, quienes rehusaban mirarle a su rostro, algo que en cambio el resto de niños de su escuela harán con el fin de burlarse de él. Pero su apremiada inteligencia y las ganas por destacar frente a sus compañeros le llevarán a fijarse en un mago de un circo ambulante, del que aprenderá ciertos trucos que pondrá en práctica.
Pero la maldad de algunos niños hará que se despierten en él sentimientos psicópatas, obligándole a huir del lugar y dedicarse a la magia en el Chicago de 1937 bajo el nombre de Moloch; aunque tiempo después utilizará dichos poderes para sacar beneficio delinquiendo, logrando así hacerse un nombre como jefe del hampa. Y es en esta faceta donde conocerá a los Minutemen y posteriormente al Dr. Manhattan, quienes harán lo posible por lograr impedir sus acciones delictivas.
El trabajo de Straczynski es soberbio, contándonos el origen de uno de los primeros villanos de los Minutemen de una manera magistral, al que le acompaña el dibujante Eduardo Risso de una forma más que correcta, quien llega a lograr hacernos ver el cambio de sentimientos que se dan en el rostro de nuestro protagonista.
Dollar Bill
Con el cómic de Dollar Bill, sus autores intentan y logran mostrarnos tanto el inicio y fin de este personaje, como una crítica hacia el encasillamiento y vestimenta de algunos héroes. Así, el relato comienza mencionando el prometedor futuro que se le vaticinaba al joven William Benjamin Brady, quien destacaba sobre el resto de compañeros por sus excelentes cualidades atléticas. Pero lamentablemente, un desafortunado accidente jugando a fútbol americano le obligará a abandonar toda esperanza futura y a buscar un presente menos alentador. De esta forma, el joven Bill decide aceptar un trabajo como ficticio defensor del National Bank, mostrando en sus anuncios unas cualidades y aptitudes superiores a las de un hombre normal.
Esto lo llevará a unirse al grupo de los Minutemen, quienes lo incorporan a sus filas por la conocida imagen del héroe en los medios, hecho que les beneficiará para darse a conocer. Poco a poco iremos viendo las primeras acciones que este grupo va realizando, difiriendo bastante de lo que la prensa comunica que hacen. A su vez, el toque crítico que no podía faltar en un relato basado en la obra de Alan Moore es mostrado mediante dos hechos: por un lado tenemos el encasillamiento al que se ve sometido Bill, ya que ninguna compañía cinéfila quiere contratarle por su conocida imagen de superhéroe, recordándonos así lo ocurrido con el actor George Reeves y su etapa pos Superman; y por otro lado, observamos una crítica hacia el uso de las capas, algo que el héroe tacha de contraproducente y que se convertirá en su talón de Aquiles.
El cómic está escrito por Len Wein, quien también se ha encargado de la serie basada en Ozymandias, dotándolo de una uniformidad similar a la del resto de números y dejándonos conocer muchos más detalles acerca de la fatídica historia de Dollar Bill. Por otro lado, a los lápices le acompaña Steve Rude, quien cumple correctamente la misión de contarnos visualmente un relato basado en la primera mitad del siglo XX.
A modo de conclusión, decir que, a pesar de las críticas que tuvo que soportar cuando se anunció este proyecto, la brillante elección de los autores por parte de DC ha obtenido como resultado que las series protagonizadas por los distintos personajes se muestren, en líneas generales, como una muy buena manera de volver a retomar los ambientes y dilemas que rodeaba a cada personaje en la obra original de Alan Moore y Dave Gibbons. Una colección que no decepcionará a los lectores fieles al cómic de Moore y en la que indagaremos un poco más en cada personaje mostrándonos distintas historias originales que nos ayudarán no solo a conocer mejor al protagonista, sino el porqué de algunos hechos de Watchmen.