
No obstante, pese a lo anterior, Grandville no tiene lugar justo después de esos conflictos bélicos, sino que nos sitúa en la actualidad o, mejor dicho, en la actualidad de la realidad alternativa. En otros términos, el 2014 de ese mundo es completamente distinto al nuestro, puesto que, además de que Francia domina Europa, el retraso tecnológico en ciertas cuestiones (móviles, ordenadores, vehículos terrestres…) es considerable, de un siglo aproximadamente. Por consiguiente, es como si estuviéramos en la “Belle Époque” francesa (a principios de nuestro siglo XX). Añadir también dos detalles adicionales más: que Gran Bretaña consiguió su independencia recientemente gracias a atentados anarquistas y a una campaña de desobediencia civil, aunque es una nación con una relevancia casi insignificante; y que, a raíz de un atentado anarquista llevado a cabo por ingleses, existe un sentimiento antibritánico muy arraigado en el seno del imperio francés.
Una vez planteada la situación temporal, fundamental para entender la trama, pasemos al argumento. El inspector LeBrock de Scotland Yard acude a investigar la muerte de un ciudadano británico. Casi al instante, descubre quién ha perpetrado tal acción: los servicios secretos franceses. A partir de aquí, iremos viendo que esta premisa inicial llevará a algo mucho más grande que involucra a individuos muy poderosos, una gran conspiración. Y poco más puedo contar sin desvelar los giros argumentales del tomo.


En el terreno gráfico, Bryan Talbot, quien también escribe la obra, realiza un trabajo exquisito plasmando el peculiar escenario en el que se lleva a cabo la gran mayoría de la acción: París. Al igual que el guión, donde Talbot toma prestado aspectos de diferentes obras, el dibujo también tiene elementos variopintos. Por un lado, los personajes son antropomorfos. Esto es, tienen cuerpo humano pero su cabeza es la de otros animales. Así, la cabeza del protagonista es un tejón, mientras que la de Napoleón un león, aunque hay muchas más. A su vez, el escenario perfectamente puede englobarse en la temática Steampunk, ya que pese a hallarnos en un lugar similar al París de la “Belle Époque” los autómatas están muy desarrollados. Las escenas de acción, por su parte, son muy fluidas. Todos estos elementos son dibujados y cohesionados con maestría por Talbot, consiguiendo un dibujo muy bueno.
Respecto a la edición, Astiberri recopila la primera historia íntegra de la serie Grandville en un tomo cartoné de 104 páginas a color por 16€. Hay también publicada una segunda historia, ambientada tres semanas después de su predecesora. En resumen, se trata de un muy recomendable volumen muy entretenido con un notable dibujo, crítica social y una ambientación más que curiosa.
[review]




