La autosuperación o el afán de superarse a uno mismo es algo muy habitual en la especie humana. Tomando un ejemplo coetáneo, los actuales Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro son un buen ejemplo de esto: numerosas deportistas compiten en diversas disciplinas con el fin de obtener el primer lugar, y si de camino se bate un récord, todavía mejor.
Aunque esta forma de pensar no resulta ni mucho menos nociva, combinada con las ansias de grandeza que remarcaba en el anterior volumen sí puede conducirnos a un círculo vicioso de insatisfacción y de siempre desear más. En consecuencia, dado que nada parece satisfacer dicho afán, estamos condenados a un estado perpetuo de insatisfacción. Esto es precisamente lo que caracteriza la conducta de Lebelont en este recopilatorio.
Antes de ahondar más en estos menesteres, no obstante, recordemos que Koïnzell, tras acabar con los integrantes de ‘los Siete Héroes’ Schtemwölech, Barestar y Glenn, acepta una suerte de tregua con el propósito de pacificar la región de Jebr. Desgraciadamente para el protagonista, sus enemigos no forman ni mucho menos parte de ese acuerdo y Lebelont lanza un más que numeroso ejército sobre la zona. Sus condiciones son simples: o los habitantes entregan a Koïnzell en un periodo de diez días o él mismo actuará.
Por suerte, en el último momento el protagonista logra llegar al punto de reunión y se enfrenta así al espadachín Ikfes, regalándonos uno de los más memorables combates en lo que llevamos de cabecera. Y el desenlace de la misma y del volumen resultó ser ciertamente inesperado: por primera vez, y después de todos sus éxitos, Koïnzell perdía un combate uno contra uno, y pese a eso Lebelont ordenó el ataque sobre la región.
La presente entrega es bastante continuista en el sentido de que el principal foco de atención sigue siendo Lebelont. Aunque en volúmenes previos también disponía de cierta importancia, el grado de la misma es considerablemente mayor en todos los episodios. Por consiguiente, asistimos a cómo el villano, valiéndose de sus logros militares y su extensa fuerza militar, empieza a acaparar un poder inmenso en el seno del imperio, convirtiéndose prácticamente en omnipotente y rompiendo definitivamente el equilibrio de poderes del régimen, si es que todavía existía alguno.
Más allá de esto, Shiono también adopta el cambio de estructura que ya enfaticé dos tomos atrás y se centra en un aspecto que hasta ahora no había sido tratado de esa forma: el país oscuro Wischtech. Pese a que había sido enseñado en escenas relativas al pasado de Koïnzell y de ‘los Siete Héroes’, no se había hablado del mismo como una amenaza o una nación que existiera en la actualidad. En este sentido, por tanto, se altera una vez más el enfoque y Wischtech pasa a ser de nuevo un elemento relevante.
Concretamente, tal como estipulé al inicio de la reseña, Lebelont es de la clase de personas que siempre ansía más y no se siente satisfecho con alcanzar grandes hazañas. De este modo, por si el grado de poder e influencia que posee fuera poco, el integrante de ‘los Siete Héroes’ y ahora persona más poderosa del imperio lleva a cabo una operación para probar su grandeza una vez más: desea aniquilar al país oscuro, iniciando así una guerra contra el mismo.
Uno de los numerosos rasgos atractivos de esta decisión es cómo Shiono contrapone las visiones en lo referente a la decisión de varias generaciones. Así, los más jóvenes y maleables muestran un interés más que notable por la guerra, mientras que los veteranos que lucharon décadas atrás estiman que se trata de una estupidez. Ikfes, que ha ganado influencia en el entorno de Lebelont, mantiene una posición ambigua y también promociona rápidamente logrando numerosos títulos.
Aparte de Lebelont, lo cierto es que este tomo también destaca por otro motivo: es en el que Koïnzell ostenta menos protagonismo. De hecho, apenas vemos al semihumano a lo largo de los episodios, lo que indica, por un lado, la variedad de personajes de ‘Übel Blatt’ y, por otro, la riqueza argumental de las acciones de Lebelont y sus implicaciones. Pues ellas solas se bastan para trazar una trama notablemente interesante y atractiva.
Pero lo anterior no significa que únicamente se hable de Lebelont, ya que existen otros personajes que, aunque en un grado menor, tomarán parte en la historia. Sin desvelar demasiado, basta decir que se forman varios frentes críticos con la acaparación de poder de Lebelont, lo que desemboca en divisiones todavía más profundas en el seno del imperio. Por su parte, los aliados de Koïnzell también toman cartas en el asunto y digamos que están donde deben estar en el momento apropiado.
Respecto al dibujo, si tuviera que resaltar un rasgo nuevo sería sin duda lo desenvuelto que se encuentra Shiono a la hora de plasmar los rostros y expresiones de los personajes. En especial es digno de mención lo bien que reflejan la intención de los personajes. Ciertamente, aunque ya se viene apreciando desde unos tomos atrás, no deja de resultar remarcable. Por su parte, Norma Editorial recopila el tomo número once de la serie en formato rústica de 226 páginas, dos en color, por 8€. En resumen, poco hay que añadir: un guion que se reinventa constantemente y una trama que sigue igual de atractiva. Muy buena colección.
Etorouji Shiono nació en Japón en 1976 y debutó en el año 2003. Antes de lanzar ‘Übel Blatt’ para ‘Square Enix’, obra que catapultó su carrera, realizó dos capítulos únicos o ‘one-shots’ (‘Existencia Extra’ y ‘Séis’) y llevó a cabo una cabecera de dos tomos llamada ‘Sangre Rota’. Sus aficiones son la fotografía y los viajes.
[note]Übel Blatt 11
LEBELONT APROVECHA LA OPORTUNIDAD PARA INTENTAR TOMAR EL CONTROL…
Gracias a la hazaña militar de subyugar a Köinzell, el rebelde asesino de héroes, el marqués Lebelont se pone al mando de las tropas regulares imperiales. Y es entonces cuando aprovecha la oportunidad para declarar la guerra a Wischtech, el país oscuro. ¿Volverán a brillar las alas negras de la venganza en el tempestuoso campo de batalla?[/note]
